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Dueñas destaca la concesión de la nacionalidad a los sefardíes

melillahoy.cibeles.net fotos 1168 Imbroda con Sefardies en Jerusalen d

La senadora del Partido Popular (PP) por Melilla, María del Carmen Dueñas, ha informado que el Senado ha iniciado la tramitación del Proyecto de Ley de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes. Se trata, según recoge el Boletín del Senado, del proyecto de Ley en materia de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España que justifiquen tal condición y su especial vinculación con España, por la que se modifica el artículo 23 del Código Civil y por la que se regula el procedimiento para la adquisición de la nacionalidad española por residencia. La senadora del Partido Popular (PP) por Melilla, María del Carmen Dueñas, ha informado que el Senado ha iniciado la tramitación del Proyecto de Ley de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes. Se trata, según recoge el Boletín del Senado, del proyecto de Ley en materia de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España que justifiquen tal condición y su especial vinculación con España, por la que se modifica el artículo 23 del Código Civil y por la que se regula el procedimiento para la adquisición de la nacionalidad española por residencia.

La Ley, que ya fue aprobada por el Congreso de los Diputados el pasado 26 de marzo, pretende ofrecer la nacionalidad española a todos aquellos ciudadanos extranjeros que cumplan una doble condición: ser miembro de la Comunidad sefardí, es decir, ser descendientes de aquellos que fueron expulsados en España hace ahora algo más de 500 años, y que hayan mantenido una especial relación con España.

Así, según el texto facilitado por Dueñas del boletín del Senado, se denomina sefardíes a los judíos que vivieron en la Península Ibérica y, en particular, a sus descendientes, aquéllos que tras los Edictos de 1492 que compelían a la conversión forzosa o a la expulsión tomaron esta drástica vía. Tal denominación procede de la voz «Sefarad», palabra con la que se conoce a España en lengua hebrea, tanto clásica como contemporánea. En verdad, la presencia judía en tierras ibéricas era firme y milenaria, palpable aún hoy en vestigios de verbo y de piedra. Sin embargo, y por imperativo de la historia, los judíos volvieron a emprender los caminos de la diáspora, agregándose o fundando comunidades nuevas sobre todo en el norte de África, en los Balcanes y en el Imperio Otomano. Los hijos de Sefarad mantuvieron un caudal de nostalgia inmune al devenir de las lenguas y de las generaciones. Como soporte conservaron el ladino o la haketía, español primigenio enriquecido con los préstamos de los idiomas de acogida. En el lenguaje de sus ancestros remedaban los rezos y las recetas, los juegos y los romances. Mantuvieron los usos, respetaron los nombres que tantas veces invocaban la horma de su origen, y aceptaron sin rencor el silencio de la España mecida en el olvido. La memoria y la fidelidad han permanecido a lo largo de los tiempos en una numerosa comunidad que mereció el honor de recibir su reconocimiento con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1990. En los albores del siglo XXI, las comunidades sefardíes del mundo se enfrentan a nuevos desafíos: algunas quedaron maltrechas bajo la furia de los totalitarismos, otras optaron por los caminos de retorno a su añorada Jerusalén; todas ellas vislumbran una identidad pragmática y global en las generaciones emergentes. Palpita en todo caso el amor hacia una España consciente al fin del bagaje histórico y sentimental de los sefardíes. “Se antoja justo que semejante reconocimiento se nutra de los oportunos recursos jurídicos para facilitar la condición de españoles a quienes se resistieron, celosa y prodigiosamente, a dejar de serlo”, recoge el documento del Senado.

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Redacción

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