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Invasión marroquí de Ceuta

En Ceuta las protestas contra Pedro Sánchez llegaron hasta el punto de golpear su vehículo por parte de manifestantes

“Ver lo que está delante de nuestros ojos exige un esfuerzo permanente”, escribió George Orwell. Así es, porque, de no serlo, no veríamos como normal lo que evidentemente no lo es, como el mantenimiento en nuestra ciudad de un Gobierno como el que tenemos, o como la invasión de la española Ceuta por el gobierno marroquí, utilizando a sus súbditos como arma agresiva.
Una persona que se esfuerza por ver lo que está delante de nuestros ojos es María Elvira Roca Barea, que en su gran libro “Fracasología” escribe: “La propaganda es una forma de gestionar la mentira que el español nunca ha podido aprender. No supo defenderse de ella en los siglos XVI y XVII y sigue sin saber en el siglo XXI. La actividad propagandística se ha transformado en la creadora o destructora de realidades… España en sus estratos profundos no se afrancesó jamás; lo que se produjo en el siglo XVIII fue la desconexión de las élites españolas respecto de las gentes trabajadoras o sea el sujeto paciente de la historia, que es paciente hasta que deja de serlo… La gran novedad de la Constitución de Cádiz de 1812 -cuyo padre fue Diego Muñoz Torrero, un cura liberal- es su concepto de soberanía, que ya no reside en la persona del rey, sino en la nación”. Y añade: “La realidad es, en la España americana, que 30 años después de la mitificada independencia la mayor parte de las regiones del imperio español de América se han hundido económicamente. El Imperio Español contaba todavía bastante en el mundo, siquiera por el prestigio de su nombre, pero los fragmentos que de él salieron pasaron a no contar absolutamente nada. Diecinueve países nacieron de repente y no debieron nunca ser más de cuatro, porque el proceso natural de fragmentación habría sido que cada virreinato (Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río de la Plata) se constituyera en una nación independiente, permitiendo así mantener las infraestructuras administrativas que ya existían”.
“El Estado debe ser delgado y fuerte, no gordo y débil como los que tenemos ahora”. De nuevo María Elvira Roca Barea, ahora en su primer libro “Imperiofobia y la leyenda negra”, que va ya por su 35º edición, nada menos. De nuevo mirando con atención el pasado para explicar, y explicarnos, el presente.

Gobernar sin hacer perder el tiempo
Es cierto que los gobernantes están muy solos, pero su primera obligación debería ser, al menos, la de no crear problemas gratuitos, como perder y hacer perder el tiempo con lo del lenguaje inclusivo, “todas, todos y todes”, por ejemplo. O convertir, desconvertir y volver a convertir Plazas de Toros en asilos de inmigrantes, por citar solo uno de los múltiples ejemplos próximos, melillenses.

Los ciudadanos españoles se han dado cuenta de que el rey, Pedro Sánchez, está desnudo, y no puede ser aplaudido. Los melillenses ya nos habíamos dado cuenta hace mucho tiempo de que nuestros gobernantes también andan desvestidos. La apuesta de Sánchez por un nuevo Frente Popular, con el actual Pablo Iglesias -no el del mismo nombre, fundador del PSOE en 1879- tiene ya todos los síntomas del fracaso. La situación española, como la mundial, no es hoy la de 1935, cuando el VII Congreso de la Internacional Comunista propuso la estrategia de los Frentes Populares, la coalición de los partidos proletarios y revolucionarios con los burgueses progresistas, coalición proyectada por Azaña que se hizo con el poder en febrero de 1936 y que terminó como todo el mundo sabe. La coalición CpM-PSME/PSOE, tampoco funciona hoy, ni podrá funcionar en Melilla. Es una evidencia a gritos, que se puede ver incluso sin esfuerzo permanente alguno.

Nueva marcha verde marroquí
Unos diez mil inmigrantes invadieron Ceuta, nadando o transportados cerca de la cercana frontera para que terminaran nadando un poco, en un solo día, el pasado lunes. Según fuentes policiales españolas, las fuerzas de seguridad marroquíes no hicieron absolutamente nada para evitarlo, sino al contrario. Innecesario es aclarar que tales fuerzas marroquíes obedecen órdenes. Contingentes menores, pero numerosos, casi 90 personas, consiguieron saltar el lunes por la noche las nuevas vallas de Melilla.

La situación, más indisimulada invasión que ataque migratoria sin precedentes, es muy grave -y muy angustiosa para los ceutíes- como bien dice el presiente ceutí, Juan José Vivas, y afirmaba ayer el líder de la oposición melillense, Juan José Imbroda -que ahora, pensando en una aplastante victoria en las elecciones de dentro de dos años, ya se encuentra cómodo en la oposición- y me parece que cediendo y cediendo ante Marruecos -la despreciable política que sigue, si es que sigue alguna, el actual Gobierno español- no vamos a conseguir más que lo que ya estamos consiguiendo: que cada vez pintemos menos en el mundo y que cada día Marruecos, obsesionado con el Sahara y contra Argelia, despreciando y utilizando como arma agresiva a sus súbditos más necesitados, nos trate peor. Vía Ceuta y Melilla, para empezar. Y solo nos queda, ante la manifiesta torpeza e incapacidad de nuestro Gobierno, recurrir a la vía Europa para intentar parar, política y económicamente, a Rabat. Del Gobierno Sánchez, a pesar de su rápida visita a Ceuta y Melilla de ayer, a pesar de la ministra de Exteriores que padecemos -es increíble que no haya sido cesada ya- no podemos esperar nada sólido y positivo contra esta catástrofe provocada por Marruecos. De algunos partidos políticos locales, ceutíes y melillenses, tampoco se puede esperar mucho, cuando de Marruecos se trata.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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