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LA SEMANA

Algunos políticos de Melilla toman como modelo a “súper patrimonio” Iglesias (Podemos) y, o creen que los que les votaron les dieron carta blanca para todos los temas, o piensan que la culpa de que no se solucionen los problemas siempre es de otros

“(Iglesias) no puede dar lecciones a nadie”. / “¿Acaso cree Mohatar que los que votaron a CPM les dieron un cheque en blanco y están de acuerdo en su tibieza respecto a la españolidad de Melilla?”. Es sonrojante, y altera al más templado, la forma en la que se desenvuelve nuestro, en breve, ex-vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias. Parece ser el defensor de todas las causas justas, de todos los oprimidos, del feminismo; suele hablar con expresiones como “todo el mundo opina” o “todo el mundo está de acuerdo”; habla en nombre de todos los españoles como si, con el puñado de votos que consiguió Podemos en las anteriores elecciones generales, le hubiéramos dado un poder especial para opinar en nuestro nombre de todos los temas (no lo ha hecho nadie, ni los que le votaron ni los que no lo hicieron); es el azote de los corruptos (salvo de los que le sean afines o pertenezcan a su formación) y también el defensor del aforamiento y los derechos sociales, pese a no haber hecho prácticamente nada en su tiempo como ministro de Derechos Sociales (salvo cobrar, y mucho). Sus ademanes son de “sheriff” o mandamás.
Pero la realidad es que no puede dar lecciones a nadie. Si antes atacaban, él y los de su grupo, los aforamientos, con frases como: es “un privilegio difícil de justificar” o “En mi país el Gobierno persigue a los autónomos y PYMES mientras garantiza inmunidad a sus amigos” (Iglesias dixit); ahora se aprovecha del aforamiento para no ser imputado y ya éste no es tan malo. Si antes criticaba a “la casta” y promovía y alentaba los scratchers, ahora se siente molesto (y pone a un ejército de funcionarios públicos a vigilar su mansión) si alguien se acerca a su “casita” y multiplica por siete, en pocos años, su patrimonio y el de su mujer (hasta los de su partido lo ven raro). Ya no se le oye hablar de la casta porque ahora es un potentado con cientos de miles de euros de patrimonio.
Ahora Pablo Iglesias (Podemos) dice querer salvar a Madrid de la ultra derecha y, como el diría, todo el mundo está de acuerdo en que si no puede gobernar (lo que, según las últimas encuestas, es más que probable) volverá a su escaño para seguir chupando del vote económico. Mientras, va sumando euros a sus cuentas, que engordan sin parar con sus ingresos y los de su mujer (ex-becaria colocada a dedo como ministra).
En Melilla tenemos varios discípulos/aprendices de Iglesias: Eduardo de Castro (sin partido) y Hassan Mohatar (CPM) son dos de ellos. Mohatar (CPM) la semana pasada: a Imbroda (PP), “Que se vaya al parque a dar de comer a las palomas” y respondiendo a las críticas de Imbroda (PP), que dijo que CPM “tiene un pie aquí y otro en Marruecos”: “Intenta poner en duda a la mitad de la población melillense”. La falta de respeto a Imbroda denota falta de argumentos y debería saber que la edad no es importante para hacer cosas, lo importante es querer y poder hacerlas. Por otro lado, poner en duda a CPM no es poner en duda a la mitad de la población melillense. ¿Acaso cree Mohatar que los que votaron a CPM les dieron un cheque en blanco y están de acuerdo en su tibieza respecto a la españolidad de Melilla?. Pues habrá muchos que no… Sólo les votaron y, si siguen así, les botarán.
Eduardo de Castro (sin partido) la semana pasada: la Ciudad autónoma “no tiene autoridad para adoptar otras medidas y ejercer control directo sobre los pasajeros”. Hacía esta afirmación ante las críticas por el masivo éxodo melillense por el puente y el previsible para la Semana Santa. Sabemos que la autoridad para los controles en Puerto y aeropuerto depende del gobierno central (gobernado por socialistas, sus socios en Melilla, y comunistas), pero no es bueno, cuando se tienen responsabilidades de gobierno, quitarse de en medio y echar la culpa al “maestro armero”. De lo poco adicional que se podría hacer, que serían las PCR obligatorias para poder salir o entrar en Melilla, es responsabilidad suya, como Presidente de la Ciudad Autónoma, presionar al gobierno central para que tome medidas y se acabe el cachondeo de los justificantes dudosos.

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