Entre los ochenta y noventa, los concursos de bellezas de Melilla se convirtieron en verdaderos acontecimientos sociales, con miles de personas deseosas de acudir y presenciar estas galas, hasta el punto de realizar el desembolso económico para la adquisición de la correspondiente entrada, por lo general en el Auditórium Carvajal, como en el evento de la imagen, que causó una gran expectación por el nivel de las participantes. Estos certámenes, sin embargo, con el paso de los años han ido perdiendo el esplendor de esos primeros tiempos y ya ni siquiera estableciendo como gratuitas las entradas, uniendo los concursos de chicos y chicas e incluso incluyendo actuaciones musicales o de humor para acompañar el evento, levantan el interés a aquellos momentos en los que internet ni siquiera existía.
