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El escritor melillense Juan Antonio Miranda, explora en su última novela, ‘El abedul’, el lado más perverso de los totalitarismos a la vez que propone una defensa de la libertad del individuo

“Me aterran los nacionalismos, los dogmatismos y todo sistema que no respeta y desprecia a las minorías”

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Nos conocimos en el año 2001, caminando por los pedregosos senderos del Rif y desde entonces, siempre que paso por Madrid, intento al menos tomarme un café con él, aunque sean unos pocos minutos, el tiempo no importa. Juan Antonio Miranda es uno de esos melillenses expatriados, parte de la amplia diáspora norteafricana que habita la vieja piel de toro. Digo que nos conocimos caminando por el Rif porque Juan se apuntó a una excursión a pie que organizamos un grupo de amigos, desde Melilla hasta el Peñón de Vélez de la Gomera.
Aquellos días tuvimos tiempo de charlar sobre muchos temas pero sobre todo, de literatura. Juan Antonio Miranda ya había escrito y publicado. En Melilla se conocía uno de sus libros, Ulad Mlilia, y desde entonces ya no paró. Son varias las obras que ha ido dejando escritas por el camino, el de la vida claro, y el último de ellos es cuando menos sorprendente pues se adentra en el conocimiento y descripción de uno de los regímenes totalitarios más dañinos de la historia europea, el soviético.

A muchos les parecerá extraño que un melillense escriba sobre estos temas. Miranda lo explica en la entrevista que proponemos a continuación, una forma de dar a conocer a una sociedad y sus costumbres, a la opresión del comunismo en la antigua Unión Soviética y también al sentir social de miles de rusos que nunca entendieron perdida la batalla por la libertad. ‘El Abedul’, pues así se llama su último libro, es en definitiva eso, un canto a la libertad. A través de sus páginas el lector podrá reflexionar sobre aquellas cuestiones que atañen a nuestra capacidad de decisión, de elección. También sobre la opresión del totalitarismo, e igualmente sobre la esperanza, porque ésta, la esperanza de ser libres, es lo que ha movido a nuestras sociedades en occidente para llegar a ser lo que somos hoy en día.

P. Esta no es tu primera novela y sin embargo sí creo que es aquella en la que desarrollas un mayor contenido político.

R. Efectivamente, aunque no creo que sea una novela política. Pero escribir con libertad una historia que transcurre dentro de los límites de la Unión Soviética y no hablar de política es harto difícil; por lo menos para un occidental. Para un escritor ruso de aquellos tiempos no le era tan difícil, el propio ambiente que le rodeaba se lo ponía fácil, ya que se podía hablar de todo menos de política, como ocurría aquí en los tiempos de Franco, salvando las distancias. No obstante, no la considero una novela política, la considero una novela social, de costumbres, de explicar cómo se vivía en Rusia en aquellos tiempos, aunque directa e indirectamente la política está presente en su desarrollo.

P. Sin duda parece un alegato contra el comunismo, una de las ideologías más perversas que ha creado la humanidad.

R. Indirectamente sí, aunque en principio no fue concebida como tal. Pero con el transcurso de los acontecimientos que se iban narrando, contando la verdadera situación de la sociedad rusa bajo el dominio soviético, la realidad narrada condenaba por sí misma a la ideología marxista, a pesar de que constato con satisfacción que todos los personajes de la novela sean rojos, blancos o neutros han gozado de toda mi estima y objetividad. Los personajes son ficticios, pero el marco en el que se mueven se ajusta plenamente a lo vivido en aquellos años de la Unión Soviética. Si alguien, que de todo hay en la viña del Señor, le estomaga esta verdad y no estuviera de acuerdo con ella, le respondo diciéndole: si en las seiscientas páginas de la novela me demuestra una falsedad, e incluso una exageración, estoy dispuesto a rectificar. A mí me mueve la verdad, no la ideología.

P. La labor de documentación habrá sido importante. Explícanos cómo lo has logrado, pues demuestras un gran conocimiento del tema.

R.Me he leído más de 40 libros entre novela y ensayo, además de innumerables artículos de todo signo obtenidos en Google. A algunos lectores les ha sorprendido el detalle con el que se narra la novela, diciendo que con ello les parecía que se encontraban en el mismo lugar de la narración. Por ejemplo, las diferentes marcas del vodka o de los cigarrillos, o el color de la caja de cerilla o la descripción del paisaje. También me han ayudado mucho la colaboración de mi cuñada Raisa, de mi amiga la doctora Sémina, la del periodista moscovita Víctor Cheretski, y muy especialmente la de Galina, mi mujer, ya que sin ella, sin sus historias y sin su guía cuando visité la extensa Rusia hubiera sido muy difícil, por no decir imposible, haber escrito esta novela.

P. A lo largo de la novela se mezclan aquellos personajes dotados de una gran humanidad, como la protagonista, con otros que son justamente lo contrario, despliegan lo peor del ser humano. Tal vez intentas mostrar lo contradictorio de la condición humana.

La contradicción es condición humana. Dentro de nosotros llevamos la semilla de Dios y la del diablo en total desequilibrio. Estoy muy cercano a Dostoievski, que escribió sobre el verdadero y auténtico humanismo, el humanismo cristiano. Veía en cada hombre, aún en el más degenerado y vil, la imagen divina, todo lo contrario del llamado humanismo marxista, que es un humanismo satánico.

