En Melilla en estos días se habla y se censura, aparece la incredulidad ante tanto rotulo que va a desaparecer pero sobre todo se va perdiendo lo que fue Melilla. Aquella de las terrazas y pastelerias en la calle principal, cuando tenia vida cualquier dia del año y era el centro de reunión y punto de encuentro donde tantas parejas se formaron y tantos juegos infantiles en pandilla vivimos en tardes de largos veranos.
Esa Avenida no era igual a otras, tenía su melillismo pero sobre todo conocia del esfuerzo de quienes emigraron a esta costa y supieron hasta dormir encima de un mostrador o recorrer campamentos militares del Protectorado para vender papel de fumar. Si imaginariamente caminaramos por esa calle podiamos recorrer tantos lugares…Villa de Madrid, La Levantina, El Acueducto, La Pilarica, Bar Zaragoza, La Ciudad de Sevilla, Joyeria Valderrama, La Flor de la India, Escaño, Noel, Papeleria Rafael Boix, Pasteleria La Campana, Papeleria Carlos y Luis Boix, La Palma, Palacio Oriental, Dalamal, La Reconquista, Café Nekor, Elisia, Neguri, Teruel, Café Canarias, La Mallorquina, Sunder, La Hispana, Armeria Eibarresa, Joyeria Madrid, y tantos otros, todos cerraron y los que quedaban lo hacen ahora. La Avenida de siempre se debió patentar como si de un contrato blindado se tratase frente a la especulación y la pérdida de identidad. A partir de ahora todo será mas impersonal y uniformado, cuando entremos en algun local no sabremos si estamos en la Calle Larios o en el Paseo del Espolón. Siempre que he escrito sobre estos temas he apostado por la convivencia del comercio tradicional, eso si especializado, como ocurre en Logroño, además de las franquicias y con una gran superficie en Melilla. Sin olegarios pero con muchos otilios. Se trata de que la oferta para el consumidor sea la mas amplia posible invirtiendo aquí y creando puestos de trabajo, además de adquiriendo materiales. De todo esto mucho tienen que decir las organizaciones empresariales. El melillense asiste a la desaparición de marcas, al cambio de fachadas y mucho mas, es el adios a partes de la vida de cada uno y de la propia esencia de esta tierra. Algunos comercios se iran a otros lugares, como Segundo Navarro, Papelería La Española o Foto Imperio, otros como Jamna, pleitearan y unos pocos como La Giralda darán un hasta siempre. Hoy no es dificil encontrar carteles de liquidación total en pleno centro de Melilla, es el anuncio previo al cerrojazo en la mayoria de los casos porque no pueden afrontar unos alquileres nuevos y astronomicos. En fín, ese maldito parné que cambia y compra voluntades, que pone en la calle a muchos y a otros, los vuelve de oro. Esta columna hace un homenaje a los empresarios de tantas generaciones que supieron construir, a los trabajadores que fueron capaces con su sueldo de sacar a sus familias adelante. Ahora con esos cambios naceran buenos propositos que coincidiran con el nuevo año, se hara inevitable la comparación, se opinará sobre como se decora un escaparate o de la calidad de un producto, del trato con el cliente o como naceran hábitos de lugares e incluso de horarios. La Avenida y con ella todo el centro, tal vez, no respetará la hora de la siesta y permanecera abierta ininterrumpidamente. Cuando el sol se ponga y los cierres electricos desciendan en los establecimientos comerciales, esa Melilla quedará desierta hasta mañana en que nacerá otra oportunidad para comprar y vender, como siempre fue y como seguirá siendo. Feliz año.
