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Tribuna Pública

La tiranía del taxista

Que no de todos, ni mucho menos, pero sí de una parte bastante representativa en nuestra ciudad. Hay quien dice que “hacen lo que les da la gana”, yo no lo voy a hacer, entre otras cosas porque sería injusto. Lo que sí es palpable es una forma de proceder muy frecuente “por norma” en el desarrollo de su labor. El respeto a los carriles, las medianas, nulo. La cautela ante pasos de cebra y cedas el paso, prácticamente inexistente. El mantenimiento de las distancias de seguridad, para otros. La velocidad, ¡ay, la velocidad!, esa que usted y que yo debemos atender con mimo en rutas urbanas (y aquí no hay otras), para aquellos a los que me refiero es, en demasiadas situaciones, algo que no les atañe. No invento ni exagero nada, baste como muestra, tener la oportunidad de una salida o entrada de barco o avión de línea y podrá “disfrutarse” de un verdadero circuito de “Formula 1” y no se le ocurra mostrar su desacuerdo, es fácil un encaramiento o que le manden a coger gallinas. Es algo así como si le estuvieras insultando en chino, con todos mis respetos por los chinos.

Cuando este querido e imprescindible gremio profesional pide mejoras y actuaciones contra la competencia desleal, deben ser atendidas, porque es justo se les atiendan, son de derecho. Pero no menos imprescindible es que sea un referente su labor a la hora de cumplir las normas de seguridad y de necesaria convivencia vial. Es más, debieran ser un ejemplo ya que su función es prestar un servicio y ganarse la vida y por tanto, cobran por ello y, eso, conlleva todas las obligaciones, todas. ¿Quién debe velar por ese control?, imagino que la autoridad competente, que ve lo que vemos los demás, supongo, para que la de por si algo caótica circulación en nuestras calles (no más que en otros lugares, esto no es Nueva Delhi o El Cairo, al menos, todavía), con tanto coche y tan pocas ganas de andar, no desmejore aún mas.

Ver un coche blanco, por lo general bastante abultado, debe ser, como lo es, señal de servicio público, no previsión de una situación de riesgo porque, aunque algunos profesionales del sector del taxi, se sientan muy diestros a la hora del noble oficio de conducir, siempre todos, incluidos ellos, estamos sujetos al azar y este, el azar, no hay que zarandearlo más de la cuenta.

Sin ánimo de ser injusto, insisto, sí debería exigirse un ejercicio de prudencia, moderación y cumplimiento, ganamos todos. Es una opinión.

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