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La tribuna de Pérez-Lanza

Crisis farmacéutica

melillahoy.cibeles.net fotos 1139 Juan Carlos Perez Lanzac

Hace unos días, oí por la radio, la noticia de que un 21% de las familias españolas no tienen nivel adquisitivo para comprar los medicamentos necesarios. Yo creo que el porcentaje es más elevado.

Hoy día tal como vivimos, el medicamento se ha convertido en un artículo de primera necesidad, como son los alimentos. El consumo de los mismos ha ido aumentando de forma desproporcionada. Han aparecido nuevas enfermedades y han aparecido nuevos medicamentos para tratar enfermedades de siempre y para las nuevas. El arsenal terapéutico era escaso hace bastantes años, para abordar ciertas patologías, pero existían muchas formulas magistrales que los farmacéuticos tenían que elaborar. Se utilizaban mucho las plantas medicinales. La gente era más fuerte y se aguantaba más en las patologías menores. Al no existir tantos medicamentos, se desarrollaba más resistencia del organismo, y las personas no ingerían tanta química. Ahora estamos "quimicalizados". Los botiquines de las casas repletos, con medicamentos que no se usan o caducados. Este consumismo de medicamentos hace al organismo débil y al mismo tiempo hace que se habitué a las moléculas químicas y estas no desarrollen su acción con lo cual hay que cambiar a otra.

La Industria farmacéutica, fue comercializando muchas de aquellas formulas magistrales y medicamentos basados en el contenido de las plantas y por otro lado la síntesis química se desarrollo, de tal manera que las estanterías de las oficinas de farmacia, se han quedado pequeñas.

Son demasiados los medicamentos que se autorizan para su venta, y que no aportan novedades y no sé porque se permite su comercialización. Por citar un ejemplo, me parece que existen más de veinticinco moléculas de antihipertensivos, lo cual da lugar a la automedicación y salirse del control médico en algunas circunstancias.

Pero ahora vamos cuesta abajo y hay deficiencias importantes y dificultades para echar adelante el
Sistema sanitario. El consumo de medicamento es un capítulo importante del gasto, pero desde mi punto de vista, hay causas que lo maximizan, por el mal uso, por el incumplimiento terapéutico, por falta de tiempo del médico para prescribir adecuadamente, por un consumismo irracional que no es necesario, por no aprovechar los recursos de las plantas medicinales que deben estar bajo el control y dispensación de los farmacéuticos, que para eso en sus planes de estudio está la asignatura de plantas medicinales, porque muchas veces se prescribe sin necesidad, por miedo a tomar el medicamento al leer el prospecto, por los efectos adversos reales que producen muchos de ellos. No sé, en que apartado se gasta más, si en medicamentos o en pruebas diagnosticas y analíticas muchas veces innecesarias pero defensivas para el médico, debido al estado de nerviosismo e irascibilidad que nos preside.

Contra este gasto, surgen los medicamentos genéricos, que no están dando el resultado esperado, sobre todo los adquiridos por subasta pública. Por curiosidad he preguntado a varios farmacéuticos acerca de la respuesta del ciudadano sobre los genéricos y todos me dicen, que están resignados.

Existen muchas alternativas para paliar o minimizar ciertas enfermedades, como el yoga, pilate, acupuntura, meditación, natación etc. y que las personas recurren a ellas de forma masiva. ¿Por qué no se incorporan al sistema sanitario?
De modo que se impone desde mi punto de vista una reestructuración de las prioridades y protocolos de actuación, para no llegar a esta dramática situación de familias sin medicamentos, sin luz y sin alimentos.

Y sin embargo, y también para ahorrar el gasto farmacéutico han eliminado del recetario medico, medicamentos que en dispensación libre pueden traer consecuencias graves. Para colmo, se venden medicamentos por internet y en las herboristerías. Con lo cual el desastre es mayúsculo.

Una buena medida sería recuperar todo el dinero que los políticos nos han robado desde que se instauró la democracia, aunque no recuerdo a ningún político corrupto con Adolfo Suárez ni con Calvo Sotelo. Si desaparecieran las autonomías y no se hicieran obras y edificios innecesarios, que desaparecieran los senadores, tantos asesores, que los políticos cobraran un sueldo racional, como cualquier titulado universitario al servicio de la administración, y que después no les quedara ningún sueldo volviendo a sus trabajos habituales, y una pensión como a cualquier ciudadano. Seguro que estaríamos sobrados para pagar esos medicamentos, esos recibos de luz y los alimentos para paliar la hambruna. Esta situación me recuerda a la ayuda americana en los años 1950-60, para los niños de las escuelas públicas. Los maestros repartían leche por las mañanas y queso amarillo por las tardes. Pero todo tiene solución con proyectos y leyes racionales elaboradas por los políticos idóneos y con la colaboración y asesoramientos de médicos y farmacéuticos que tratan con los enfermos y los medicamentos día a día. Ellos viven la realidad. El objetivo es implantar un orden en este desorden.

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