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Altura de miras

Difícilmente un proyecto acometido en esta ciudad hasta ahora se puede comparar a la ampliación del puerto, considerada como el revulsivo que necesita la situación económica de Melilla y la esperanza de solución al grave problema del paro La ampliación del puerto, el proyecto del que tanto hemos oído hablar los melillenses a lo largo de estos últimos siete años, está un poco más cerca. Hasta tal punto, que la Autoridad Portuaria puso ayer fecha para que empiecen a echar las primeras piedras al mar: principios de 2016. Es decir, poco más de un año para que empiece a rodar uno de los proyectos más ambiciosos de futuro que ha tenido Melilla en su historia. La importancia de esta obra se adivina con sólo ver el presupuesto tan elevado que requiere, alrededor de 200 millones de euros. Difícilmente un proyecto acometido en esta ciudad hasta ahora se puede comparar a la ampliación del puerto, considerada como el revulsivo que necesita la situación económica de Melilla y la esperanza de solución al grave problema del paro que en la ciudad no ha hecho más que crecer en la última década. La importancia de buscar alternativas es evidente al observar que el modelo económico basado en el comercio no da mucho más de sí por la crisis endémica que lastra su desarrollo, aunque el hecho de que se apueste por la ampliación del puerto como una opción de desarrollo viable no significa que no haya que seguir haciendo esfuerzos para intentar salvar el comercio. Es más, la ampliación del puerto podría ser el antídoto que necesita el tejido productivo melillense actual porque un puerto más grande y con más actividad dinamiza el comercio y crea riqueza, además de empleo, que es la clave para que el dinero circule en las calles.

Por desgracia, pocos en Melilla han tenido esa altura de miras que requiere apostar por la ampliación del puerto para aprovechar nuestra posición geoestratégica en el Mediterráneo, no quedarnos atrás respecto a puertos vecinos y, además, generar el suelo necesario para el desarrollo económico y social de esta ciudad a medio y largo plazo. Y decimos esto porque hay que recordar la soledad con la que el PP ha apoyado el proyecto en estos años. El resto, o han mostrado tibieza para no mojarse o directamente le han dado la espalda hasta el punto de tomárselo a cachondeo o, lo que es más grave, boicotearlo para que no saliera adelante en los despachos de Madrid mientras el PSOE estuvo gobernando. Sólo el cambio de color político en La Moncloa hace tres años ha permitido que la ampliación del puerto dé los primeros pasos, aun cuando se trata de un tema de ciudad vital para nuestro futuro.

Es curioso que quienes guardaron en un cajón el proyecto ahora tengan tanta prisa porque se lleve a cabo, como está haciendo el PSOE al criticar la tardanza con la que el Gobierno de Rajoy está trabajando en esta obra, como si fuera tan fácil como echar un huevo a freír. Sólo así se explica que los socialistas y sus compañeros de camino pregunten tanto por esta obra a cada oportunidad en los plenos de control o en ruedas de prensa, cuando antes ni siquiera querían oír hablar de él ni tampoco planteaban propuestas alternativas que puedan sacar a Melilla del atolladero económico en el que se encuentra. Afortunadamente, quienes tantas pegas ponen se encuentran en el carro de la minoría, que es quizá lo que explica esa nula capacidad que tienen para no ver más allá de sus propias narices en el presente y en el futuro.

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