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Como cada 19 de marzo Melilla recuerda el fin de uno de los peores asedios sufridos en su historia

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Hoy miércoles, festividad de San José, se cumplen 239 años del fin de uno de los peores asedios que sufrió la ciudad de Melilla durante cien días, entre el 9 de diciembre de 1774 y el 19 de marzo de 1775 a manos de las tropas del Sultán de Marruecos Muley Mohamed. La heroica defensa de la ciudad, que costó la vida de más de cien de sus habitantes, entre hombres, mujeres y niños, será recordada hoy con un oficio religioso en la Parroquia de la Purísima Concepción a las doce de la mañana y con una corona de flores en el monolito del comandante general entonces, el mariscal Juan Sherlock, que se sitúa en el Túnel de la Florentina. El 9 de diciembre de 1774 el sultán de Marruecos, Muley Mohamed Ben Abdal-Lah, al frente de unos 40.000 hombres, acompañado por sus hijos los príncipes Mulai Ali, Mulai Maimon y Mulai Abderrahaman y sus generales, sitiaba Melilla, con el intento de asaltarla. Se rompía así un tratado de paz y amistad firmado en 1467 con España. La ciudad se encontraba muy mal pertrechada, apenas si tenía unos mil defensor y 43 cañones descatalogados por inservibles e incluso algunos reventaron al ser usados provocaron bajas entre los defensores de la ciudad.

Asedio
Según relata el cronista Francisco Mir Berlanga en su Breve Historia de Melilla, la ciudad no estaba preparada para hacer frente a la fuerza y poderío del ejército del sultán. Por ese motivo Carlos III dio orden de llevar a la ciudad todo lo necesario, desde hombres a alimentos y maquinaria defensiva. Si además de víveres faltaban armas, el hospital del Rey carecía de lo más básico. Por ese motivo se pidieron más de cien camas y escupideras, y para la farmacia real, hasta tarros de ranas y de ojos de cangrejos para los ungüentos de la época.

Entre tanto la ciudad se defendía con sus propios medios. Se aprovechó la llegada de un barco francés para evacuar a toda la población civil el 16 de diciembre. Pero Melilla y la costa se vieron azotados por 21 días de levante que impidieron la llegada de la necesaria ayuda exterior, por lo que la exigua guarnición se vio abandonada a su suerte, incluso por la escuadra del capitán don José Hidalgo de Cisneros que el 24 de diciembre tuvo que alejarse de la costa melillense por el mal tiempo. Fue una Nochebuena muy triste en la que se recrudecieron los ataques de los sitiadores.

El 29 de diciembre, con una leve mejoría del tiempo, llegaron a la costa 24 embarcaciones de transportes y otras de guerra, como el San Jenaro con 70 cañones. De esta forma la ciudad recibió cuanto precisaba para el largo asedio e incluso tuvo que devolver a Málaga parte de la mercancía por falta de espacio donde almacenarla. Durante cien días, la ciudad fue objeto de duros bombardeos y de escaramuzas por parte de las tropas invasoras, que fueron repelidas por los escasos habitantes de la ciudad, que tras la incorporación de refuerzos desde la Península sumaba 3.251 almas.

El asedio se prolongó por espacio de cien días, hasta la mañana del 19 de marzo de 1775, momento en el que el último de los estandartes del sultán desapareció de la vista de los melillenses, tras el levantamiento del campamento y la marcha de las tropas del rey marroquí. Según los historiadores, el sitio provocó en Melilla 509 heridos y 117 muertos, entre soldados y desterrados, una mujer y un niño, a pesar de que se ordenó el traslado de toda la población civil residente en Melilla a la Península.

Los cuerpos de las víctimas fueron enterrados en "la bóveda de las Ánimas, Patio de Tahona, Bóveda de la Soledad y en los alrededores de la iglesia de la Purísima Concepción". La vieja ciudadela melillense recibió a lo largo de los cien días de sitio los golpes de 11.368 cañonazos de manos de la moderna maquinaria de guerra que las tropas invasoras tenían dispersas a lo largo de todo el perímetro de la ciudad, desde la zona de Ataque Seco hasta la desembocadura del Río de Oro en el mar, que en aquel tiempo lo hacía por lo que actualmente es la Plaza de España.

Carlos III dictó que cada 19 de marzo se celebrara, con un oficio religioso, el fin del mencionado sitio en recuerdo a los defensores de la plaza, comandados por un valiente septuagenario, el mariscal de campo Juan Sherlock, de origen irlandés.

Monolito
El 19 de marzo de 1996 la Ciudad Autónoma inauguraba, entonces en la plaza de los Aljibes, un monolito en memoria del mariscal de campo Juan Sherlock y de los defensores del asedio de 1774-1775. Su autor fue el escultor almeriense Francisco Perales Morcillo. El bloque, elaborado con piedra extraída del Gurugú, pesa siete toneladas y en la ejecución del trabajo se invirtieron dos millones de pesetas, unos doce mil euros. Actualmente se ubica a la salida del túnel de la Florentina. El monolito recibe cada año, en la conmemoración de esta efeméride, una corona de laurel a manos de las autoridades de la ciudad, en recuerdo de los defensores de la ciudad.

Según recoge el Catálogos de Monumentos y Placas de la Ciudad de Melilla, el monolito incluye labrados dos escudos, uno nacional y el segundo, de la ciudad. Además recoge la leyenda: "In Memoriam del Mariscal de Campo Juan Sherlock, nombrado comandante general de Melilla por el Rey de España S.M. Carlos III para dirigir la heroica defensa de la plaza durante los cien días en que fue sometida a sitio por las tropas del sultán de Marruecos, Muley Mohammed Ben Abd Allah. In Memoriam de todos los defensores de Melilla: 9 de diciembre de 1774-19 de marzo de 1775".

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Redacción

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