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La sobreprotección y conceder todos los caprichos, entre las causas de la violencia de hijos a padres

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Considera el psicólogo melillense Daniel Ventura que detrás del grave problema de la violencia de hijos sobre padres pueden encontrarse cuestiones como la sobreprotección y el conceder todos los caprichos. Afirma que el camino es la prevención, reforzando los comportamientos buenos y castigando los malos, pero siempre de forma proporcional, al objeto de trasladar a los niños que toda acción tiene una consecuencia. Manifiesta que la violencia filio-parental es un problema que crece, de ahí que recomiende a los padres que no sepan afrontarlo, a que no duden en pedir ayuda y ante las situaciones más graves, el paso a dar es denunciar al hijo "por muy difícil que resulte" porque a partir de ahí se puede actuar. La Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip) alertó hace unos días del problema cada vez "más grave" de la violencia física y psicológica de hijos a padres, una cuestión que ha pasado a ser un problema no ya familiar, sino social. De hecho, según los datos de la Fiscalía General del Estado, en España hubo 4.659 denuncias en 2013 por este aspecto, una cifra que se mantiene estable en los últimos años, pero que ha crecido desde 2006. Sevifip advierte que estas estadísticas solo reflejan las denuncias y que en el caso de los menores de 14 años no se refleja, y que el problema "va a más" debido a la edad de inicio cada vez más baja y el incremento en el número de chicas que agreden a sus progenitores, entre otras.

Se apostilla que en la violencia filio-parental no existen diferencias por clase socioeconómica, que se produce en un contexto social en el que se ha "diluido" la autoridad de los adultos, y en la que sufren tanto padres como hijos, por lo que se señala que es necesario reubicar la figura de padres e hijos en el entorno familiar y social.

Melilla
En sus quince años de experiencia profesional el psicólogo melillense Daniel Ventura señala que se ha enfrentado a este problema de la violencia filio-parental en más de una ocasión. Reconoce que, aunque no novedosos, sí que se viene "incrementando de forma considerable en los últimos tiempos". Lo peculiar es la gravedad de algunos de estos comportamientos que pueden poner en serio riesgo la vida de los progenitores.

Señala que son varias las causas o factores que pueden llevar a este tipo de comportamientos violentos en jóvenes adolescentes. Una de las causas puede estar en "un mal estilo educativo" por parte de padres que han sobreprotegido a los hijos "regalándoles cosas sin venir a cuento, sin que hubiese un buen comportamiento que los justificara y estos niños al llegar a la adolescencia o incluso antes, muestran una agresividad extrema hacia los padres, un comportamiento que se puede iniciar con cosas que pueden llamar la atención, como dar golpes en las paredes o las puertas, o romper objetos en pataletas".

Con los años esta agresividad se acrecienta llegando al extremo de que el niño preadolescente o el joven que "se siente frustrado porque no tienen en el momento lo que desean, recurren incluso a agredir físicamente a los padres". Afirmó que estamos hablando de jóvenes "sin capacidad para resolver conflictos, que no tienen herramientas para resolver sus problemas, son poco habilidosos tanto dentro como fuera de casa a la hora de relacionarse, hacer amistades y mantenerlas. Son jóvenes que pueden tener una estructura personal patológica porque su personalidad no se haya formado bien", indicó. A veces este tipo de comportamientos también se ven agravados en el caso de jóvenes que consumen sustancias estupefacientes, que roban, extorsionan o maltratan a sus padres para conseguir dinero.

Víctimas
Señala el experto que principalmente son las madres las que suelen ser las personas agredidas, en especial cuando el joven ha vivido en un ambiente de violencia de género en el que ha crecido con el modelo del maltratador. Por lo general, los padres que sufren este problema "no se atreven a denunciar porque es su hijo, pero si hablamos de agresiones tan graves que pueden incluso llegar a la muerte, no hay que pensárselo, y es necesario denunciar porque puede ser el camino de poner fin al maltrato". A estos jóvenes, en su mayoría adolescentes de más de 14 años, es preciso realizar con ellos terapias de reeducación.

