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La Semana Santa, periodo de reflexión ¡y de blanqueo!

En el ámbito de las ciencias, cuando se quieren deslindar los efectos-buscados o no, benignos o nocivos-de una intervención (p.ej. una terapia), se establece un período de tiempo en el que no se aplican medidas, buscando que cesen los efectos derivados de aquella; este método conocido coloquialmente como blanqueo-como sinónimo de limpieza-, tiene reconocida su validez metodológica, y en la actual situación, esta acción puede ser imprescindible más que recomendable, como forma de evitar que la infodemia existente sobre la pandemia, nos sature y bloquee la consciencia, para solaz de los que gobiernan.
En el actual maremágnum, en el que pueden encerrarnos en casa y quitarnos el viajar-incluso en vacaciones-, para no perder el período de reflexión y/o conversión que significa para los cristianos la Semana Santa, y harto de tanta información inútil-salvo para los que así nos tienen-, suspendo este contacto semanal durante la misma; además será un período de blanqueo necesario, para que el árbol deje de ver el bosque o al menos se vea de otra manera.

Este espacio de opinión no puede obviar los dos hechos ocurridos durante la última semana, cuyos efectos marcarán mucho más de las dos semanas que tienen de vigor; de un lado la paralización durante 15 días de la vacunación con Astra-Zeneca(AZ), por la sospecha de ser posible causa de trombosis, y de otro la prórroga de las medidas para el control de la epidemia en Melilla.

Sobre la paralización de la vacunación, qué puedo decir que no se haya dicho ya por voces más reputadas, y aunque sea comprensible la actitud prudente de los gobiernos de muchos países europeos-entre ellos España-, no se debía de desdeñar la posición de los organismos técnicos competentes como la E.M.A. y la O.M.S, así como de muchos expertos; todos estos se pronunciaron en contra de dicha medida, al defender que son muchísimos más los beneficios ciertos de la vacunación, que los potenciales perjuicios en estudio.

Y a pesar de que el regulador europeo (E.M.A.) hizo pública el jueves su investigación sobre ello, confirmando su aval al uso de la vacuna AZ, España no la reinicia hasta el miércoles, perdiendo 10 días en lugar de 15, cuando en realidad debería de haberlo hecho de modo inmediato.

Personalmente creo que se podían haber hecho las cosas de un modo más técnico y menos político (profano), siendo más selectivos en la suspensión en base a criterios personales-edad y estado de salud previo-, inmovilización de los lotes afectados y una selectiva realización previa de tests antigénicos, para descartar el uso de esta vacuna en los ya infectados-al menos hasta estudios concluyentes-; pero en cualquier caso, desde la información más veraz y objetiva, hubiera ofrecido la elección libre y responsable a los ciudadanos de vacunarse o no.

No se pueden desdeñar y/o ignorar los efectos perniciosos que la paralización va a tener, no es solo el seguro retraso en el logro de la inmunidad grupal-otro clavo más en el “ataúd" de nuestra economía-, sino también la repercusión sobre el control de la transmisibilidad de la infección, que está demostrado logra el progreso de la vacunación de la población. Y encima planea sobre el tema, la sombra de una pugna político-económica U.E. versus Reino Unido.

Lo peor es que con ello se da más tiempo a la difusión de las nuevas cepas, ya es mayoritaria la cepa británica en toda Europa-frente a la que las actuales vacunas son eficaces-, pero un reciente estudio publicado el mes pasado en el The New England Journal of Medicine, concluyó que no lo son tan rotundamente frente a la cepa sudafricana-ya hay otra ugandesa y ya les dije que el retraso traería más cepas más trasmisibles-, y ello de nuevo nos llevará a un riesgo cierto de nuevos brotes y oleadas epidémicas.

Concluyo este apartado con una reflexión personal a modo de resumen, en la situación actual de la pandemia la mejor vacuna es la que se pone (sea la que sea).

En clave local, y sin poder abstraernos de que la situación nacional parece tener cierto paralelismo en las tendencias con lo que ocurre en Melilla, los indicadores siguen estancados con fluctuaciones “a peor”, que comprendo animan a mantener las medidas restrictivas y no valorar su relajamiento, que además es lo más cómodo para quienes nos gobiernan, como lo fue el confinamiento absoluto en la primera oleada.

Sin embargo, la decisión no soporta un análisis medianamente crítico sobre la validez de las medidas y su aplicación, y cuando la situación de Melilla es el triple de peor que en el resto de España, se limitan a mantener las medidas vigentes ¡desde hace ya más de 2 meses!; nada sobre campañas de educación sanitaria, nada en actuaciones para mejorar la concienciación y corresponsabilidad de la ciudadanía, nada sobre nuevos controles o hacerlos más eficaces sobre las medidas adoptadas-con el necesario incremento de efectivos para ello-, nada sobre la validez del Radar-COVID, y así un largo etcétera de posibilidades.

Y para mayor preocupación ciudadana, la campaña de vacunación mantiene su mal ritmo inicial ante la carencia de suficientes dosis, aquí-y lo lamento como europeísta convencido que soy-debo de señalar la culpabilidad de la Comisión Europea, que deberá dar las explicaciones debidas y exigir las responsabilidades personales obligadas; pero ahora es urgente la implicación de nuestros gobernantes en lograr del Gobierno de España, un incremento notable del suministro ante la alarmante situación de Melilla, ya que sólo la vacunación efectiva de la población nos sacará de nuestro actual estado de incidencia extrema.

Desde estas líneas se apuntó que, compartiendo la necesidad del confinamiento perimetral, también lo era la necesaria apertura de los espacios verdes cerrados, así como de los espacios de ocio y asueto como son los locales de restauración-al menos durante las vacaciones escolares de Semana Santa-; la realidad es diáfana y rotunda, los espacios y locales públicos por su condición de ello, están abiertos a las actuaciones fiscalizadoras de las fuerzas y cuerpos de orden público, a diferencia de los domicilios-donde continúan las reuniones tras el cierre, y de ahí su papel como foco prioritario de infección-, cuyo control precisa una orden judicial. Lógicamente este aumento del control requiere la adecuada dotación de recursos, entre los que está el incremento en la calle de efectivos de las FF.O.P., y en el que los sectores económicos implicados pueden y deben implicarse.

N.A.- La cepa británica es ya mayoritaria en Melilla, y no puedo dejar de pensar en que si se hubieran implantado los controles(tests) a pie de barco y avión, se hubieran evitado muchos casos, y quizás también alguna muerte. Y el hecho de que el laboratorio de tests de la Consejería cierre durante los fines de semana, es un contrasentido y un riesgo cierto en esta época de mayor frecuencia de viajeros, porque el virus no coge libre los fines de semana, sino todo lo contrario.

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