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Bar “ Los Argentinos ”, añoranzas

Muchos ciudadanos anónimos lo recuerdan con afecto. Muchas voces que me llegan compartiendo sensaciones, anécdotas y sentimientos. Esas dialécticas Messi-Maradona y su endiosamiento; ese copejo matutino en el aclarar del día disfrazando de gotas mágicas el transparente licuado; ese cigarrillo exterior; esa proximidad que unía a tantos, hermanándonos sin serlo de sangre y sí sana amistad.
Mis recuerdos de décadas atrás cuando Antonio y su compañero nos deleitaban con los armaos, coquinas y almejas insuperables en plancha sin igual. Esos humos ambientando el decorado y colas ejemplares de paciencia en la espera.

Son recuerdos, son imágenes que seguro se han repetido en muchos barrios del solar melillense donde el bar café formaba y forma parte y arte en nuestro cotidiano transitar. Son escenas de la llaneza y plebe, momentos de sal y salsa en nuestras vidas.

Los cubos de agua de intencionada limpieza interior a exterior que no nos causaban sorpresa por esperados y a su tiempo cual reloj suizo perfecto. Y ese vecino que lo justificaba por ser colindante y limpiar cada día su trozo de acera e imbornal.

Esa terraza tan necesitada y tan demandada que nunca llegó obstaculizando por años la viabilidad del negocio de referencia. Un urbanismo que no lo favorecía y no fue aliado como resulta de los intereses del entorno próximo vecinal. La barra y el espacio no daban para más.

El Miguel argentino, Don Miguel Amoretti tan ligado a su Ataque Seco y a nuestra Ciudad. El Miguel de los tangos y ritmos y esas milongas en su añoranza y el chamamé y la brisa de mar de Quenquén. Su cartelito espejado del “calvito pero limpito”, su idiosincrasia y personalidad encantadora, su proximidad. Sus referencias platenses, su bravura y cordialidad, amabilidad y saber estar. Sus loas al pueblo unido y no vencido. Sus llamadas al chispazo moderado y el no abuso para salud entre otros del bolsillo. Miguel fallecido va para un año y que nos miera desde el Cielo.

Y hoy tras largos meses cerrado con su nuevo nombre de “ El despachito de Jose “ por entre otras una covid de efectos insoportables que acentuaron su no viabilidad de puertas abiertas.

En mi regreso a Melilla conecté con su último encargado, Jaimito para los amigos. Entrañable, trabajador, activísimo ser humano del que me siento orgulloso y testigo de sus esfuerzos y profesionalidad. Su saludo “ ese te quiero mucho pero más lejos” de cada mañana me embargan de pena, el echarlo de menos, complicidades que marcan.

Recuerdos de amigos entrañables idos, dimensionados: Melchor, Diego, Pepe, Manolo el malagueño. Momentos especiales imborrables junto a Jose Domingo Marín, Juan Carlos, Joaquín Muñoz, Benaisa , Manolo el extremeño, Miguel Ortega, Juan “ nuestro patriarca ”, Paco “ Don Francisco”, Luis Rivero, Angelillo, el Guarrito, los Pedros, Rachid ,Pedro Cuenca y tantos a quienes por espacio no puedo citar. Protagonistas de nuestras tertulias de Universitas de la calle, másteres de sencillez y humildad donde el buen royo mandaba y el vivir y libre contar.

A través de este texto reconozco atípico genuinamente pericassiano, pretendo rendir homenaje a tantos bares y personas de nuestra historia cotidiana, el olor a pueblo, el vivir el presente que mañana será otro día, la risa y el llanto, nuestro caminar. El abrazo a tiempo y la empatía y cuando se podía el valor en los hechos del compartir.

Auténticas sesiones a bis y más de terapia emocional, superar obstáculos, liberar angustias y dificultades reflotadas con sinceridad.

No quisiera olvidar a nuestros loteros de la ONCE y de la Caridad, al impenitente y demandador continuo de cigarrillos que nos daba la murga y acababa consiguiendo su objetivo y ese echar humo con cargo a su perseverante alma de Gratislandia. A los limpia coches y remendones que se buscaban el pan de cada día gozando de nuestra ayuda cuando se podía. A algunos listillos de corbata y cartera que a veces aterrizaron en una tragicomedia donde no encajaban.

Quisimos a veces engañándonos cambiar el Mundo mundial, olvidando por momentos las losas pesadas de nuestros domus y allegados. Tropecientos merengones, culés, colchoneros, béticos y otras estirpes fuimos rigurosos en defender los colores pero, ante todo primó la amistad por mucho “vete a cagar al río o a los bloques ” liberando pasiones del momento, quedando en nada la controversia.

Todavía nos seguimos viendo de manera inconstante coincidiendo en el deseo de algún día volver a lo que no será igual, esa normalidad que no llega, ese escenario del reencuentro tan sentido y merecido.

El Bar de “Los Argentinos” forma parte de nuestra historia, días de vino y rosas, llantos y el volverse a levantar. Para unos, puede que para muchos ha sido más que un lugar a donde se va, se está y el hasta luego Lucas. Para otros como el que suscribe ha sido pura magia, vital, familia sin necesidad de vínculo de sangre, complicidad, vivenciar esos gozos y sombras en la anti farándula.

Imágenes, recuerdos, afecto, mi contar. Escenas del barrio del Real, azucarillos y el guiño a la vida. Saludos y salud para todos de este escribano jubilado y el privilegio de poder contarlo. Confío en la sensibilidad de este medio (MELILLA HOY) para publicarlo apelando a su valor sentimental que me motiva por ello sobre manera.

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