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La valla en alerta

Con los actuales dispositivos, las entradas serán mínimas, como ocurrió este lunes. Otra cosa, sería catastrófica porque la vulnerabilidad del vallado sería una realidad. Lo vivido ayer en la valla demuestra que, a pesar de la tranquilidad vivida durante los últimos diecisiete días, en el perímetro fronterizo nunca se puede bajar la guardia. En el primer día de la semana, entre las cinco y las siete de la madrugada, se registraron hasta cuatro intentonas, coordinadas, por distintos puntos de la alambrada. Una muestra más de que estas avalanchas están organizadas y no dejan nada a la improvisación porque se reparten por grupos numerosos para dividir la acción policial y con ello tener más posibilidades de penetrar en nuestra ciudad. Asimismo, los subsaharianos han ido amoldando los artículos que usan en cada momento en la valla y ahora, con el mallado antitrepa, van provistos de clavos en las zapatillas para poder escalar la alambrada así como garfios y cuerdas, para poder superar los obstáculos fronterizos. Todo esto sin contar la violencia con la que se emplean, armados con piedras y palos, y otras estrategias como usar el "arma del miedo" del contagio del ébola u otras enfermedades tropicales, para evitar la acción de la Guardia Civil.

Al margen de todo esto, en los saltos de ayer hubo de unir la colaboración inesperada que tuvieron los mejannis y los guardias civiles de manos de los porteadores que cada mañana pasan por Barrio Chino. Estos se enfrentaron a los inmigrantes para posibilitar que el puesto fronterizo no se cerrara por una nueva avalancha y con ello perder un día de trabajo, en una actividad -la del llamado comercio atípico- de la que viven miles de personas en los alrededores de Melilla.

Con lo ocurrido el lunes 17 de noviembre, queda otra vez muy claro que la presión será una constante, como muestra el hecho de que en lo que llevamos de año 2014, un total de 14.000 personas han intentando introducirse en Melilla por pasos no habilitados para ello y sin la documentación pertinente. A todo esto hay que unir los que pasan por los puestos fronterizos con pasaportes falsos, en este caso inmigrantes que puedan simular ser marroquíes, como son por ejemplo los argelinos y ahora sobre todo los sirios.

La cuestión, no obstante, es que con las medidas emprendidas en el perímetro fronterizo, tanto de materiales como la malla antitrepa como de personas como los refuerzos que ha habido de los Grupos Rurales de Seguridad de la Guardia Civil o de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, cada vez es más difícil entrar por la valla. Pero, y esto lo saben muy bien en Delegación del Gobierno y en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, no ha lugar a dar ni un paso atrás porque la presión continuará. Con los actuales dispositivos, las entradas serán mínimas, como ocurrió este lunes, donde accedió solo uno de los entre 300 y 400 que lo intentaron. Otra cosa, sería catastrófica porque la vulnerabilidad del vallado sería una realidad.

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