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Renovación y principios

Ayer se cumplieron veinticinco años de la llegada del Partido Popular al poder por primera vez en España. José María Aznar, ahora muy activo en los medios de comunicación, puso fin en 1996 a más de tres legislaturas de Felipe González. El PP llegó al poder porque Manuel Fraga, fundador de la ya desaparecida Alianza Popular, dio el relevo a José Maria Aznar en 1989. Aznar ganó las elecciones de 1996 y después logró la mayoría absoluta y demostró -como indicaba el Editorial del ABC del domingo- “que cualquier proceso de renovación pasa por tener claros unos principios irrenunciables, una estrategia firme y capacidad de ilusionar a la sociedad…la senda por la que el PP llegó al poder ahora hace 25 años es el modelo a seguir”.
La frase es buena. La conversión de la frase en hechos no es fácil, como la experiencia nos demuestra. Haría falta, para empezar, recurrir a la frónesis de Aristóteles, la sabiduría práctica que lleva a razonar con acierto sobre el bien común.

Un buen primer paso sería huir del tan practicado clientelismo, lo que llevaría, muy probablemente, a un vuelco político significativo, a un liberalismo moderado y nos alejaría de “los cálculos ensimismados y los errores de perspectiva, que acaban a menudo en el limbo de las oportunidades perdidas” (Ignacio Camacho, ABC).

Mientras, entre unas cosas y otras, la economía española se hunde. Los datos de febrero son terroríficos y se expande la convicción de que el “presi” Sánchez, es un faker, un mentiroso profesional. ¿Créditos a las empresas? Son patadas al pasivo de las empresas, o sea, nada. Las empresas del Ibex 35 arrojan pérdidas históricas de 8.500 millones de euros por la pandemia, a falta de los resultados de Inditex, cuando en 2019 el cierre global se cifró en ganancias de 23.000 millones. Controlar la cuenta de resultados por la vía del control de costes es como mover un trasatlántico a remos, un imposible. La economía es la cepa más virulenta del covid, y en eso, también, estamos sin vacuna. De la economía melillense prefiero no hablar.
¿Es triste la vida de los políticos poderosos? Quizás, a pesar de las apariencias y del gozo del ejercicio del poder. Un ejemplo: la tristeza del todopoderoso Abderraman III, que reinó en Al-Andalus -como llamaban los árabes a la Península Ibérica- durante nada menos que 50 años, 7 meses y 30 días. Cuando falleció, encontraron entre sus papeles personales una lista de los días felices de su vida: solamente 14, y no seguidos. Lo resalta Juan Eslava Galán, en su “Historia de España contada para escépticos”. Quizás meditar sobre eso puede convertir la generalizada envidia que el poderoso suscita en conmiseración y hasta un cierto agradecimiento hacia ellos, por lo que pierden al dedicarse a intentar un cierto bien común.

Para saber, quizás también para progresar, hay que leer. ¿Cada vez se leen menos libros o, ahora, pandemia mediante, se leen más? “Timeo hominem unius libri”, temo al hombre de un solo libro, frase atribuida a santo Tomás de Aquino. Para evitar caer en eso, hay que considerar que “la literatura es un inmenso placer (…) una actividad solitaria que os abre al resto del mundo (…) las pantallas os devoran, la lectura os alimenta (…) la literatura es arma de libertad». Dicho en un tono tranquilo, persuasivo sin llegar al sermón, convincente por convencido, claro como el de un emprendedor, pero sin la pasión de un revolucionario letraherido. Así explica un político, el ministro francés de Finanzas, Bruno le Maire, lo que es la literatura. ¿Se observa alguna diferencia con el nivel habitual de nuestros políticos? Me temo que sí, y muy profunda.

Posdata
El tristemente famoso niño de la boda del 31 de diciembre de 2020, Latif El Fahmi, sigue cobrando como secretario de una consejera, Dunia Almansouri que aspira, legítimamente, a más. Es, lo de la multitudinaria boda del novio bailarín, una pésima reminiscencia de errores cometidos y no resueltos. Hasta la misma consejera se infectó en la boda de su asesor -a la que ella y otro consejero, el chulesco Rachid Bussián, asistieron- boda que el novio pretendía pagar con dinero ajeno y que se hizo viral cuando El Fahmi apareció en un video en el que se le veía saltándose las normas y bailando sin mascarilla, sin distancia y muy mal, sin gracia alguna, por cierto.

Se tiende a creer que el tiempo todo lo borra, pero hay casos tan indignantes que son difíciles de olvidar y de ocultar. Urge, como pide el diputado por Melilla, Fernando Gutiérrez y Díaz de Otazu, que se conozca el expediente sancionador instruido por la Guardia Civil. Y que se conozcan también otros increíbles expedientes provenientes de la Consejería de Deportes de ese pésimo consejero que es Rachid Bussian, entre ellos un sucio expediente que pretenden ocultar.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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