Repaso, ver, sentir, temporalidades trasladadas al hoy. Mensajes, pensamientos, deslices ascendentes. Padre, padres, papá, sucedáneos, aspirantes, amigos.
¿Hay distancias para con un padre que se dignó y luchó por serlo? ¿Hay obstáculos insalvables, temores desvanecidos? Logros, metas, pendientes, carne y sangre, corazón y sentimientos.
Papito, papá, padrazo, padrecito, papuchi , pater, mi genial papá.
Y es que «el problema de las familias es que los hijos abandonaron, abandonan un día la infancia, pero los padres nunca dejan de serlo, paternidad activa, orgullosa relación donde el filio ama la amistad.
Y es que, maravillosa Ruth, cierto es «que no hay que temer a las sombras pues son indicativas de que en un lugar de lugares y en la cercanía, resplandece la luz», grande, inmensa Renkel.
Hoy he sentido en especial la necesidad de rebuscar en la memoria o activar tesoros adormecidos. Tras haberse celebrado recientemente la oficialidad del día del padre, uno siente con más ímpetu el ser que te hizo hijo junto a nuestras maravillosas mamás.
Cada día de nuestra privilegiada vida hacemos depósitos (no preferentistas) en la banca de la memoria, nuestro legado y en atril, el padre, sin diestra sin siniestra, de frente y con una sonrisa inolvidable.
Mi admirado y genial Mark Twain nos cuenta que a los «catorce años su padre era tan ignorante que él no podía soportarle. Cumpliendo los 21, le parecía increíble lo mucho que su padre había aprendido en siete años. Y es que Twain, Don Samuel Langhorne y su humana oratoria nació en compañía del Halley y se fue en su vuelta en perihelio de amor, Mark dimensionando.
Dicen y me lo creo, que el mejor legado de un padre a sus hijos es darles un poco del tesoro del tiempo, cada día de amanecer a anochecer.
Dicen que los niños no aprendemos, no aprendemos de lo que nos dicen los mayores, sino de lo que ellos hacen, pero con el papá de referente y de ejemplo. Podría discutir amigablemente con el creador de los Baden Powell, pero es tanto lo que en este contexto me sintoniza que prefiero quedarme con lo que une y, sobre todo con su testamento de dejar «un mundo un poquito mejor de cómo lo encontramos a quienes hayan de venir» y para ello, conciencia y más conciencia.
¿Esperas de tus hijos lo mismo o algo mejor de lo que has hecho por tus padres ? Y es que Tales se preguntaba y al igual dudaba de sus andanzas en Mileto, pero le honra la pregunta y nuestra libertad e interpretación en la respuesta.
Hay dos legados perdurables que se pueden transmitir a nuestros hijos; las raíces y las alas, alas para volar. Al jurnalista Hodding Carter, mi abrazo, todavía volando.
Crecen los hijos cuando dejan de preguntar y cuestionar de dónde vienen y callan su destino pues a ellos les corresponde.
Me sumerjo en callejuelas de lazarillo y me viene al encuentro Mateo Alemán, puede que en Aznalfarache sevillano. Me recuerda que » no hay pincel ni vocablos que lleguen a manifestar el dolor y el amor de un padre» y reconozco le encuentro menos misántropo y pesimista, quizás por no esperarse la búsqueda que le propongo y plasmo», genial y pícaro maestro.
Cierto es que tener hijos no te convierte en padre del mismo modo que tener un piano no te convierte en pianista. Genial admirado Levine, magno publicista ,encuentro de primera, promesa de otros.
Lo que me impacta es saber que es muy lindo saber que muchas veces los seres más pobres y necesitados han dejado a su prole, la herencia más rica, los valores, la humanidad. De nuevo Ruth Renkel me hace lagrimear con fondo de Michel Pepé, sensible, en sábado de modesta creación y balance.
Voy acabando pues esto se alarga y la imagen de mi padre me llama a no cesar en ello no pudiendo ser, las dimensiones, el maquetado a maquear que a regaña ya sin dientes medio entiendo, primando la otra media.
Lo que un padre dice a sus hijos, puede que no lo escuche el mundo pero puede ser leído y oído para la posteridad, y este es el caso que con orgullo y respeto, plasmo.
A los padres de los hijos, a los hijos orgullosos de sus padres. A Manuel Gallardo en especial.
