Los que fueran cinco miembros de la Junta Directiva de la sociedad deportiva sin ánimo de lucro Club Campo de Golf Ciudad Autónoma de Melilla, dos de ellos dimisionarios hace meses, han presentado ante el Juzgado de Instrucción de Melilla, mediante el procedimiento penal, denuncia contra el capitán jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Melilla y contra el cabo que ha instruido las diligencias número 2015-10083-000003, por el delito de atentar contra la integridad moral de las personas, tipificado y penado en el artículo 176 del Código Penal. A las cinco denuncias presentadas por los que son y fueron miembros de la Junta Directiva del Club, que ejercieron y ejercen su función directiva sin recibir dinero alguno, se sumarán, sin duda, otras denuncias provenientes de la mayoría de las otras once personas, políticos, funcionarios y técnicos de la Ciudad Autónoma de Melilla, a los que, como es habitual en la práctica del capitán jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Melilla, con número de identificación F84308G, se les llama masivamente a declarar, previa filtración a los panfletos o la redes sociales ilegales en los que diferentes miembros del lamentable partido político PPL, que dirige el condenado Ignacio Velázquez y que financia el empresario monopolista que recibe millones de euros de la administración pública y financia una televisión por cable alegal, Gustavo Cabanillas, previamente se encargan de airear las intervenciones del capitán de la Guardia Civil, intentando crear una atmósfera delictiva basada en denuncias políticas y sin fundamento real alguno, con el objetivo de minar al Gobierno de la ciudad de Melilla y a los que ellos consideran que apoyan a dicho Gobierno.
Daño injustificado a la integridad moral y la dignidad de las personas
Las cinco primeras denuncias presentadas contra el capitán de la Guardia Civil evidencian "un daño totalmente injustificado a la integridad moral y a la dignidad, provocado, a sabiendas de su innecesariedad, una situación humillante y vejatoria hacia las personas", personas que, previamente citados, acudieron a declarar, que en ningún caso lo hicieron en calidad de detenidos y a los que se sometió a una práctica exclusivamente prevista, como este periódico ha tenido ocasión de comprobar en fuentes judiciales, para detenidos, como es la recogida forzada de huellas dactilográficas y toma de fotografías desde distintos ángulos.
Con el agravante de que todos los vejados advirtieron previamente a los que realizaron tal "reseña" sobre la ilegalidad de lo que estaban haciendo, recibiendo la respuesta de que era una orden de su jefe, en algunos casos, o del juez, en otros.
Es de esperar que, desde los Juzgados, se abran a la mayor brevedad posible las correspondientes Diligencias Previas que pongan fin a una sucesión de hechos y abusos protagonizados desde la jefatura de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Melilla, con el agravante de su filtración previa a un partido político cuyo objetivo es "reventar al Gobierno", como indican distintas fuentes a este periódico, e intentar aterrorizar a los técnicos y funcionarios de la administración pública local a base de denuncias incesantes, que, como ocurre con las que ahora lanzan y airean contra el Club Campo de Golf, no tienen base alguna, excepto la que puede significar la pésima gestión del que fuera gerente del Club, Ignacio Suárez Ramos, que ya venía ejerciendo su función gerencial antes de que el Club hubiera sido creado, y al que la Junta Directiva cesó hace meses, al mismo tiempo que le denunciaba en los juzgados.
"Melilla no puede seguir soportando una situación así, tan injusta" es la opinión generalizada a la hora de juzgar la actuación del capitán de la Guardia Civil y la suciedad de un partido político, el PPL, que sin duda pagará en las elecciones de mayo el daño que ha estado haciendo a los melillenses.
Unos melillenses que también muestran su extrañeza porque ni el delegado del Gobierno ni el coronel jefe de la Guardia Civil en Melilla hayan hecho nada para impedir las desmesuras, y los posibles delitos, del capitán.
