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Foro por la inmovilidad urbana insostenible

Existen dos tipos de urbanismo: uno que promociona una mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos, logrando ampliar el número de años que podamos cumplir con las máximas garantías de salud, denominado “urbanismo reproductivo”; y otro que sigue heredando la visión obtusa de una sociedad inmóvil, lenta en los cambios, y con un absoluto desinterés social, que se ha visto mermada durante décadas mediante agresiones continuas en cualquier parámetro saludable al que le metamos mano, al que llamaremos “urbanismo productivo”.
En el primer tipo de urbanismo prima la vida de lo pequeño. La infancia se promociona de una manera realista y no publicitada, pudiendo tener un espacio público donde jugar. Esta simple idea es considerada como una prioridad de un PMUS que se precie, donde, además, los grupos vulnerables son una prioridad, en ese crisol que conforma cualquier sociedad. Una simple idea, “la ciudad inclusiva”, que es principio y fin en esa inversión de la prioridad del desarrollo urbano actual, tan necesaria y que, sin embargo, tan pocos defienden en nuestra ciudad.
Es muy fácil “medir” la calidad de nuestra sociedad melillense. Con un ejercicio muy simple: vacíe de prejuicios preconcebidos su mente y observe el número de los niñ@s que juegan en su barrio, la calidad del espacio en el que desarrollan sus juegos, la seguridad medioambiental que disfrutan y los espacios naturales a los que tienen acceso. Ahora, díganme sinceramente si su barrio hoy es tal y como era hace décadas y si esa vida que se desarrollaba hace años en la puerta de su casa quiere recuperarla o ha decidido que ya se perdió para siempre. Pregúntense en qué nos equivocamos, quién o qué es el responsable de la desaparición del estatus social del peatón en las zonas residenciales. Este, y no otro, debe de ser el objeto del desarrollo del PMUS actual y no esa bendita ZONA AZUL cielo.
Luchar contra el abuso del coche, sin proponer un medio efectivo, valiente y realista en materia de movilidad sostenible, logrando ese cambio modal pretendido, hará que no nos movamos de la línea de salida. Les recuerdo a los gobernantes que llevamos pisando esa “bendita línea” algunas décadas.
Esta semana pasada, en mi participación en el PMUS, de nuevo me he enfrentado a una idea sesgada y trasnochada de ciudad. El mismo orden del día daba buena cuenta de que los temas a desarrollar estaban tan lejos de defender la vida social como hace 4 años.
Adaptar una ciudad a un nuevo modelo urbanístico, con un abuso evidente del tráfico (PGOU), mediante “paños de agua caliente” en forma de zona azul o cambiar el sentido de una u otra calle en la zona centro de la ciudad, donde tendremos que esperar que los años nutran de presupuesto los grandes proyectos urbanísticos, en ese KEEP CALM (poco a poco) recurrente, es como querer correr una maratón con una mano atada a la espalda y a la pata coja.
Es curioso que, en plena era de la globalización, los integrantes del PMUS “tengamos” una perspectiva tan poco global de la sociedad melillense, pues pude observar actitudes recurrentes en el tiempo (2017/2021), como el caso de un empresario que en el 2017, debido a la mínima peatonalización que se estaba realizando en la zona centro, dijo en todo un PMUS: “Está muy bien lo que estáis haciendo, pero ya basta de continuar peatonalizando las calles”. Una frase casposa que no tuvo ningún problema en repetir esta semana pasada. Sírvase como un claro ejemplo de la “diversidad” y el “nivel global” que amenaza este PMUS, en el que intereses meramente económicos priman por encima de cualquier propuesta sostenible.
El PMUS debe abogar por la resiliencia, por la salud, por la biodiversidad, la infancia, las relaciones sociales, por evitar la crisis climática, por la defensa de los grupos vulnerables, por la movilidad sostenible, por cambiar RADICALMENTE nuestra ciudad. Un término (RADICAL) que evitan los técnicos y políticos como una avispa pisando brasas y, sin embargo, según su acepción, “buscar la raíz del problema” se plantea más necesario que nunca.
En esta reunión, de más de 3 horas, escuché discursos populistas de boca de algunos nuevos invitados. “Cada uno debe poder desplazarse como quiera”, una frase que, si la utilizaras como una manta para taparte el cuello, te dejaría los pies helados. Si no somos capaces de entender que la limitación del tráfico rodado es una obligación inherente en este plan medioambiental que conforma el PMUS, tal vez deberíamos dedicarnos a otros menesteres. Estas personas, tal vez si se hubieran leído el PMUS (12.000 vehículos por km2 en un barrio, ocupación del espacio público más del 80%, barrios con un 150% de estacionamiento privado en suelo público, 97% de contaminación acústica o más de 30 millones de litros de gasto al año en combustible), evitarían frases demagógicas, que no aportan nada. Solo muestran un temor mayúsculo en confrontar la realidad que nos amenaza, y que yo les muestro sin ningún rubor.
