Salvo que se “abran” las mentes de los responsables a otras estrategias, el actual ritmo de vacunación no salvará el verano, qué decir de la Semana Santa, por lo que deberíamos centrar la estrategia en asegurar una Navidad normal, y es que “con estos bueyes hay que tirar".
La vacuna de Jansen (filial europea de la americana Jhonson&Jhonson), gracias a sus características-monodosis y necesidades logísticas mínimas-, será la última oportunidad de salvar el verano, por ello será abril la frontera entre el fracaso o el éxito.
La estrategia de poner una sola dosis de vacuna-en aquellas que la ficha técnica fija dos-, recuerda a lo ocurrido con la no realización de tests para confirmar la curación o a los contactos de casos, y que fue fruto en realidad de una insuficiente dotación.
Europa, y España aún más, necesita que se acuerde el establecimiento oficial del certificado de vacunación anticovid, como antecedente y base ya existe en el Reglamento Sanitario Internacional la figura de la cartilla de vacunación internacional; en ella se reflejan las vacunaciones exigidas para entrar en los países-dígase Europa-, siendo cada país soberano para decidir lo que se hace, en base a la situación epidemiológica (interior y exterior). Ello no tendría carácter de exclusivo, sino de complementario a otras medidas para realizar un control que es imprescindible e irrenunciable.
De nuevo, Melilla sigue en los puestos de “honor” de la epidemia a nivel nacional, y ocupa una semana sí y la siguiente también, dichos puestos que nos señalan y no para bien; aquí se dan unas características, que deberían situar nuestra incidencia a la de Canarias, y en todo caso mucho menor de la que existe actualmente. Actualmente Melilla es más isla que nunca.
La cuestión es donde radica la causa o causas de ello, porque los ciudadanos tienen-por supuesto-, una parte importante de la responsabilidad de tal situación; pero la mayor-sin duda, recae en la deficiente gestión que de la epidemia se ha hecho por las administraciones responsables, que en Melilla señala al gobierno de la Ciudad Autónoma, y de forma especial a su Consejería de Salud Pública.
La ciudadanía de Melilla, ya de por sí tan variopinta por su multiculturalidad, comprende a postizos sociales añadidos de modo forzado por la legislación vigente ( menas, extranjeros deslocalizados, etc..), que tienen un marcado carácter especial en Melilla y hacen muy difícil o cuasi imposible, una labor eficiente de sensibilización ciudadana en la adopción responsable de las medidas preventivas.
El valor práctico de las medidas acordadas por parte los gestores y responsables-así como su aplicación-, tiene aún mayor peso en Melilla, y ha pasado demasiado tiempo sin que por parte de las autoridades responsables, se haya ejercido el control de las medidas aprobadas-de menor o mayor tino-; ejemplos de lo anterior, son el retraso en la implantación de tests en el regreso a Melilla ¡deberían de ser obligatorios!, el nulo control de los aislamientos y cuarentenas, o la demora en sancionar los incumplimientos o infracciones.
Un problema y mayúsculo para la Ciudad Autónoma, va a ser la posible reclamación de todos los sancionados por infringir las normas sanitarias para el control de la epidemia, pidiendo el reintegro de las multas acogiéndose a la “doctrina Mohamed”, en la que reconociendo el error y disculpándose, está todo arreglado. Sin comentario
N.A.- Las manifestaciones del 8 de marzo de 2020 con motivo del Día de la Mujer, son consideradas sin excepción por los expertos -en un tema en el que la unanimidad no es lo común-, como la bomba de expansión viral más importante de la epidemia en España.
Cuando los ciudadanos tenemos recortados o anulados derechos fundamentales (reunión, libre movilidad o libertad religiosa), y los empresarios-pequeños y autónomos sobre todo -ven limitada al máximo su capacidad de supervivencia económica, hay irresponsables que convocan actos públicos con aforo máximo de 500 personas con el motivo del 8-M; hoy el sentido común debe de imperar para que no sólo no se convoquen concentraciones por la fecha, sino para que también y en su caso se prohíban, por las Delegaciones de Gobierno que son las responsables de ello. Y el Gobierno de España debe aprovechar esta oportunidad, para manifestar su posición sobre ello sin ambages.