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DESDE MI OTERO

Resetear la confianza-poner la desconfianza a cero-, así es imposible

Regreso del período de blanqueo que me autoimpuse, y a pesar de mi esperanza -ilusa tal vez, confiado en que el período pascual sirviera para ello-, no veo nada nuevo bajo el sol y España sigue maniatada por un virus, o mejor dicho por las medidas impuestas por los incapaces que nos rigen, que no logran vencer o al menos controlar los efectos de la epidemia. Y quién se quiera consolar con que en Europa o el mundo hay países que están peor, debo decirles que también hay países, muchos, que están mejor o mucho mejor que España, así que no me sirve.
La firme sensación de la ciudadanía, de que la gestión de la epidemia en España -y de sus consecuencias- ha sido de las peores de Europa, tiene su base en datos que la cuestionan seriamente; en la esfera sanitaria la comparación dice que España está en el “selecto” grupo de países europeos con mayor porcentaje de población contagiada, superando el 7% junto a Francia, Italia, Portugal o Bélgica, mientras que Alemania tiene el 3,5% y el resto de los países de nuestra región están por debajo de esta cifra. En la mortalidad causada por el virus también salimos señalados, con una mortalidad real por millón de habitantes mayor a 2100, España solo queda por detrás de Italia y por encima de países como Bélgica(2000), Francia(1439), Portugal(1639), Polonia(1450), Holanda(955), Irlanda(950), Alemania(927), quedando muy lejos Dinamarca(417) o Noruega(125).
Y la puesta en práctica de la cogobernanza con las C.C.A.A., no le ha servido al gobierno para eludir su responsabilidad, sino para cuestionar la validez del modelo autonómico -dando aire al federalismo, y también al republicanismo-, que nadie duda ya, están en la hoja de ruta del actual gobierno de España.
En el otro plano vital, el de la economía, busco y no hallo tampoco brotes verdes, si el dato del 11% de descenso del P.I.B. de 2020 puede ser pasado -también fue histórico-, no lo es el 16% de desempleo del pasado trimestre (el peor de Europa), que se une a la reciente corrección a la baja del previsto aumento del P.I.B., que supone ya un recorte a la previsión inicial de casi 2,5 puntos -pasando del 9,1 al 6,6%-, lo que supondrá no solo la continuidad de la trágica realidad de nuestra macroeconomía, sino que aumentarán los daños de la microeconomía y de las pequeñas historias de los dramas personales .
Pero es que tampoco se puede alardear del proceso de vacunación, unánimemente considerada la solución de la pandemia, España -esta vez junto a la mayoría de Europa-, no es ejemplo de agilidad del proceso; y aunque de ello hablaré en próximas fechas, vaya un dato por delante, el S.A.S. de la Junta de Andalucía con gobierno socialista, no participó en la central de compras auspiciada por el ministerio de sanidad del gobierno del Pp -liderada desde el INGESA-, yendo por su cuenta a los mercados. Es lo que ahora afea el gobierno de España a Madrid, cuando Baviera e incluso Alemania, hartos ya de tanta mediocridad y/o ineptitud, inician el proceso para hacerlo.
Por lo tanto el escenario no puede ser más dantesco, parece como si el COVID-19 estuviera jugando a los bolos en España, tumbando uno tras otro sus pilares estratégicos como sociedad, y la incapacidad reactiva del gobierno central, no mejora el panorama.
En Melilla los datos no son más favorables, y aunque nuestra mortalidad -aproximadamente de 1/1.000 habitantes- sea la mitad de la media nacional (posiblemente porque Melilla es la población más joven de España, aquí sí tiene valor la demografía), la incidencia nos mantiene desde hace más de tres meses en el figurado pódium nacional (de los peores datos); nuestros datos duplican o triplican los de referencia nacional, así ocurre con las incidencias acumuladas (tanto a 7 como a 14 días), o los asistenciales (hospitalizados y U.C.I.), que mantienen los argumentoso -o coartadas-para el “secuestro legal” que los melillenses venimos padeciendo desde hace ya más de 3 meses, y puede ser peor lo que aún nos queda.
Citar la alta densidad de población de nuestra ciudad, como un factor determinante en la más fácil extensión de los contagios, tiene poco fundamento ya que aparece como poco relevante entre los factores de difusión del COVID19, identificados en una investigación del Instituto de Salud Carlos III sobre el tema; sin embargo, y no lo citan nuestras autoridades, también aparece entre los factores contextuales de la trasmisión, la movilidad interna y externa (viajes), y la coherencia debería hacer que se le diera el mismo peso a éste que a aquella, lo que no se hace cuando por ejemplo se cierra el laboratorio los fines de semana o no se ofrece de forma generalizada y accesible el test a los viajeros que llegan a nuestra ciudad.
Dicho estudio halló que en Melilla los factores citados tuvieron un peso moderado-bajo, siendo de mayor importancia el del porcentaje de sanitarios infectados (Melilla aquí de nuevo aparece en puestos destacados); en Madrid fue la movilidad Interna, sin duda ligado a los medios de transporte y sus nodos comunitarios, y no parece descabellado hallar un paralelismo en ello con Melilla. Por cierto, el presidente Sánchez cataloga la gestión de Madrid como pésima o caótica, en Melilla que tenemos peores datos por donde se mire, ¿cómo se podría calificar entonces?
Es claro que en Melilla, al igual que en Ceuta, la desaceleración de los contagios fue más lenta que en el resto de España, y ese figurado suelo más alto sin duda condicionó “a peor”, el actual ascenso que se observa, aunque Ceuta tiene mejores indicadores que Melilla -salvo la mortalidad; en mi opinión dos cuestiones diferenciales marcaron ese hecho, de un lado el escaso control de la movilidad desde y hacia Melilla, de otro la llamativa falta de concienciación de una parte importante de nuestra población. Ello no exime, todo lo contrario, la responsabilidad de nuestros gestores políticos, porque no tomaron medidas eficaces tanto para su control y corrección, como para comprobar su aplicación -al menos no se conocen-.
El inmediato futuro de la situación en Melilla es incierto y oscuro, al constante aumento de los datos que han traído las vacaciones de Semana Santa -que han existido, se quiera o no-, se une el mes sagrado del Ramadán, que puede suponer su empeoramiento, si todos -autoridades y ciudadanos- no cumplimos nuestros deberes y responsabilidades.
Nota.- La coordinadora institucional del COVID19 junto al consejero de Salud Pública, se lamentaba del nulo uso del Radar-Covid en Melilla, y es de nota la extrañeza de la sra. Rojas, ¿qué esperaba de una herramienta que precisa tres actos voluntarios de responsabilidad?, a saber, descargarse la aplicación, activar el bluetooth y por último enviar la comunicación del positivo al sistema. Y todo ello por parte de personas que-en una importante medida al menos- se han contagiado por su irresponsabilidad, según se deduce de la contínua llamada a su responsabilidad por el gobierno local .

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