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Barrio Hebreo, ejemplo de hermandad para Melilla

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Desde ayer y hasta el próximo 23 de diciembre el Club Marítimo acoge la exposición “Un repaso por los 150 años de la presencia judía en Melilla” que organiza la Asociación Cultural Mem Guimel. La muestra recoge fotografías, documentos e incluso enseres litúrgicos y vestimentas que hablan de la historia de la comunidad judía melillense desde su establecimiento en la ciudad en 1864, fecha en la que los judíos regresan a España, a través de Melilla, desde su expulsión en 1492.

Además para ahondar en esta historia, gracias a una beca de investigación del Instituto de las Culturas, la historiadora y comisaria de la exposición, Mª Elena Fernández, presentó ayer las primeras conclusiones del estudio que lleva un año realizando sobre el Barrio Hebreo, el primer asentamiento fijo para la población judía llegada a Melilla huyendo de Marruecos, en especial de la zona de Taza. Fue en 1905 y aquella zona eminentemente judía pasó en 1917 a convertirse en lo que más tarde ha llegado a ser Melilla, un ejemplo de multiculturalidad al convivir en la misma calle familias judías, cristianas y musulmanas. Según la historiadora, existió una total convivencia y hermandad entre las distintas comunidades que compartían con absoluta normalidad el día a día, “de hecho se trataban como si todos fueran familia”.

El barrio Hebreo fue el germen de esa comunidad judía local que en 1930 llegó a estar integrada por siete mil personas y que, buscando mejoras económicas, emigró a América e Israel hasta reducir su número a poco más del millar actual. No obstante, los antiguos residentes siguen pasando por el barrio cuando tienen ocasión, en especial aquellos que emigraron a la península.

Indicó Mª Elena Fernández que en la investigación ha tenido oportunidad de entrevistar a antiguos pobladores y aunque “son personas mayores que no han oído hablar de interculturalidad, sí que afirman que había una total convivencia entre vecinos, que no había nadie por encima de nadie, que todos eran iguales”. De hecho muchos de aquellos primeros residentes judíos llegados de Marruecos, como también las familias musulmanas, aprendieron español en Melilla, porque o hablaban tamazigh o la jaketía.

La principal conclusión del estudio, aún abierto, es que el barrio hebreo, en el que ahora sólo viven tres familias judías que siguen hablando de la convivencia entre vecinos de distintas culturas, fue el primer ejemplo de interculturalidad de Melilla, que con el tiempo se extendería al resto de la ciudad.

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Redacción

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