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“La Semana Santa resurgirá de nuevo como una rosa de Jericó. ¡Silencio! Se va acercando la de 2022”

La lectura del Pregón de la Mantilla en la Casa de Melilla en Málaga ha corrido a cargo de Alicia Gallego Soler, tras coger el testigo de Antonio García Pereyra. En el extenso discurso, ha hecho referencia a la esencia y el significado de la Semana Santa en la ciudad de Melilla, así como al sentimiento y alegría que esta despierta en todas aquellas personas que la viven con intensidad. Del mismo modo, se ha mostrado esperanza para su llegada el próximo año. Entre los aspectos mencionados, Alicia Gallego ha destacado la unión de las camareras con la Virgen, así como el olor a incienso tan característicos de esta fecha, la cerra derretida por las calles y el sonido de las bandas de música que acompañan a los tronos. Alicia Gallego Soler ha sido la encargada de recitar el pregón de la mantilla este 2021. En su discurso, ha hecho referencia a la ciudad de Melilla, su historia y evolución, y al entusiasmo vivido en sus calles de la Semana Santa. Así lo ha expresado:
“Regresar a la infancia tiene sus riesgos porque la inocencia y las fantasías han perdido su aroma y cuando te asomas al lago turbio del ayer nada es igual, ni la gente, ni el color de los árboles, ni siquiera el tamaño de las calles. Tampoco las piedras del camino que han sufrido tormentas y vendavales. Tus referencias se han modificado con el transcurrir de los años sufriendo una metamorfosis existencial. La nostalgia es la llave invisible que nos abre las cancelas del pasado, pero allí ya no encontraremos a la persona que fuimos. Aquel mes de abril, Melilla brillaba con una luz radiante, faltaba muy poco para la Semana Santa. Yo tenía once años pero vivía con intensidad la cuaresma. Más por el entorno de fuera que por mi familia que no tenía referentes cofrades. En el número 34 de la calle general Polavieja estaba la casa donde nací, con amplios balcones y una gran terraza, desde allí se divisaba el cine Perelló. El colorido de culturas con las que me críe, me aportaron vivencias y valores que han enriquecido mi vida, porque Melilla es una ciudad que tiene los brazos abiertos y un corazón generoso. Admirar y querer a tu tierra es muy fácil cuando esta es un ejemplo de tolerancia, armonía y puente de unión entre culturas.

La Semana Santa se divisaba por todos los sitios y los melillenses se preparaban para recibirla. Mi tía Ana, aparte de tocar el piano como los ángeles, también cosía muy bien. Allí dos bonitos vestidos negros se preparaban para ser estrenados por dos damas creyentes que veneraban la Semana Santa. Durante un mes, había estado confeccionando los trajes. Cada alfiler, cada mantilla y peineta tiene su historia. Algunas habían sido utilizadas por varias generaciones. Me llamó la atención una chica joven que destacaba por su elegancia. No había visto nunca una mantilla tan bonita con unas ondas alrededor que servían de marco dúctil para realzar los hilos en una composición magistral. Seguramente habría paseado muchas Semanas Santas y fuera un tesoro familiar”.

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Redacción

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