Cuarenta inmigrantes de origen subsahariano lograron saltar la valla de Melilla ayer en la entrada más numerosa de este año. Cinco lo hicieron en ambulancia, ya que tuvieron que ser trasladados al Hospital Comarcal para ser recibir asistencia sanitaria, dos de ellos por fracturas en la pierna y el tobillo, por lo que tuvieron que quedarse ingresados mientras el resto recibía el alta. Todos ellos formaban parte de los más de 600 subsaharianos que protagonizó ayer una madrugada de “intensa presión” sobre el perímetro, que arrancó a las 2.00 horas con varios conatos. Finalmente, a las siete de la mañana se registró el salto masivo en la zona de Barrio Chino, pero la situación no se normalizó hasta seis horas después porque una veintena de inmigrantes se quedaron encaramados y se negaban a bajar. Según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno, el dispositivo anti-intrusión fue activado a las dos de la madrugada de ayer, cuando la Guardia Civil detectó a unos 400 inmigrantes por la zona de Villa Pilar, cerca del aeropuerto de Melilla. Tras ser controlados por el instituto armado y las fuerzas auxiliares marroquíes, se dividieron en varios subgrupos y siguieron intentando aproximarse al perímetro por varias zonas.
Varias horas después, sobre las siete de la mañana, un grupo más pequeño formado por unos 200 inmigrantes lograron alcanzar la valla por la zona próxima a la frontera de Barrio Chino, y protagonizaron un salto masivo que terminó con 35 subsaharianos adentrándose en la ciudad al grito victorioso de “bossa, bossa”. Así estuvieron durante todo su recorrido, custodiados por coches policiales, hasta que llegaron al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde una vez más se reprodujeron las escenas de alegría y emoción entre los que llegaban y los que les daban la bienvenida, antiguos compañeros del monte Gurugú.
Según las ONG, la mayoría de los que entraron ayer procedían de Costa de Marfil. Todos ellos consiguieron rebasar el importante despliegue de seguridad, en el que participaron numerosas patrullas de la Comandancia de la Guardia Civil y la Agrupación de Reserva y Seguridad (ARS) que refuerza desde hace meses el perímetro fronterizo. Asimismo, intervino el helicóptero, que estuvo sobrevolando la valla para controlar desde el aire los movimientos de los diferentes grupos en los que se habían organizado los inmigrantes. También hubo un numeroso refuerzo del dispositivo de vigilancia al otro lado de la valla por parte de las fuerzas auxiliares marroquíes.
Encaramados
El intento de entrada no terminó hasta varias horas después, ya que una veintena de inmigrantes se quedaron encaramados en la zona alta de la alambrada y se negaban a bajar pese al frío y las indicaciones de la Guardia Civil, que puso varias escaleras a pie de valla. Los últimos se bajaron pasada la una y media de la tarde, aunque antes los agentes habían repartido bocadillos y agua entre los inmigrantes. Marruecos se hizo cargo de todos ellos.
El paso fronterizo de Barrio Chino y los accesos estuvieron cerrados mientras los inmigrantes seguían encaramados. Por esta razón, ayer no hubo tránsito de porteadores en esta zona, uno de los puntos donde más saltos se han registrado a lo largo de los últimos meses de presión migratoria en la valla. Además de ser el más cercano a los campamentos del monte Gurugú, también es uno de los que más garantías ofrece a los inmigrantes gracias a las viviendas cercanas que hay construidas en el lado marroquí, que dificultan el despliegue.
Intensa presión
La Delegación del Gobierno reiteró ayer su “total apoyo” a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado “ante la intensa presión” sobre el perímetro fronterizo de Melilla. Además, insistió en “la necesidad de no admitir que los asaltos masivos y a la fuerza sean una constante” en la frontera Sur de Europa, habida cuenta que “no es un modelo de inmigración al que nos debamos resignar por el bien de los inmigrantes”.
