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Atril ciudadano

La Justicia tarda, pero llega

…Los años pasaron y la verdad se puso de manifiesto. Dos lustros después de la llamada “Operación Palmera” contra el narcotráfico llevada a cabo por la Guardia Civil, la insidia y la calumnia, la mentira y la desvergüenza quedaron patentes tras la condena de un nefasto guardia civil, y peor servidor público. La Audiencia Provincial de Murcia, tras el fallo unánime de un jurado popular, ha determinado el hecho delictivo del citado que, no contento con su fechoría, arremetió mediante querella criminal en su momento contra sus mandos y algunos compañeros de la Comandancia melillense y de Almería porque decía “sentirse perseguido y víctima de la venganza por su honestidad”. De lo único que, realmente, se sentía perseguido es de su atroz falacia y espurio proceder, como se ha constatado.

Fue, los hechos lo avalan, la historia de un colaborador necesario para malograr la acción pública contra uno de los grandes males de nuestro tiempo: la droga y el mundo que le rodea y pudre. Pero, insisto, no satisfecho con esta función, denunció a compañeros y mandos como rala estrategia de defensa. En esto, no estuvo solo, no. El diario “El Mundo” se encargó de divulgar ante la opinión pública el falso argumento de su discurso. La Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) ayudó a materializar aquella venganza, contra sus mandos y compañeros, uniéndose a la querella que este lanzó contra los mismos. Insustancial querella, posteriormente archivada por la sección séptima de la Audiencia Provincial de Málaga en Melilla.

Nadie pide que aquella comparsa del hoy condenado pida perdón, aunque sería tan deseable como utópico el propósito, pero al menos si que deberían reconocer el error de acompañamiento y pantalla que el transcurso de los años, demasiados, ha puesto en evidencia. Y lo evidente es que un individuo de inmerecida etiqueta como guardia civil, como agente de la ley, ayudó a delincuentes por dinero, ocasionando un grave daño a la sociedad y cuestionando, en su momento, el noble nombre y la imagen de la propia Benemérita y con nombre y apellidos de muchos de sus miembros.

La opinión pública fue engañada, se le hurtó la verdad, quedando esta suspendida hasta que la Justicia la ha puesto negro sobre blanco. El medio de comunicación citado, estuvo cegado por la espectacularidad de un supuesto escándalo de mafia policial. La asociación corporativa, con aspiraciones sindicales, “seducida” por ir contra “superiores” en el Cuerpo, simplemente por el hecho de serlo, se dejó llevar en su apoyo por quien menos lo merecía. No debe olvidar la AUGC que, guardias civiles son todos y, todos, merecen solidaridad y respeto, menos quienes deambulan al margen de la honestidad, profesional y personal, que fue, precisamente, a quien ellos respaldaron.

Quienes pusieron orquesta, aquellos que hoy callan, silencian lo que por coraje y estatura moral ausentes, debieran reconocer, al menos, como un error de los que deben ser admitidos. A quienes intentó vilipendiar con su denigrante huída hacia delante, no les queda otra cosa que la satisfacción del orden del deber y el proceder correctos y, si acaso, el consuelo al saber que todo el mundo conoce ahora quién fue qué en la “Operación Palmera” y los días que le siguió, la Justicia tarda, pero llega.

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