Un sol de justicia y el fervor por la Virgen del Rocío empujó ayer a decenas de melillenses hasta los Pinos de Rostrogordo, donde la cofradía de la que es titular la Blanca Paloma organizó una gran romería con la participación de numerosas entidades y asociaciones de la ciudad. El ambiente festivo, el olor a sabrosa comida y los bailes por sevillanas fueron la nota predominante de la jornada, que puso el broche de oro a unos días plagados de actividades en los que el fervor rociero y la solemnidad quedaron, una vez más, a la vista de todos. La jornada transcurrió con total normalidad desde que el camino dio comienzo a una hora muy temprana con el rosario de la aurora y un buen desayuno. No fue el único avituallamiento de los romeros. "Llevamos comiendo desde las ocho de la mañana", reconoció ayer el propio hermano mayor de la cofradía, Gregorio Castillo, para dejar patente que quienes acompañaron ayer a la Virgen del Rocío no dejaron de compartir la comida que llevaban para reponer fuerzas durante el camino.
La tranquilidad del camino fue una constante durante toda la jornada, en la que no hubo ninguna incidencia, gracias entre otras cosas al despliegue de seguridad que llevaron a cabo varios agentes del GPR de la Policía Local, a los que se sumaron la Cruz Roja y los voluntarios de Protección Civil, presentes tanto en el camino como en los Pinos.
La nota negativa fue la bajada de participación respecto a años anteriores, tal y como admitió Castillo. Sin embargo, eso no empañó la alegría de los romeros, que estuvieron acompañados por las principales autoridades de la ciudad que acudieron para la entrega de premios. Hubo para todos, desde los más pequeños, de apenas unos meses, hasta la romera de más edad, Antonia Dura, que hizo el camino con 86 años.
