A principios de 2021, el viceconsejero del Menor, Abderrahim Mohamed Hammú, denunció que un total de 115 menores extranjeros no acompañados vivían vagando por las calles de la ciudad. Llegan a Melilla por distintas vías, pero su único objetivo cruzar a la península. Su estancia pretende ser temporal. Para ello, tratan de ocultarse en barcos que van a Málaga, Motril o Almería. Actualmente, hay un millar de ellos en Melilla, algunos en centros de acogida, como el de la Purísima o el habilitado de la Plaza de Toros. Muchos de estos niños viven en cabañas en la zona de Rostrogordo. Otro de los barrios que se ha convertido en lugar de su estancia es un solar en la zona del Tesorillo, en la calle General Polavieja. Uno de los vecinos ha querido denunciar la situación que viven desde el verano pasado. Este ha afirmado que al principio eran solo dos menores que dormían en dicho lugar con colchones en el suelo. “Ahora son más de 50, parecen un poblado. Cada noche hacen fuego, tienden su ropa o incluso se duchan”.
Además, ha destacado que un día, en torno a las cuatro de la madrugada, numerosos vecinos escucharon ruidos. Al día siguiente, habían introducido en el solar un quiosco de playa. “No entendemos cómo esto ha pasado inadvertido para la policía”.
Peleas continuas
En este sentido, ha querido denunciar el alboroto continuo por las noches causado por las peleas entre los niños. “Incluso vemos desde las ventanas de nuestras casas cómo hacen sus necesidades. Tampoco podemos ventilar porque el olor que emana de ese lugar es insoportable”, ha añadido.
Del mismo modo, ha indicado que, aunque la policía acude a sus llamadas, a los pocos minutos de estos marcharse, vuelve a suceder lo mismo. “Esta situación es insoportable. No sentimos la misma seguridad al entrar al portal o el garaje de nuestras viviendas”, ha explicado tras contar que en numerosas ocasiones han acudido a la entrada del edifico a pedir comida y que una vez incluso se colaron en el garaje.
También ha querido destacar la suciedad acumulada en el lugar, así como el hecho de que en numerosas ocasiones están sentados en la puerta del edificio sin el uso de las mascarillas.
“Están construyendo chabolas y cada vez son más. Saltan el muro con ayuda de patines o sin ellos. Aquellos que sus ventanas dan a esa zona, han tenido que cubrir los cristales porque se les ve defecar o echarse cubos de agua por encima. Son un asentamiento”.
Tras la primera denuncia impuesta, el lugar fue desalojado, pero a los pocos días volvió a suceder lo mismo. “Entendemos que la policía esté cansada, pero la situación es insostenible y se mantiene desde hace meses. Lo único que podemos hacer es poner denuncias”
