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EL TORREON DEL VIGIA

¿Dónde está el PP?

La Convención que el PP ha celebrado este fin de semana mira al quinto mes del año y a Aznar como agua de Mayo. Hace mucho que se viene percibiendo que el PP de Rajoy se ha ido diluyendo unas veces al actuar como D. Tancredo y las mas dejando hacer para ver si los otros se cansan. Los que organizaron este mini congreso no contaban con Barcenas en la calle que no para de hablar y de retar sacando pecho, ¡con la que tiene encima!, además de José María Aznar, dirigiendo a un rebaño disperso y adormecido desde la tribuna para pedirles ambición. Criticas cuando dicen que la crisis amaina. Que saquen ahora a Aznar no supone otra cosa que aceptarle como referente, aunque los dirigentes de ahora no quieran verlo y le consideren ese jarrón chino de difícil ubicación que es Santa Bárbara ante la tormenta o el Cid en su última batalla. Los campos de Castilla son adustos como el carácter de su buena gente, Aznar es así y lo volvió a ser allí subido de pie mientras los demás, en sus butacas pegados de sus espaldas, escuchaban a un orador que no defrauda. Les hizo reflexionar al preguntarles donde se encuentra lo que estaba construido y surgió el silencio y leves susurros positivos. El sabe perfectamente donde está cada cosa simplemente porque el hizo los planos de la casa común del centro derecha en España, los otros llegaron luego y mas tarde aparecieron los que se pegaron al carro ganador, algunos sin tener ni idea ni ideas, otros hasta fueron enemigos declarados del PP, pero en fin están ahí, haciendo mas daño al proyecto inicial que contribuyendo a su expansión como la verdadera mayoría natural. Celebrar en estos momentos una Convención de este calibre solo busca la unidad frente al desanimo creciente de su base social de toda la vida y que sirva de pistoletazo de salida a unos comicios para los que se echa de menos una primarias para elegir a los mejores. En Madrid se busca en estos tres días argumentos para una remontada, pero esta, sin duda, vendrá de no zigzagear en criterios cuando existen cimientos sólidos que no deben jamás apartarse o de un rearme ideológico como acertadamente recordó Esperanza Aguirre o de esa suma y suma como no se cansa de repetir José María Aznar. Por eso su discurso no podía empezar sin aludir a las victimas del terrorismo que están decepcionadas, a ese Gregorio Ordóñez que fue asesinado hace veinte años, por ser el mejor, y a tantos otros. Asumió culpas pero dijo que hay un proyecto frente a secesionistas, populistas de esa izquierda a la que se le cayo antes el muro de Berlín y ahora el del chavismo. E insistió en que a su partido hay que incorporar a personas de valía, y si usted que me lee lo piensa es lo que reclamamos todos, hartos ya de repetir las mismas caras de siempre, con sus malas maneras y viejas actitudes que no significan que por estar sean los mejores sino al contrario son los mas dóciles a un autotitulado líder que es de barro, pero que provoca rechazo. La niebla y la confusión de la que habló Aznar debe despejarse y afrontar lo que tenemos encima con realismo y desde un ideal de nación de todos y para todos, donde prime el interés general sobre esos particularismos de aldea o con políticas de Estado y no de partido. Mucho tiene que escuchar un partido a la calle y sobre todo no perder el rumbo que lo hizo grande e ilusionante para una mayoría social.

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