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Roberto Rojo, en el 25 aniversario de su ordenación: “Cristo es un Dios muy humano”

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Mañana miércoles, 12 de marzo, Roberto Rojo, vicario episcopal de Melilla, celebra sus primeros 25 años como sacerdote; un cuarto de siglo plagado de anécdotas, de encuentros y descubrimientos donde "las luces pesan más que las sombras" y donde, en su trabajo de servicio a los demás, ha podido encontrar a Jesucristo en el rostro de muchos hombres y mujeres. La razón es sencilla: "Cristo es un Dios muy humano". Roberto Rojo celebrará con una misa de acción de gracias este aniversario y afirma, de esta última etapa de su vida en Melilla, que lo más sorprendente "ha sido ese encuentro con la comunidad musulmana, que ha sido un acercamiento para vivir la fe de otra manera".

  • Esta semana cumple 25 años como sacerdote, ¿cómo asimila la conmemoración de estas bodas de plata?
  • Lo cierto es que aún no he asimilado lo de cumplir 25 años como sacerdote, porque me parece que fue ayer cuando me ordené y creo que estoy aprendiendo aún a ser sacerdote.

Durante esos días estoy recordando cosas y vivencias de estos 25 años de historia personal, en los que se han sucedido muchas cosas. Al principio de ser cura yo me preguntaba, al escuchar a los mayores, la de cosas que le ocurrían a los sacerdotes y que a mi no me habían pasado. Pero sí, es verdad que pasan cosas y vivencias, y claro que tienes cosas que contar, fracasos y éxitos, pero lo más importante son estos 25 años de relación con las personas que te ha puesto el Señor en el camino.

  • Y tras el tiempo transcurrido, ¿sabría definirme, según su experiencia, qué es ser sacerdote?
  • Ser sacerdote es servir a los demás, seguir aprendiendo a amar y tener muy presente a Jesucristo, saber qué es lo que nos mueve.
  • ¿En estos años de servicio, además de en su fe, se ha encontrado con Cristo?
  • Así es, en muchos momentos y ha habido instantes muy satisfactorios, en los que se ha cumplido aquello que dice el Evangelio que "cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Es verdad que cuando uno se encuentra con esos seres, personas enfermas o necesitadas, te muestras sincero, tal como eres, y te encuentras con Cristo. El motivo es que mucha gente se piensa que Cristo tiene que ser un ser muy especial, pero Cristo es Dios muy humano.
  • ¿Cómo va a celebrar este aniversario?
  • El día de mi ordenación fue el 12 de marzo y ese día, aunque tengo a primera hora un encuentro de cofradías, después me retiraré a un lugar donde no funcionen ni los teléfonos, para estar con el Señor, donde darle las gracias y decirle claramente que se fijó en un inútil, pero que aquí estoy para hacer su voluntad; para decirle que muchas veces la tarea es difícil y dan ganas de tirar la toalla, pero que cuando me encuentro con él cara a cara, que es difícil decirle que no. Después tendré un almuerzo con unas personas muy entrañables. Por la tarde seguiré con la tarea normal en la parroquia.

Después desde el jueves irán llegando persona de los lugares donde uno ha estado de párroco, amistades y familiares, para celebrar el sábado 15, a las ocho de la tarde, una misa de acción de gracias con todas las parroquias en las que he estado en estos 25 años de luces y sombras, pero que realmente se ha ido viendo cómo esa palabra de Dios ha ido calando en mi y en las personas que me rodean, y esto hay que celebrarlo.

En esta última etapa de mi vida quizás para mí lo más sorprendente, demostrando que el Señor te marca el camino a seguir, ha sido ese encuentro con la comunidad musulmana, que ha sido un acercamiento para vivir la fe de otra manera.

