Muchos retos tiene la Delegación del Gobierno y aunque esté bien solicitar una mayor cooperación de Europa, es necesario que también desde el Ejecutivo Central se den los pasos necesarios para atajar este tipo de situaciones Los saltos que se produjeron el jueves y las espectaculares imágenes que nos dejaron, con guardias civiles escalando a lo más alto de la valla para bajar a unos 170 subsaharianos que se habían encaramado a seis metros del suelo y escenas en las que se ve a un inmigrante quitándole la porra a un agente, otra en la que arranca el casco de la cabeza a un guardia y la más impactante, la que se observa como un inmigrante prende fuego con un mechero a su chaqueta y la arroja sobre un guardia civil, han dado la vuelta en todos los medios, no solo nacionales sino también internacionales. También espectaculares las imágenes de los agentes de los Grupos Rurales de Seguridad (GRS), en su "lucha" cuerpo a cuerpo en la alambrada, usando aerosoles que desprendían gases con pimienta para hacer frente a la agresividad de los inmigrantes, como frenar los ataques en forma de lanzamiento de prendas de vestir en llamas o intentos de agresión con las defensas arrebatadas a las fuerzas del orden, dan un idea de la nueva forma actuar de los subsaharianos. A la "moda" de quedarse encaramados en lo alto de la alambrada durante horas, gritando diversas reivindicaciones como "libertad" o "bosa, bosa" (victoria, victoria), se unen otras acciones denunciadas por el propio Ministerio del Interior, como simular estar heridos, sufrir desmayos que no son tales y otro tipo de artimañas, todo ello con el objetivo de aparentar estar heridos y conseguir ser atendidos por Cruz Roja o ser incluso trasladados al Hospital Comarcal, con lo que logran ya quedarse en Melilla y no ser rechazados en el mismo perímetro fronterizo.
El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, comparecía ayer mismo con el Coronel Jefe de la Comandancia de Melilla Ambrosio Martín Villaseñor para dar cuenta de lo que sucedió el jueves y corroborar las críticas de Interior sobre la violencia mostrada por los indocumentados y a las nuevas formas de actuar de los subsaharianos, aunque dejando claro que sin intención alguna de criminalizar a los 'sin papeles'. Reconocen que los inmigrantes buscan un futuro mejor y que son las primeras víctimas de las mafias que trafican con seres humanos, pero dejaron claro que la inmigración es positiva siempre que sea legal y regulada, no a la fuerza como las avalanchas que se vienen produciendo en nuestra ciudad. A estas situaciones, que han llevado al CETI de nuevo a máximos históricos, con 1.900 acogidos, hay que sumar ahora la gravedad que supone el levantamiento de un campamento ilegal de chabolas junto al Campo de Golf de Melilla, con lo que ello supone de problema de orden público, seguridad y de salubridad porque, entre otras cuestiones, los inmigrantes -empezaron los sirios y ahora se les han unido los subsaharianos- tienen que hacer sus necesidades en plena calle.
Muchos retos tiene la Delegación del Gobierno y aunque esté bien solicitar una mayor cooperación de Europa, es necesario que también desde el Ejecutivo Central se den los pasos necesarios para atajar este tipo de situaciones para que no vayan más. De lo contrario, el futuro que nos espera en esta materia se presenta muy, muy oscuro.
