Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

El espacio de Aranda

Reivindico una calle para don Julio Moreno

melillahoy.cibeles.net fotos 1140 Juan Aranda web

Hace ahora más de quince años escribía yo que aquí en Málaga, existen varias bandas de música, una orquesta sinfónica, y también corales, pero sólo una de las bandas me trae vivos recuerdos de mi niñez de los 50. En nuestra ciudad, en la calle Medina Sidonia, en el Mantelete, existió otra banda infantil, pero esta era de la O.J.E.. Esa calle, que a simple vista, parece no tener salida, al final estaba la agencia Portabella, y a la derecha, comunicando con la C/ Alfonso XII, el callejón maloliente que servía de retrete para urgentes necesidades fisiológicas. La banda de música la dirigía el mas altruista, desinteresado, generoso, y buena persona que podía haber, como fue D. Julio Moreno Rodríguez. Gratuitamente, sin cobrarnos un duro, D. Julio nos enseñó solfeo, canto y al que tenía posibilidades de tocar determinado instrumento se lo acoplaba, de tal manera que el chavea podía medirse con cualquier músico del Rgto. Melilla nº 52, o de la Banda Municipal. El coro de voces con su correspondiente rondalla, solía actuar en Navidad en centros oficiales y colegios. Recuerdo cuando despertábamos a las familias de los guardias civiles con la diana floreada resonando en los patios del antiguo cuartel del Mantelete todos los 12 de Octubre. D. Julio, como buen músico enseñante, e inquieto por dar a conocer la cultura de la música, compuso varias obras que, desgraciadamente, no las recuerdo todas, pero sí: “Aromas del Parque Hernandez”, y “Los Gozos a Ntra. Sra. de la Victoria”, Patrona de Melilla, y creo también, la música del Himno de Alcántara nº 10. Fue las que más me impactaron en el recuerdo, y las que me agradaría, si algún familiar, la tuviese en su poder en el bello sueño del olvido, la sacara a la luz y la hiciera llegar al director de la sinfónica, o la Municipal de Melilla para que la interpretara y figurase en su repertorio por ser la obra de un hombre que sin haber nacido en Melilla, siempre se sintió Hijo de ella, hasta el extremo de honrarla con la composición de una obra musical dedicada a uno de los parques mas bonito y coquetón que existe en España; y también porque educó a varias generaciones que hoy rondamos los 60-70-80, sin esperar nada a cambio. Recuerdo, que al empezar el ensayo de una obra con toda la solemnidad nos decía: “Venga, vamos a intentar ejecutar esta obra, pero solo musicalmente”. Esto lo decía porque al comenzar un ensayo de cualquier obra comentaba, batuta en mano: “Si este hombre -por el autor- levantara la cabeza nos metería en la cárcel a todos, y a mi en cabeza”. La metáfora de la “ejecución”, a muchos nos costó un tiempo descifrarla, porque quién se imaginaba que interpretar una obra era ejecutarla, claro que si se hacía mal era una verdadera ejecución -matar-. Ahora que cuando D. Julio se “arremangaba”, y su paciencia era la de Job, puedo garantizar que la obra era ejecutada tal y como fue compuesta.

Yo pienso que la arquitectura de la educación, en la vida de un niño, deben proyectarla los padres, y los maestros retocarla con la formación. D. Julio a muchos niños de Melilla nos retocó la formación de tal manera, que aún no se nos ha caído la pátina, ni el amor por la música. Muchos de los que hoy peinamos canas recordamos aquél local maloliente, de dos puertas, sin ventanas donde estudiábamos solfeo: unos niños que hoy, muchos andan repartidos por todo el mundo practicando el arte que D. Julio nos enseñó, la música en toda su dimensión. También solía contarnos cuentos cuando se sentaba a conversar con algún amigo de la cercana tienda de “Los Niños”, a la puerta del local donde ensayábamos. Recuerdo que solía contar uno del pueblo cordobés de Jauja. Nos decía que Jauja el pueblo donde nació José Mª el Tempranilloo; lo de Tempranillo era por lo temprano en edad que se inició en el bandolerismo. Éste pueblo tiene un mito que se debe a una mentira exagerada de Lope de Rueda, según el cual este lugar feliz, tenía las calles empedradas con piñones, un arroyo de leche y otro de miel, y la gente ataba los perros con longanizas y vivían sin pegar golpe; de ahí viene la famosa frase de que todo lo bueno y regalado tiene el nombre de ese pueblo cordobés. Claro que en honor a la verdad, es que existen dos arroyos cercanos, uno de limo lechoso y el otro turbio y apestoso. Este último, dicen, se debe al alpechín de las moliendas de las aceitunas en las almazaras cercanas. Aunque sé de antemano que no me van a hacer ni caso yo, con mi modesta opinión propondría, al Presidente Imbroda, que rotularan una calle con su nombre, aunque sea una placita, o un pasaje escondido en la más humilde barriada de nuestra ciudad. Sí, ya sé que eso es soñar con un imposible, porque si aún no han retirado el vergonzoso letrero de Napoleón de una de nuestras calles, cómo van a colocar a D. Julio Moreno en su lugar; si solo este altruista enseñante lo conocimos varias generaciones de niños melillenses de los cincuenta; deleitándonos con su sapiencia y conciertos, formándonos como músicos, porque éramos eso: solo unos niños que teníamos la ilusión por la música. Pero claro, si hubiese sido un empresario que ganó sus buenas pesetas con el transporte, o un seudo-licenciado-comentarista con alaracas, por supuesto que ya tendría su merecida calle. En fin si algún político municipal encargado de estos temas tiene a bien proponerlo en los plenos para que se aprobase, más de un melillense agradecido sonreiría con nostalgia recordando aquélla banda infantil que ensayaba en el Mantelete, y nos deleitaba en el templete del Parque Hernández, allá por los 40-50 y 60 del siglo pasado.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€