Poco más de un año después, Jesús Delgado Aboy ha pasado de fotografiarse delante de la estatua de Franco con las banderas de España y Melilla a votar su retirada” La política nunca deja de sorprender. A lo largo de la historia se han visto transformaciones que llenaban de asombro al electorado. La última muestra la tenemos en Melilla de la mano del que fuera presidente de Vox, Jesús Delgado Aboy, que ha hecho buena la frase de los hermanos Max: “Tengo unos principios y si no les gustan, tengo otros”. Poco más de un año después, ha pasado de fotografiarse delante de la estatua de Franco con las banderas de España y Melilla a votar su retirada.
Hace tiempo que perdió la vergüenza, pero ahora ya no disimula lo más mínimo: su acercamiento a CPM es total. Entregado completamente a las huestes de Mustafa Aberchán, ya no esconde que quiere entrar a formar parte del Gobierno como sea. Otra cosa es que los demás se lo permitan, como el PSOE, cuyo código ético impide pactar con trásfugas. Pero, como decimos al principio, la política nunca deja de asombrar y si ayer vimos que Jesús Delgado Aboy hacía todo lo contario que lo que defendía hace bien poco, de los demás tampoco podemos poner la mano en el fuego sobre las decisiones que puedan adoptar en un futuro reciente.
Mientras Melilla vive una crisis sanitaria y económica de primer orden, hoy no hablamos de otra cosa que de la estatua de Franco. Una efigie que no supone un problema para la inmensa mayoría de los melillenses, puesto que estaba dedicada al comandante de la Legión que en 1921 salvó a la ciudad del sitio en el que se encontraba en la guerra con Rif tras el desastre de Annual y no a su condición de dictador. Pero eso no era lo importante, si el objetivo era poner una cortina de humo para que no se hable de los verdaderos problemas de la ciudad.
