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BUENOS DÍAS

Aquellas mujeres

melillahoy.cibeles.net fotos 1127 Andres Hernandez

Dejaban la ropa en el baño de hojalata durante la noche, para aclararla en la pila a la mañana siguiente. No tenían lavadora. Tenían una tabla de lavar, un trozo de jabón del Abanico y sus manos. Las manos de aquellas mujeres de la posguerra, que tanto dieron y tan poco recibieron. Aquellas mujeres de las colas, y los apuntes en las tiendas, que apenas podían pagar, porque los sueldos eran cortos y largas las necesidades. Y sin embargo, aquellas mujeres solían hacer el milagro de los panes y los peces, para poner la necesaria comida de cada día. Aquellas mujeres de las camisas de los hijos, zurcidas a la luz del quinqué. Que solían madrugar para encender los carbones. No tenían hornillas de gas, ni Vitro cerámicas. Eran hornillas de carbón, que muchas veces le llenaban la casa de humo, porque algún "tizo" venía envuelto en ellos. Aquellas mujeres que solían pasarse gran parte de sus vidas arrodilladas en la limpieza de los suelos, sin más fregonas ni limpiezuelos que un trapo y un trozo de jabón. Y lejía. Mucha lejía, para intentar desinfectar de parásitos e insectos de aquellos cuartos, la mayoría de las veces, hacinados por niños y ancianos. Aquellas mujeres que dejaron su juventud entre cuatro paredes, sin más afeites que el agua de la fuente y el jabón Heno de Pravia. Aquellas mujeres del baúl, la escoba, la cal, los velos y los lutos, y que a pesar de todo, también tenían ganas de cantar, recordando a Concha Piquer o a La Malena, conocida también como Imperio Argentina. Aquellas mujeres, abuelas y madres. Tías y vecinas, que solían soñar con Valentino, Mojica o el joven galán Gary Cooper… Aquellas mujeres melillenses, del Desastre de Annual, del Polvorín de Cabrerizas, del 17 de Julio… Aquellas mujeres que, a pesar de tantos quebrantos y miserias, supieron, porque quisieron, estar presentes cada día, ante una familia y una ciudad, dando un ejemplo, sin arengas ni medallas, de entrega y de servicio…
Creo, y así lo defiendo, que en esa remodelación del Parque Hernández, aquellas mujeres también merecen tener un lugar, como un sincero y cariñoso recuerdo, de una ciudad que tanto les debe y que ellas nunca pidieron otra cosa a cambio que salud para sus hijos y paz para todos. Un cariñoso y justo recuerdo: una pequeña fuente surtidor, con una rosa blanca de porcelana y una inscripción que dijera:
"A LAS MUJERES DE LA POSGUERRA ESPAÑOLA, QUE FUERON FUERTES EN SU DEBILIDAD, MAS VALIOSAS QUE VALIENTES, MAS HUMANAS QUE SOCIALES… NO FUERON LA LIBERTAD, PERO FUERON LA RAZÓN PARA QUE ELLA NACIERA. VIVIERON EN EL INFIERNO AUNQUE SUS CORAZONES ESTABAN LLENOS DE GLORIA.

MELILLA NO LAS OLVIDA"
Buenos días y Buena suerte
A. Hernández

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