La Policía no permitía a un joven empresario local que cobrara los 25 millones de pesetas que le habían tocado en el sorteo de la Once, en tanto no se aclarase si los billetes eran suyos o eran los que había denunciado un funcionario de Trasmediterránea que decía que alguien le había sustraído. Finalmente el flamante ganador pudo cobrar su dinero sin más problemas.
Los sueldos de las autoridades gubernativas en sus distintos ámbitos copaban la atención de la prensa, por sus elevados sueldos, que venían a chocar con la austeridad que proclamaba el gobierno. Ejemplo era que el delegado del Gobierno en Melilla, Manuel Céspedes, cobraba 800.000 pesetas, cien mil más que el de Ceuta. Pero el que más cobraba por este concepto era el de Aragón, casi un millón de pesetas.