  • El aniversario coincide además con la Semana del Seminario.
  • Así es, porque así lo quiso en su momento don Ramón Buxarrais, que tuvo la inspiración del Espíritu Santo de ordenarme en ese momento. Pero voy a tener la gran suerte, algo que no pueden decir todos, es que me va a acompañar en esta celebración el obispo que me ordenó hacer 25 años. Es una gran suerte y es un regalo de Dios.
  • Reconoce que han sido 25 años de luces y sombras, ¿pero qué ha pesado más?
  • Siempre pesan las luces y eso es lo que te anima a seguir. Una anécdota, que habla de esas luces, quizás la que más me llamó la atención, se refiere a mi época de párroco en Colmenar. Allí había una mujer de campo analfabeta que sólo había recibido dos sacramentos: el bautismo y el matrimonio. Conmigo recibió los cuatro restantes: confesión, comunión, confirmación y unción de enfermos. Además comenzó a acudir a las catequesis y hoy en día es una persona que lee la Palabra de Dios en su casa y que incluso reza el rosario, cosa que no sabía. Y pienso que por ese sencillo ejemplo merece la pena ser cura.
  • ¿No le llamó nunca la vocación de ser misionero?
  • Considero que se es misionero en todas partes. Claro que de niño quise ser misionero e irme al centro de África, pero hay una cuestión importante que al ser mayor comprendí, es que no hay más dificultades en África que en cualquier parroquia de Málaga o Melilla. Son las mismas.
  • En este cuarto de siglo, ¿ha visto cambios en la comunidad cristiana?
  • Recuerdo de cuando mis inicios que monseñor Buxarrais alertaba de la escasez de vocaciones, que no había curas y que habría que cerrar las iglesias, que había mucha juventud que empezaba a perderse de la iglesia. Pero mi juventud había sido muy bonita, porque tuve cerca el contacto entre jóvenes y sacerdotes de una forma normalizada, y eso es lo que quise transmitir al ordenarme, transmitir esta experiencia tan bonita. Cuando comencé en Torremolinos lo hice, porque me pareció algo muy positivo el contacto intergeneracional, el encuentro entre jóvenes y mayores, porque tienen mucho que aportarnos y que contarnos sobre cómo ser felices con Jesucristo.

De aquellos años ochenta a hoy en día, la situación ha cambiado bastante. La juventud ha cambiado, no hay jóvenes en las parroquias y es muy difícil transmitirles este mensaje, porque lo tienen todo, pero echando la vista atrás sin duda lo más bonito ha sido poder dejar abiertas las puertas de las iglesias, a pesar de sus dificultades.

  • ¿Cómo se puede conectar con los jóvenes, qué decirles para que acudan?
  • Lo veo complicado, pero quizás lo que hace falta es abrir los ojos a un mundo nuevo, abrir los ojos a ese espíritu de servicio que hoy está un poco olvidado, ver que en el servicio a los demás también está mi felicidad, y que realmente siempre he aprendido de las personas mayores. Hay que arrimarse a la experiencia de la vida que ellos representan, porque no por el hecho de que sean cosas del pasado ya no sirven, porque la experiencia de la vida sirve para muchas cosas y no sólo lo moderno. Todo esto hay que descubrirlo, pero hay que abrir los ojos. Esto ayudaría a cambiar muchas cosas, y quizás daríamos mucho más valor a otras cuestiones, y el servicio a los demás podría ser mejor.
  • Estamos en plena Semana del Seminario y Melilla recibe habitualmente la visita de un seminarista para hablar de su experiencia. ¿Le daría algún consejo?
  • Desde el viernes pasado tenemos en la ciudad a un seminarista, a Fernando, que lleva cuatro años en el Seminario de Málaga y que volverá a la catedral el próximo viernes. El único consejo que le puedo dar es que mire, que vea, que observe y que desde ahí, actúe. No hay que decir nada más, porque cada persona tiene que abrir los ojos, observar y desde ahí actuar. Me decía ayer Fernando que veía complicado Melilla en la cuestión de la fe, y le dije que lo era, pero que no era difícil, sino que es una cuestión de entrega.

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Redacción

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