Esta llegando el momento de la Navidad cristiana o católica, significa que es hora de pensar más en Dios y su hijo Jesús, cualquier otra banalidad de opulencia aunque sea esta un pequeño hecho satisfactorio, si lo pensamos bien, es a su vez una contradicción. Recuerdo aquellos años de niñez, haya por el 43, en que la abuela Mercedes se ¡mataba! ante aquel fogón de carbón, una vez con olla, otra con cacerola, por supuesto con el horno y cómo no la sartén, todo ello entre quita y pon de los aros de las hornillas o lo fuegos, los que llegaban a estar al rojo (y no miento). Recuerdo cuando nos hacia gachas con harina de almorta o preparaba caracoles, más por gusto del abuelo Pedro que por ganas de los demás, en aquella freidora de churros, limpiándolos de babas, al fuego con harina y removiendo con aquella cuchara de madera hasta su limpieza máxima. Me llamaba la atención por el mucho trabajo que la daba aquella calurosa cocina de carbón; eramos ocho. Y a pesar de estar del corazón, seguía impertérrita con sus muchos quehaceres en la cocina. Antes, la compra en el mercado de Hermanos Miralles, con lo que conllevaba en aquellos tiempos, la edad y la bolsa de la compra, en un trayecto andado; casi diariamente.
Cuando llegaba la Navidad era una dedicación especial, lo primero el nacimiento, figura a figura y más; ahí entraba, la abuela Mercedes, mi tía Merce, Mimí (Emilia) y yo de trae y lleva. El resto, en su trabajo. Pues bien, dentro del fervor de la Navidad y fiesta de guardar, nos permitiamos el turrón, aquel de Jijona y de Monerris Planelles o El Almendro, que por cierto, yo me relamía entre el duro y el blando de almendra. Sigo con la misma manía gustativa después de tantos años. Y todo, porque otra mujer (yosuhombre) Modesta ella, ha logrado, con nuestras otras dos mujeres (hijas Beatriz y Rocío) seguir manteniendo, más modernamente, la tradición; la hoy en día tan vapuleada. Pero a pesar de todo y del trabajo profesional que tienen, siguen trabajando igual que mi abuela Mercedes (pero sin carbón de hulla o de cok/coque), con el mismo espíritu de sacrificio, y su trabajo profesional, lo que nos deja a los hombres en una mayor y desequilibrada circunstancia, aunque hagamos nuestros pinitos doméstico ¡sólo pinitos! o chapuzas.
En la Navidad, pensamos en el nacimiento de Jesús, como estrella que es de nuestra fe, y penitente por nuestros pecados, como Cristo Jesús. Lo cual (el pensamiento) es lo lógico. No como esta pasando con el día de todos los Santos que, ahora, nos lo quieren convertir como eso tan pagano de Halloween y cachondeo. Pero dentro de la Navidad, observo que, casi no pensamos en su madre María, la que como mujer y en consecuencia baúl del recuerdo de nueve meses protegido y desarrollado, es la estampa de la mujer de la cual casi no pensamos, y lo curioso es que son nuestras madres que, con sus senos nos alimentaron. Parece como si la costumbre las quitase su verdadero y real valor.
Y no digamos del Padre terrenal, parece que sólo existe en el belén, aunque éso sí, festejamos la fiesta de guardar de San José, porque nos representa como padres, que se le guarde o no (su día) eso es otro cantar. Usted y yo no nos quejamos y estamos satisfechos, pero vemos por ahí cada cosa… Sobre todo en vacaciones. Aprovecho para felicitarles a "todos" el día de Navidad; y sin comillas, para todos, un feliz y Próspero Año Nuevo. Muy en especial a ésta prensa.