Los especialistas deben realizar evaluaciones psicológicas y psiquiátricas que puedan ayudar a determinar los motivos por los que el joven genera este comportamiento agresivo, "saber si es que existe una patología o si es por el consumo de sustancias para poder concretar qué tratamiento llevar a cabo". Pero afirma Daniel Ventura que no resulta sencillo desarrollar con estos jóvenes que se acercan a la mayoría de edad, terapias conductuales o de reeducación buscando, como se persigue con programas como los que lleva a cabo la Comunidad de Madrid, que sean más empático y a que aprendan a resolver los problemas de forma más adecuada. En cualquier caso "estamos hablando de un proceso largo y si son jóvenes de más de 16 años, es más difícil porque son mucho más libres y a no ser que haya una medida judicial que les obligue a ello, puede resultar imposible, por lo que en estos casos la denuncia de los padres es el primer paso necesario".

Aclaró el psicólogo que el aconsejaría a los progenitores presentar denuncia cuando la gravedad de la situación lo requiera, porque en estos casos "la intervención judicial prima por encima de la psicológica, que puede venir después". Cuando las agresiones son "continuas y frecuentes, cuando existe una pérdida de control importante por parte del joven, en estos casos el primer paso es ponerlo en conocimiento de la justicia", afirmó. Manifestó Daniel Ventura que hay que diferenciar lo que son las pataletas de los niños pequeños de los comportamientos agresivos y violentos de los adolescentes.

Prevención
Manifestó el especialista que se puede prevenir "en gran parte" la violencia filio-parental cuando la relación de los padres con los hijos, desde el primer momento, "no sea ni permisiva, ni autoritaria u hostil, sino democrática, dándole responsabilidades desde que tienen dos años y no dar premios si no es por un buen comportamiento; que aprendan a controlar la frustración y que sepan que pueden perder cosas si se comportan mal". Afirmó que la educación de los hijos "no termina nunca, es un proceso largo y a veces creemos que les queremos más porque les regalamos muchas cosas y es un error".

La detección precoz del problema es sencilla, según afirma. "Los síntomas son claros: vemos que dan golpes en las puertas, que han tirado por ejemplo el mando de la tele o el móvil, que hace gestos como de querer pegarte. Esas cosas hay que intentar, por todos los medios, modificarlas y esa es labor de los padres y si no pueden, que busquen asesoramiento profesional porque si estos comportamientos no desaparecen pronto, se cronifican".

Preguntado sobre cómo actuar cuando el niño se comporta mal, indicó que lo mejor es actuar cuanto ya se ha calmado. Si por ejemplo ha cerrado la puerta a golpes, "lo obligamos a cerrar y abrir la puerta de forma correcta y le decimos que la próxima vez que lo haga mal, lo repetirá diez veces seguidas, y que si ha manchado algo, que lo limpie". La idea es que aprendan que "cada hecho tiene una consecuencia y de la misma forma que les podemos castigar por portarse mal, como puede ser no comprarle rápidamente el mando de la tele que haya roto, también hay que reforzar el buen comportamiento" en el momento que se produce. Es decir, "que toda conducta tiene una consecuencia directa, inmediata y proporcionada a la situación, tanto en sentido positivo como negativo".

Daniel Ventura afirma que en sus muchos años como psicólogo ha tratado también casos de violencia filio-parental en Melilla. "En estos quince años he tratado unos seis o siete casos serios de agresiones de hijos de 12 años en adelante, y también he visto muchos casos de niños pequeños que montan el espectáculo en casa e incluso llegan a dar alguna patada, pero en niños pequeños ese comportamiento puede ser normal, pero hay que ir modificando estas conductas, y esto es algo que por lo general los padres saben tratar de forma normal, pero si no pueden, que no duden en pedir ayuda a los profesionales". Señaló, por último, que aunque se trata de un asunto que preocupa, "no hay que generalizar", pero sí que indicó que es preciso ponerle remedio y esa es una labor de la familia.

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Redacción

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