P. Parece que el comunismo exacerbó el lado más oscuro de las personas y sin embargo algunas de ellas resistieron sus embates, ¿Cómo fue eso posible en la URSS, tuvo algo que ver el sentimiento religioso?
R. En cierta medida sí, como fue el caso del pope sabio Pavel Florenski. El sentimiento religioso es válido en muchas situaciones dramáticas. Aunque creo que en la resistencia contra el marxismo leninismo en Rusia no fue exclusivo, ya que sentimiento religioso era mínimo. Por ejemplo, en la novela está el caso del disidente ingeniero nuclear y judío agnóstico Iskander, que se opuso basándose en sus conocimientos científicos apoyados en la experiencia que estaba viviendo o mejor expresado, sufriendo.

P. Relacionado con lo anterior ¿Ha sido la religión el único salvavidas para muchas personas en el régimen comunista de la antigua URSS?
R. Con la doctrina marxista la religión quedó como algo residual, de otros tiempos. Expongo un pasaje de la novela: “Cuando los jóvenes terminaron de arrojar la última palada de tierra, la baba Marusha, elevó a los cielos, con su cascada voz, un Padre Nuestro, que fue seguido, en parte, por otras tres o cuatros abuelas. Sólo las viejas recordaban sus plegarias a Dios. Era el remedio para olvidar que les quedaba a algunas ancianas, los hombres tenían el vodka”. También se encontraba la resignación, el miedo o como se señala en la novela: convertirse en sonámbulo.

P. ¿Intentas aleccionar del peligro de las ideologías totalitarias como el comunismo?
R. No fue mi intención. Mi idea fue dejar constancia de la realidad vivida por millones de seres humanos, tras las numerosas historias que Galina me había contado. Pero una vez terminada y viendo los resultados, algo de eso hay, de lo que no me arrepiento.

P. ¿Ha servido de ejemplo el desastre soviético para nuestras democracias o por el contrario estamos banalizando algo aquella historia terrible de opresión?
R. No ha servido. Jean François Revel en su libro El conocimiento inútil empieza diciendo: “La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”. Y acierta de pleno. Después del desastre económico y moral dejado en donde el comunismo ha imperado, sin esa fuerza hubiera sido imposible que siga vivo en medio mundo. El marxismo no ha muerto, se ha reconvertido en filo marxismos o en marxismos descafeinados, jugando siempre con la crítica de los males del capitalismo, como dije en el presentación de la novela: “La maldad y la injusticia representadas por los crueles abusos de los poderosos, su corrupción y ambición desmedida, es el argumento del que se valió y se sigue valiendo el marxismo, con todas las variantes que tiene esa palabra, para culpar de todos estos males al capitalismo y justificar así su doctrina, cuando la historia ha demostrado con creces que en la aplicación de la doctrina marxista, esa maldad tiene una consecuencia mucho más nefasta y trágica para la Humanidad al negar como principio la dignidad y libertad del individuo”.

P. ¿Debemos temer la vuelta del totalitarismo?
R. Más de media humanidad vive bajo la bota del totalitarismo marxista, filo marxista e islamista. Ante ello, claro que debemos temer la vuelta del totalitarismo. La única defensa que tenemos es educar en la verdad para quitarles la careta y denunciar constantemente los males del capitalismo como dijo, Cristian, el tercer abedul de Olga: El marxismo, que es una consecuencia de las maldades del hombre bajo la capa del capitalismo, se alimenta constantemente de los fallos de él, que a pesar de ellos es el único sistema que garantiza una cierta libertad. Para no caer en las del marxismo, que tienen una consecuencia mucho peor, acaso la solución se encuentre en denunciar los abusos, la codicia y la corrupción, vengan de donde vengan, provengan de la banca inhumana y usurera, de la industria poderosa sin escrúpulo o del beatífico Vaticano; en definitiva denunciar constantemente la política economicista mundial sin ética que la controle, explicando al mismo tiempo, sin ambages, las terribles consecuencias de vivir en una sociedad marxista. Y en libertad, de momento, esto es posible.

P. El personaje principal, Olga Aptekova, es un ejemplo de superación en su lucha por la independencia y la libertad de pensamiento. Sin duda contrasta con los sucesivos intentos de adoctrinamiento y manipulación que hemos sufrido en las últimas décadas en España. ¿Qué podemos aprender del personaje de Olga?
R. La voluntad para superar las dificultades que el destino iba poniéndole, su firme decisión de salir de la aldea, a pesar de la oposición de su padre, su rebeldía cuando se dio de baja del Komsomol, la organización juvenil comunista, la dificultad en sus estudios, la fortaleza demostrada ante su infructuoso amor, y su constante decisión de vivir en una sociedad donde se respetara la libertad y la dignidad del individuo.

P. ¿Cómo llega un melillense como tú a escribir una novela crítica con el comunismo?
R. Melilla me enseñó a ser multicultural, me aterran los nacionalismos, los dogmatismos y todo sistema que no respeta y desprecia a las minorías, menoscabando con ello la dignidad y libertad humana.

P. En una de tus novelas ambientadas en Melilla y Marruecos, ‘Ait Aixa’, tratas también de algo tan cercano a la gente como es la convivencia de culturas o sencillamente, el multiculturalismo. ¿Crees que Melilla puede servir de ejemplo de tolerancia frente a la intransigencia del totalitarismo?
Con la anterior respuesta he contestado la pregunta. La relación judaísmo,cristianismo e islam siempre me ha interesado. Tanto en Ulad Mlilia como en Ait Aixa traté el tema con profusión. Tampoco lo he dejado en olvido con El abedul: la abuela de Olga, la babuschka Saniá, era musulmana, su amigo Iskander era judío y ella se refugia en el cristianismo a través del mensaje de Jesús: ama al prójimo como a ti mismo.

Por Marcos Rober

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