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El Torreón del Vigía

La cita del Sr. García

melillahoy.cibeles.net fotos 1112 Angel Gil

Buenos días, ayer hice una reserva… a nombre de Diego García, sí, un momento lo compruebo, efectivamente, aquí tiene su tarjeta, es la habitación trescientos veinticinco, bienvenido. Según una encuesta de ámbito mundial realizada por un portal de búsquedas de alojamiento, el treinta por ciento de los españoles que se ha hospedado alguna vez en un hotel ha realizado la reserva de última hora para tener un encuentro romántico. Pero otro dato del estudio revela que uno de cada diez españoles ha utilizado un alias a la hora de reservar una habitación con el fin de pasar desapercibido.
Los apellidos más comunes para permanecer en el anonimato y por este orden son: García, Martínez, González, Pérez y López. Aunque quieren buscar la explicación a todo esto en Hollywood y en la industria del cine, con los seudónimos de Brad y Angelina que usados en establecimientos hosteleros pasan a ser Bryce y Jasmine Pilaf, lo cierto es que siempre existieron capas y embozados, inclusas donde ocultar las llamadas vergüenzas, duelos a primera o segunda sangre, palacios que escalar y balcones o armarios donde resguardarse u ocultar una personalidad.

Todo esto forma parte de una literatura ya desde la Edad Media que basaba el éxito de las conquistas en el arte de la seducción o en sumar nombres de mujeres como trofeos de caza, de una larga lista de desdichadas que caían engañadas o que se volvían locamente enamoradas, mientras los maridos guerreaban o sufrían el abandono de hombres que las superaban con creces en edad y con los que se casaban por exclusivo interés económico o social.

Podíamos pensar en Madame Bovary o ya en La Regenta de Clarín donde se refleja la rebelión del individuo frente a unos cánones rígidamente establecidos. Pero a vueltas con esta encuesta, el veintidós por ciento de los españoles han reconocido que estaban con alguien con quien no debía estar, mientras que el treinta y seis por ciento afirma haber usado un alias simplemente para divertirse y el diecinueve por ciento explica que alguna vez ha tenido que utilizar un sobrenombre porque su apellido implica cierta dificultad de comprensión y escritura. Las nuevas tecnologías han dado la vuelta a los papeles, superan en aventuras y con creces a las marcas de carmín o a ese perfume que delata o incluso a ese olor a leña de otro hogar que cantaban Mocedades.

Lo virtual puede convertirse en ese amplio punto de encuentro que por falta de tiempo o de iniciativa del solicitante en una sociedad individualista e impar ha desplazado a la exclusividad que hasta hace nada tenía el salir de copas y entrar en aquellos amores de barra que en los noventa describieran en forma de canción, Marta y Marilia, Ella baila sola, donde era y sigue siendo la mujer la que decide, la que pone fin a la historia cuando sale el sol, que calcula no acercarse demasiado y que hasta las cinco sabe utilizar pero que no hace falta que vuelva a ver a quien se cree conquistador por naturaleza.

El Don Juan hace décadas que también es mujer y sabe moverse con escurridiza facilidad, jugando a seducir y llenando ese espacio de tiempo, atención y cariño que le falta. La igualdad también llegó a esto o piense que puede estar donde siempre estuvo en cuanto a tener una última palabra aunque algunos no quieran darse cuenta de ello, al final lo mejor es haberlo vivido, compartir un dialogo y ese momento.

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