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Desde que Melilla copia a Ayuso le va mejor

Los hechos están dando la razón respecto a que el camino más efectivo no va en la línea de limitar, porque ello no solo ahoga a unos sectores económicos que han aguantado sin poder trabajar por una cuestión de salud pública, sino que también provoca más incumplimientos Melilla hizo “un Ayuso” abriendo la mano a los sectores productivos en la anterior Orden de la Consejería de Economía y Políticas Sociales. Una orden contradictoria con la anunciada y publicada 72 horas antes en el BOME y en la que, aunque el consejero lo negara, pareció haber influido sobremanera la concentración convocada por los hosteleros en la Plaza de España, después de varios días de protestas de su asociación, con la simbólica ruptura de los platos, delante del Palacio de la Asamblea.
Aquella orden salió publicada el mismo día de la concentración, apenas unas horas antes, el viernes 16 de abril. Los datos de la pandemia de aquel día cifraban en 566 los casos activos. Ha transcurrido cerca de un mes y aquellos datos parecen lejanos, rondando los 300. Aunque seguimos teniendo unas cifras altas, no lo son tanto como entonces y hemos bajado a prácticamente la mitad en apenas un mes. Es una evidencia que Melilla, que llevaba semanas estancada en la fase de meseta, ha conseguido romperla a la baja gracias a unas medidas menos restrictivas que aquí habían sido impensables hasta ese momento para nuestras autoridades sanitarias desde el inicio de la pandemia. Solo la presidenta de la Comunidad de Madrid se había atrevido a coger ese camino de mayor libertad, a contracorriente de gran parte del país, y ni allí se dispararon los contagios, ni aquí tampoco, sino todo lo contrario.
De hecho, ahora Melilla sigue la misma senda permisiva con una nueva Orden que iba a empezar su vigencia hoy viernes, según lo que anunció el consejero. Pero, o se equivocó al transmitir la información o ha cambiado de opinión, puesto que el BOME extraordinario publicado el miércoles con la Orden daba la sorpresa y las nuevas medidas entraban en vigor desde el mismo momento de su publicación. Es decir, desde el miércoles, la hostelería y el resto de las actividades consideradas no esenciales pueden funcionar hasta tres horas más, cerrando a las doce de la noche, se amplían aforos y se abren los parques infantiles, que en teoría llevaban cerrados desde el inicio de la pandemia, entre otras muchas medidas que abren la mano.
Los hechos están dando la razón respecto a que el camino más efectivo no va en la línea de limitar, porque ello no solo ahoga a unos sectores económicos que han aguantado sin poder trabajar por una cuestión de salud pública, sino que también provoca más incumplimientos. Lo vimos, por ejemplo, con las fiestas clandestinas, y el propio consejero de Salud Pública lo reconoció justificando el cambio de rumbo con unas medidas menos restrictivas: “Permitir una actividad regulada con mayor libertad nos permitirá reducir la actividad fuera de normativa”, que es la que estaba provocando más contagios, llegó a decir.
Melilla sigue ahora en esa senda, lo que supondrá un desahogo económico y social, y esperemos que también sanitario, que es fundamental y el principal objetivo. Eso también depende de la responsabilidad individual y colectiva. En la mano de todos y cada uno está.

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