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Caos público

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Una empleada pública del Registro del Barrio del Real se niega a registrar una carta dirigida a un Consejero porque no le gusta su contenido

Los episodios que llevan a la conclusión, mantenida por muchos melillenses y así comunicada a este periódico de que "la administración pública en Melilla es un caos" se han visto reafirmados una vez más cuando una ciudadana que pretendía, en la oficina que tiene la Consejería de Administraciones Públicas sita en el Barrio del Real, registrar una carta dirigida al Consejero de Juventud y Deportes de la Ciudad.

La empleada del Registro, y no es la primera vez que ocurre, según nos manifiesta la ciudadana afectada, en primer lugar y contraviniendo toda norma, se dedicó a leer la carta. Primera sorpresa, que se vio después acentuada cuando la empleada pública comunicó a la persona que intentaba registrar la carta que no le gustaba su contenido y que, para registrarla, se tenían que cambiar algunas frases de la misma.

El resultado fue que la carta no se pudo registrar, al negarse el sorprendido autor de la carta a cambiar nada y considerando muy grave que alguien se dedique a leer públicamente lo que no va dirigido a él o ella, en primer lugar, y al negarse la empleada pública a cumplir con su elemental obligación de registrar lo que le lleven a registrar, le guste o no, en segundo término.

El episodio terminó registrando la carta en otra dependencia de la administración pública local, pero no deja de ser una muestra más de ese caos de la administración pública que los melillenses denuncian y padecen, empezando por los centenares de melillenses aterrorizados por determinadas actuaciones de ciertos miembros de la Policía Judicial de la Guardia Civil, continuando con actitudes caprichosas e incomprensibles protagonizadas por algunos miembros de la Inspección del Trabajo en la etapa del anterior, y habitualmente ausente, jefe de la Inspección, hoy ya afortunadamente destituido, y terminando con un numeroso grupo de funcionarios y empleados públicos que, asustados por las incesantes denuncias propiciadas por algunos políticos y sus subvencionadores, se niegan a firmar cualquier cosa y paralizan cualquier actuación de unos melillenses sumidos en la angustia y el caos, bajo el peso, como indican a este periódico, de "una administración pública tan exageradamente numerosa, tan intervencionista, tan lenta y tan ineficaz que en Melilla resulta casi imposible mantener con un mínimo de libertad cualquier empresa privada y aún menos intentar crear algo nuevo. Un caos.

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