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“El Ramadán es una cuestión mental y espiritual y es ahí donde realmente está el desafío”

Melilla celebra un año más el mes sagrado del Ramadán, periodo dedicado a la reflexión y la purificación del cuerpo y el alma para todos los musulmanes. Ante ello, Yasmina Elmokhtari, responsable del área de cultura de la junta islámica, ha hablado ante este periódico acerca de la celebración con las medidas y las restricciones por la pandemia, afirmando que a pesar de la situación lo viven con gran alegría. Considerado uno de los cinco pilares fundamentales del Islam, el Ramadán sirve de purificación espiritual y corporal y es un mes dedicado a la reflexión y la convivencia, donde el rezo adquiere una importancia vital.

El inicio del Ramadán cambia cada año porque el calendario lunar islámico sigue las fases lunares. El comité de observación de la luna en Arabia Saudí determina su inicio y su final. El primer día es el día después de que el comité observe una nueva luna en cuarto creciente, algo complejo porque es bastante tenue y solo es visible durante 20 minutos. Si la luna no se observa a simple vista debido a la niebla o las nubes, se utilizan los cálculos lunares para predecir si se encuentra en el cielo. Por ello, este año se celebra del 13 de abril al 12 de mayo.

El Ramadán, uno de los meses del calendario islámico, también formaba parte de los antiguos calendarios árabes. El concepto ‘Ramadán’ procede del lexema árabe ‘ar-ramad’, que significa ‘tórrido’. Los musulmanes creen que, en el 610 d.C., el arcángel Gabriel se le apareció al profeta Mahoma y le reveló el Corán, su libro sagrado. Se cree que la revelación, Laylat Al Qadar —o «Noche del Destino»—, habría ocurrido durante Ramadán. Por ello, los musulmanes ayunan durante ese mes para conmemorar la revelación del Corán.
“El Ramadán es un mes de alegría, de unión y de reencuentro con uno mismo. Es un mes para recordar a Allah (Dios) y volver hacia él, para encontrar refugio y sosiego; es un periodo de descanso de lo cotidiano y una oportunidad para reflexionar sobre el año anterior y crear nuevas metas y objetivos para cada día ser mejor persona”, ha indicado Yasmina Elmokhtari, responsable del área de cultura de la junta islámica.

También ha destacado que, a pesar de las circunstancias, lo viven como una oportunidad de unir a las personas, aunque sea en la lejanía, y que este es un mes de alegría ya que en él consiguen purificar su cuerpo y alma a través de la adoración.

Su celebración se lleva a cabo rodeado de familiares o seres queridos. “Estos dos últimos años han sido diferentes, pero la ilusión por el Ramadán está presente. Las familias decoran sus casas, se preparan para este mes y lo viven con mucha ilusión. Es realmente un mes especial”, ha explicado Yasmina Elmokhtari.

Además, ha afirmado que, aunque la pandemia ha traído con sigo la imposibilidad de que la familia se reúna, la situación actual también les ha hecho reflexionar. “Nos está acercando más a Allah (Dios). Nos hemos dado cuenta de que somos vulnerables y muy frágiles, y esto, en algunos casos, ha incrementado nuestra fe”.

La celebración del Ramadán es una oportunidad para reflexionar a través de distintas perspectivas. No solo es una abstención de comer y beber durante las horas de luz, sino también un ejercicio mental para enfrentarse a todo aquello que les preocupa. “Es una oportunidad para buscar conocimiento y para aprender cada día más a través de las escrituras del Corán y la Sunnah (la tradición profética)”.

Durante este mes de ayuno, los musulmanes también se abstienen de beber alcohol y mantener relaciones sexuales del amanecer al atardecer. El ayuno es obligatorio para todos los musulmanes, excepto para personas enfermas, embarazadas, ancianas, que viajan o que menstrúan. Los días que no se ayuna pueden compensarse durante el resto del año, todos seguidos o en días separados.

Dentro de lo estipulado en el Corán y la Sunnah (la tradición profética) del Ramadán, se estipula que hay que abstenerse de la bebida y comida desde el Alba hasta la puesta de sol, que coinciden con dos rezos; el Fajr y el Magreb, dentro de este periodo el creyente no deberá ingerir ningún tipo de alimento (quedan exentos de esta práctica las personas que padecen enfermedades que les impidan realizar el ayuno, los niños, mujeres en estado de gestación), abstenerse de mantener relaciones conyugales, mantener un comportamiento y modales adecuados, no ser indecoroso, en definitiva, evitar todo aquello que difumina nuestro objetivo de adoración.

El ayuno es obligatorio para todos los musulmanes, excepto para personas enfermas, embarazadas, ancianas, que viajan o que menstrúan. Los días que no se ayuna pueden compensarse durante el resto del año, todos seguidos o en días separados. “El ayuno es para el creyente, en este caso musulmán, una obligación y constituye un pilar fundamental del islam y, por lo tanto, es de suma importancia y es un pilar prescrito por Allah (Dios) para nosotros. Es un pilar obligatorio para todas aquellas personas que hayan alcanzado la pubertad, que estén sanas y que tengan capacidad de raciocinio. A partir de aquí, las personas tienen libre albedrío y cada una de ellas será juzgada por sus actos”, ha destacado.
“Bajo mi experiencia personal, puedo decir que no requiere un gran sacrificio. De hecho, durante el periodo de ayuno me siento más activa y con más energía. Este es un hábito que se practica fuera del mes de ramadán mediante los ayunos voluntarios, por lo tanto, el musulmán prepara su cuerpo a lo largo del año para afrontar este mes, pero más allá de la abstinencia, es una cuestión mental y espiritual y es ahí donde realmente está el desafío.

Las comidas son oportunidades para reunirse con otras personas de la comunidad y romper juntos el ayuno. El desayuno previo al amanecer, o suhoor, suele tener lugar a las 4 de la mañana, antes del primer rezo del día, fajr. La comida de la tarde, iftar, puede empezar cuando finaliza el rezo del atardecer, Maghreb, normalmente sobre las 19:30. Desde que el profeta Mahoma rompió el ayuno con dátiles y un vaso de agua, los musulmanes consumen dátiles en el suhoor y el iftar. Los dátiles, un alimento básico de Oriente Medio, son ricos en nutrientes, fáciles de digerir y aportan el azúcar que necesita el cuerpo tras un largo día de ayuno.

Tras el último día del Ramadán, los musulmanes celebran Aíd al Fitr, tres días de celebración en los que se reúnen para rezar, comer, intercambiar regalos y presentar sus respetos a los parientes fallecidos.

Entre las actividades que ha organizado la Junta Islámica de Melilla este año en Melilla con motivo del Ramadán, cabe destacar el ciclo de conferencias que se llevaron a cabo del 8 al 11 de abril a modo de preparación. El 11 de abril tuvo lugar una ludoteca de preparación del bendito mes y el 12 se realizó un reparto de Coranes y cada día durante todo el mes su lectura a las 18:00.

Además, cada viernes hasta su finalización se llevará a cabo un foro femenino de conocimiento llamado ‘Redescúbrete en Ramadán’.

Además, el 1 de mayo a las 17:00 horas tendrá lugar u segundo encuentro de ayuno y adoración.

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Sandra Martínez

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