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Denuncia ciudadana

Los Pinares de Rostrogordo: Donde los aciertos dan la mano a los desaciertos

Hace unos días un melillense residente en la península, felicitaba a la ciudad por el notable y positivo cambio que habían sufrido Los pinares de Rostrogordo, y que para él, que no venía a la ciudad desde hacía años, resultó ser una verdadera y agradable sorpresa, pues recordaba cuando los coches podían entrar dentro del recinto ahora cerrado, y la zona más parecía un erial que un bosque. Desde estas páginas yo también quiero sumarme a esta felicitación a la Consejería de Medioambiente por el esfuerzo realizado, y mi agradecimiento por dotar a la ciudad de un lugar verde con un cierto valor paisajístico y bio-diversificado.

Que duda cabe de que la zona ha sufrido un cambio radical para bien, y que los esfuerzos realizados, tan sólo en unos pocos años, están dando sus frutos. De hecho el aspecto que hoy día presenta después de las lluvias caídas durante el invierno, es el de una zona agradable donde pasear, hacer deporte o relajarse y la de un pulmón verde que buena falta hace al planeta cada vez más desértico.

Sin embargo me gustaría, si me lo permiten, dar otro punto de vista, expresar una opinión que va más allá de la del sencillo paseante que lo ve todo verde. Debo decir que soy un amante de la naturaleza y un visitante habitual de las pocas zonas sin urbanizar que quedan en nuestra ciudad, también un aficionado a la botánica. Dicho esto me gustaría compartir con ustedes un sentir personal que me sucede cada vez que paseo por Los Pinos, pues siempre termino diciéndome lo mismo: “no vuelvo nunca mas”, y ¿por qué?, se preguntarán ustedes, sencillo, porque cada vez que voy a Los Pinos en vez de disfrutar de la naturaleza que tanto me gusta y llegar a casa reconfortado por el paseo, lo que me sucede es que me voy de mal humor, impotente, rabioso y hasta con dolor de cabeza, porque descubro una y otra vez que el tratamiento que se da a los árboles no solo no es el adecuado, sino que es dañino y peligroso. Por lo que termino paseando con la vista fija en el suelo para evitar ver lo que se les hace a los arbolitos jóvenes y no por algún vándalo, si no por los mismos servicios de jardinería.

Llevo años denunciando en cada ocasión que puedo, que las podas que se practican salvajemente en esta ciudad una y otra vez sobre los mismos árboles a los que no se les deja desarrollarse libremente con sus ramas, hojas, flores y frutos, y a los que se trata más como material urbano que como seres vivos, deberían ser reconsideradas y prohibidas por atentar contra la vida. Y en los pinos, donde se da un tratamiento más acorde a un jardín francés que a un bosque, no debería ser diferente. Allí no debería podarse prácticamente nada, quizás tan solo una vez cada diez años comprobar si hay alguna rama muerta o demasiado baja y que pudiera molestar a los paseantes, pues los bosques no se podan, se dejan crecer de forma natural tal como la naturaleza lo ha previsto. Y si la intención no es tener un bosque achaparrado, el consejo que les doy es el siguiente: dejen crecer los pinos durante unos 10 años, sin quitarle una sola rama, pasado este tiempo intervenir. No al revés, intervenir desde pequeños y podar los pequeños pinos hasta el limite de su capacidad, con el posterior resultado nefasto y ya sin solución. A los hechos me remito: cuenten cuantos pinos inclinados hay en Los Pinos, todos ellos son el resultado de haber sido podados en extremo. Cuenten cuantos árboles tienen una copa que no supera los 4 metros, todos ellos son el resultado de una poda errónea. Cuenten cuantos pinos no tienen más de 3 ramas principales, todos ellos son el resultado de una poda irresponsable. Cuenten cuantos pinos se giran sobre sí mismos perdiendo su natural forma de cono, todos ellos son el resultado de una poda agresiva. Y así podría seguir y seguir…

Repito: los pinos no se podan y los bosques tampoco. Los pinos son árboles que no regeneran sus ramas tal como lo haría un olivo, un eucalipto, un naranjo o un algarrobo. Todas las ramas que se les quita a un pino, son ramas que ha perdido de por vida y les aseguro que en esta ciudad se quitan muchas más de las que se deberían quitar. Con esto lo que se consigue es que aquellos árboles que con cariño y entusiasmo se plantaron hace 6 u 8 años, están siendo desgraciados para siempre, es decir, mutilados sin que se pueda hacer ya nada por ellos. Y yo me pregunto: si esto lo sé yo que soy un ignorante en la materia, ¿cómo es posible que no lo sepan los responsables de enviar allí una y otra vez a una cuadrilla de jardineros deseosos de coger en sus manos una podadora con mas ignorancia que escrúpulos? Por eso cuando paseo por allí regreso a mi casa mal, enfermo y enfadado por no poder hacer nada para remediar unas artes tan poco sensibles, tan poco acertadas y con unas consecuencias tan negativas.

Señores técnicos y responsables por los parques y jardines de la ciudad, se lo ruego y se lo pido por favor, no pongan en manos de personas inexpertas y sin formación una herramienta tan peligrosa como una sierra mecánica, el resultado es un dolor insufrible para los árboles: Los pinos porque ya estarán condenados de por vida, y los demás porque serán agredidos a un nivel tal que en ocasiones mueren porque pierden la capacidad de superar la agresión sufrida y con ello su regeneración será, en muchas ocasiones, imposible.

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