Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

CARTA DEL EDITOR

Degenerando, degenerando

Me alegra que el político Aberchán tenga fuerza para luchar. Me gustan y defiendo a los luchadores. / Nos dijeron que, en dos meses, 20.000 melillenses estarían inmunizados. Solo 5.050 melillenses, una cuarta parte, lo están, mientras las muertes continúan, como las restricciones a las libertades fundamentales y a la actividad económica / Aberchán no es el malo de la película; si ha de seguir dirigiendo el partido local, que siga, pero el partido debe de cambiar. Me despierto el jueves y leo en el periódico: “Aberchán, entre lágrimas al librarse de la ‘carga emocional’ por la absolución de su esposa, anuncia que tiene fuerza para luchar”. Ya escribí en una Carta anterior que me alegraba que la “compañera” de Mustafa Aberchán haya sido absuelta, sin entrar en las consideraciones jurídicas que llevaron a su condena y terminaron con la absolución. También me alegra que el médico -no viene ahora a cuento cómo ni quién le financió la carrera y con qué condicionantes obtuvo el título- y político Aberchán tenga fuerza para luchar. Me gustan y defiendo a los luchadores.
Pero, en el caso de los políticos democráticos, los medios de comunicación tenemos la obligación de -y es la razón de nuestra existencia- controlar al poder y opinar, criticar, de manera favorable o desfavorable, lo que públicamente hacen los políticos. Que un político, cualquier político, sea del partido que sea, haga trampas en las elecciones es muy probablemente lo más grave que puede hacer, porque, trampeando así, contamina y distorsiona el resultado electoral, origen de su posterior poder. Según la Audiencia y el Tribunal Supremo, Aberchán incurrió en ese delito. Él opina que no y anuncia, es su derecho, que recurrirá al Constitucional y a Europa, unos caminos largos y de conclusión más que incierta, una especie de comprensible desahogo.
Todos sabemos y sentimos que la Justicia es humana y que los jueces, como seres humanos, se pueden equivocar y, de hecho, se equivocan a menudo. Pero o acatamos el sistema -que, como la democracia, no es perfecto, sino solo, y nada menos, el menos malo de los sistemas conocidos y experimentados- o destruimos la sociedad y volvemos a un pasado infinitamente peor que el presente. Y el presente, para Aberchán, es que está firmemente condenado, que no va a poder seguir siendo diputado local (aunque pueda alargarlo unos días, no más), que lleva ya muchos años en política, que ha prometido a sus votantes muchas cosas que no puede cumplir. Colocar a 300 personas en la administración local, por citar un posible ejemplo, no es suficiente para cubrir siquiera una pequeña parte de lo prometido o de lo que muchos de sus votantes pueden creer que le prometieron y ahora le exigen con insistencia y, a veces, hasta con cierta violencia.
Mi conclusión: quizás Aberchán debe de seguir luchando, pero no debería de continuar haciendo lo mismo y en el mismo puesto en el que está desde hace más de veinte años. Todo, como nuestra vida, tiene un principio y un fin. Lo inteligente y lo deseable para todo ser humano es darse cuenta de cuándo debe de luchar en un nuevo camino, mientras tenga vida y ganas de seguir luchando.
Hay un reciente ejemplo de cómo, degenerando, degenerando -como dijo el gran Belmonte sobre el meteórico ascenso político de uno de sus banderilleros cuando le preguntaron cómo lo había logrado- se puede llegar al esperpento inadmisible: lo que está pasado con las obras de la calle Tadino de Martinengo. Obras paralizadas desde hace meses, contratistas amenazados físicamente incluso en sus domicilios si no colocan a determinados individuos, presuntas promesas de colocación incumplidas, mafias, chantajes, desorden y paralización. Es un área, una más, dirigida, con su habitual estilo chulesco e ineficaz, por el consejero, del partido que preside Aberchán, Rachid Bussián. Muchos lo ven como una muestra más de la situación a la que Melilla está llegando. ¿Le merece la pena a Aberchán seguir así, por ese camino? Quiero creer que no.

Vacunas
Leo que el Instituto Nacional de Estadística (INE), un organismo oficial, estima en más de 100.000 los fallecidos en España por la pandemia, una cifra terrible, que debería avergonzar a cualquier Gobierno. La esperanza es -o era- que las vacunas empezaran a vencer a la pandemia, para lo cual era necesario, obviamente, tener vacunas y poder inyectarlas. Pero, y muy especialmente en el caso de Melilla, las vacunas llegan aquí “a paso de tortuga”, como señalaba nuestro Editorial del viernes.
Nos dijeron que, en dos meses, 20.000 melillenses estarían inmunizados. Solo 5.050 melillenses, una cuarta parte, lo están, mientras las muertes continúan, como las restricciones a las libertades fundamentales y a la actividad económica. Melilla no es la única comunidad española -aunque sí la peor tratada- que se queja por la falta de vacunas, pero sí tiene una curiosa diferencia con las demás comunidades: es la única que no se queja del, ni al, Gobierno. ¿Quizás porque, en este Gobierno de taifas local melillense, el área de Sanidad pertenece al PSOE y en el PSOE local manda una adoradora sin límites de Pedro Sánchez, para la que la más mínima crítica al amado líder es inconcebible?
Si Coalición por Melilla, el partido que Aberchán quiere -o le imponen- seguir presidiendo, fuera de verdad un partido local, independiente de los partidos nacionales, defensor de las peculiares necesidades de nuestra ciudad: ¿podría seguir gobernando con un partido nacional que, como el PSOE, desatiende las más apremiantes necesidades melillenses, sin recibir el Gobierno nacional socialista ni una sola queja? No, evidentemente. Así que la única conclusión posible es que así no se debe seguir. Ni tampoco intentando volver a un pasado que no volverá, que no puede volver. Aberchán no es el malo de la película; si ha de seguir dirigiendo el partido local, que siga, pero el partido debe de cambiar.

Loading

Enrique Bohórquez López-Dóriga

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€