En breve, la normativa europea expondrá, sin ningún pudor, las vergüenzas de unos y otros, mediante solo tres letras, ZBE (zona de baja emisiones). Un término que promulga y defiende una idea muy sencilla y es que “usted no podrá desplazarse como quiera en la zona centro”. La Zona de Bajas Emisiones no es un atentado contra las libertades del individuo, evitando por Ley que ciertos vehículos contaminantes entren en el centro de la ciudad.
La ZBE es una medida que forma parte de un plan de acción más amplio y que, al margen de la reducción de los GEI, intenta proteger la salud de los que allí habitan. Me atreví a sugerir que esta ZBE llegara al interior de los barrios. Ni se me contestó, pues, al parecer, tal propuesta no mereció ninguna atención. En ciertos momentos, parecía que nuestra visión como entidad no le interesaba a nadie. Como si de una escena de película se tratara, “todos iban con el papel bien aprendido”, sabiendo hilar perfectamente temas intrascendentes que NO MOLESTAN A NADIE. A tenor de esta experiencia, solo en el cumplimiento de la LEY y no de otra forma, conseguiremos en Melilla los cambios que tanto necesitamos. Por desgracia, estos cambios llegarán muy tarde.
Algunos queremos recuperar el espacio de la ciudad para las personas y expulsar las más de 68.000 máquinas que cohabitan con los entornos escolares, con las zonas residenciales. Hace años, se nos dijo que proteger los centros escolares paralizaría la ciudad. El que hoy este señor esté en la oposición no me tranquiliza nada, a él le dedico este #revueltaescolar.
Nombramos más de una decena de enfermedades vinculadas al ruido, del que el tráfico es el dueño y señor, generando un 97% del mismo. Cifras alarmantes que no despertaron el interés del responsable de la cartera de Medio Ambiente. En esta reunión se siguió hablando de cuántos coches aparcan 6 años después de conformado el PMUS. Al parecer, nunca será objeto de debate de qué forma llegaremos a esa “ciudad reproductiva” de la que le hablé antes, por cobardía, incapacidad manifiesta o intereses de cualquier otro tipo.
Muchas fueron las ausencias en este PMUS, pues ningún consejer@, ya sea de Sanidad (salud pública), Educación (colegios), Distritos (barrios), Mayor (grupo vulnerable), Infancia, Economía (inversión), Presidencia (está obligado), Fomento (PGOU), Administraciones Públicas (movilidad laboral sostenible), etc. participó en él. Una demanda que refiero cada vez que tengo la oportunidad, y donde tras años insistiendo, sigue siendo igualmente inútil.
No entiendo cómo entidades sin ánimo de lucro invierten horas y políticos asalariados hacen mutis por el foro. ¿Acaso piensan que este PMUS no exige su participación? ¿De verdad creen que un plan de ciudad que afecta a toda la sociedad, de una forma tan determinante, no merece su atención? La sociedad melillense jamás entenderá la necesidad de involucrarse en estos planes generalistas si los políticos y directores generales de la consejería que sea no participan activamente en él.
Pedimos que una representación de la ciudadanía esté presente y, sin embargo, las asociaciones vecinales permanecen ausentes. “Desarrollamos” la salud pública y, hasta ahora, los expertos en forma de médicos especialistas no aparecen. Tampoco los señores y señoras abogados, parte importante de la sociedad, que tienen mucho que decir si es que les importa la “terminología legal” referente a emisiones, niveles de ruido, daño a la salud, etc.
Les invito a que se asomen a este PMUS, sea cual sea el grupo social al que pertenezcan. No permitan que los que allí estamos “decidamos” con más errores que aciertos (se lo garantizo), la calidad de vida presente y futura que les espera. Dos son los años que pierden (AVP) debido a la gran cantidad de factores medioambientales que nos aporta nuestra actual forma de vida. Muchas son las enfermedades (101) derivadas de la contaminación medioambiental, retraso escolar, obesidad infantil, sedentarismo, violencia vial, afectación del COVID, etc. Todos son vectores de un mismo problema, variables que inciden de forma determinante en esa salud que no echamos en falta cuando la tenemos y que nos cambia la vida cuando la perdemos.
Hoy quiero recordar a esa señora anónima del Barrio de la Libertad que llamó mi atención hace años, grabando a fuego en mi recuerdo lo que supone no poner límites a los abusones, no defender a los débiles, no proteger a los vulnerables. Esa señora no podía entonces pasear por su barrio en su silla de ruedas porque un coche aparcado en su puerta se lo impedía. La reunión del PMUS no habló de esa señora ni de muchas otras; quiso que la movilidad, como derecho fundamental, fuera vista con la perspectiva que te da el parabrisas de un coche, en lugar de unas piernas torcidas, en ese “cada uno debe desplazarse como quiera” que nos retrata a cada paso y que, al parecer, no se cumple jamás.

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