Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

LIBERTAD ECONÓMICA

Los problemas con la curva de Laffer

Opino que basar las rebajas fiscales únicamente en una mayor recaudación contribuye a la idea de que la finalidad del Estado debe ser recaudar lo máximo posible. Si bien reducir impuestos puede incentivar la producción y tener un efecto multiplicador positivo en la economía, contribuyendo por tanto a una mayor recaudación, justificar las bajas impositivas como medio para aumentar la recaudación estatal es un error. Las rebajas impositivas deberían justificarse como mecanismo para construir una sociedad más libre, más productiva, y en la que los recursos, escasos siempre, se asignan de una manera más eficiente. La correcta asignación de los recursos en una economía es fundamental para el crecimiento económico, y no hay mejor manera de asegurarla que poniendo el dinero en el bolsillo de los ciudadanos, ya que estos «votan» al consumir lo que consumen diariamente, y guían con su “voto” a los productores para que estos produzcan aquello que los consumidores demandan.
Los impuestos siempre son utilizados de manera populista. La hemeroteca nos deja declaraciones como las del antiguo Ministro de Hacienda Montoro: “decía que entre un impuesto y otro nosotros hemos elegido el que entendemos menos dañino para el crecimiento económico de España; eso es lo que hemos hecho. Además de las razones de equidad, hemos buscado las razones de neutralidad económica exactamente en relación con los problemas económicos que está viviendo España, que son, como decía, ese altísimo nivel de paro, esa situación de estancamiento, cuasi recesión, y la necesidad y la oportunidad también de que la inflación baje en nuestro país, asunto que entendemos prioritario para el año 2012 y que en el contexto de las medidas me parece especialmente relevante.” Que los políticos decidan «que impuestos son menos dañinos para el crecimiento económico» es ya de por sí admitir que los impuestos dañan la actividad económica. Una actividad económica que se debería haber intentado, no dañar lo menos posible, sino beneficiar lo máximo posible. El ministro Montoro buscó una excusa para tocar lo mínimo posible el gasto público, y si bien se puede llegar a entender que se suban los impuestos para mandar una imagen al exterior de que hay un compromiso por estabilizar las cuentas, esta es la peor solución posible. De una recesión como la pasada se sale tras un profundo ajuste de la estructura productiva. Subir impuestos, aunque sean «los menos dañinos para el crecimiento económico», no solo no ayuda, sino que pone más trabas aún al tan necesario crecimiento.
Una medida populista y electoralista como lo es tocar el gasto público lo menos posible (ya que podría afectar a los 14 millones de dependientes del Estado entre desempleados, jubilados y funcionarios), se intenta justificar con unos argumentos económicos muy poco sólidos y fácilmente desmontables. Una política impositiva exitosa no es aquella que consiga recaudar lo máximo posible, sino la que consiga que menos gente dependa de esos impuestos para vivir.

Loading

F. Bohorquez

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€