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¿Sirven para algo (útil) nuestros responsables públicos?

Podríamos apostar que lo de la vacunación masiva ni siquiera se ha llegado a plantear esta opción a Moncloa por no molestar, aun siendo las dos Ciudades Autónomas competencia del Estado en materia de sanidad y las que mayores índices de contagios sufren Esta es la pregunta que cabe hacerse cuando uno mira alrededor y ve cómo los problemas se eternizan y se quedan enquistados hasta que se hacen cotidianos, dejamos de reivindicar una solución y nos olvidamos de cómo eran las cosas antes de que aparecieran. Así ha pasado con el cierre de la aduana comercial. Vamos para tres años de su cierre. Es verdad que ahora, con la pandemia, lo más seguro es que hubiera estado sin actividad si aquel 1 de agosto de 2018, el país vecino no hubiera echado el cierre a las bravas, como hizo, sin que el Gobierno que, se supone que nos debe defender, moviera un dedo para ello. Pero la realidad es que, algún día, las fronteras abrirán de nuevo (se supone) y que la aduana, ojalá nos equivoquemos, siga como estaba, cerrada a cal y canto.
Ocurre también con la inmigración irregular de nuestros vecinos marroquíes, tanto los mayores como los menores. La rueda de prensa que ayer ofreció la delegada del Gobierno fue memorable en este sentido. Según ella, la inmigración de las personas adultas no es competencia del Gobierno. Está a punto de cumplir tres años al frente de la Delegación del Gobierno y no se ha enterado de sus responsabilidades, ya que la inmigración y las cuestiones relacionadas con la extranjería están entre ellas. Y ahí se incluyen los exmenores tutelados que han cumplido su mayoría de edad y las personas que están en la Plaza de Toros y que proceden de otros países. Una cosa es que la Plaza de Toros sea de la Ciudad Autónoma y ésta se haya decidido a pagar los gastos, y otra que quienes están allí sean responsabilidad suya. Con su pasotismo, la Delegación del Gobierno hace dejación de funciones, favorece que el problema que sufre Melilla se prolongue en el tiempo y se podría decir, incluso, que mira a otro lado con la inmigración irregular. Que estén las fronteras terrestres cerradas no quiere decir que no se puedan hacer repatriaciones.
A los melillenses nos deja la misma sensación de orfandad escuchar la postura de la Delegación del Gobierno respecto al hospital modular y las peticiones que cada vez más voces, incluidas las de profesionales médicos, hacen para que en Ceuta y Melilla se haga una vacunación masiva. Sabrina Moh apela al principio de solidaridad entre todas las regiones y aplaude que Gloria Rojas llamara al Gobierno para corregir “el desfase” de vacunas que había entre Melilla y Ceuta. Un desfase, por cierto, que se habría seguido produciendo si el reparto de vacunas Janssen se hubiera materializado esta semana, porque en la ciudad hermana iban a recibir 1.800 dosis, siete veces más que en Melilla.
Podríamos apostar que lo de la vacunación masiva ni siquiera se ha llegado a plantear esta opción a Moncloa por no molestar, aun siendo las dos Ciudades Autónomas competencia del Estado en materia de sanidad y las que mayores índices de contagios sufren. Provoca incredulidad la facilidad con la que la delegada rebota los problemas hacia la Ciudad Autónoma, aunque ahora algunos de los que allí mandan son sus compañeros de partido.
Los melillenses tendremos que seguir aguantándonos con estas lentejas mientras nos hacemos la pregunta que titula este Editorial. ¿Para qué queremos tantos cargos públicos, si no se parten la cara por Melilla cuando de verdad hace falta?

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