La candidatura del PP incluye muchas caras nuevas, casi la mitad de sus 25 integrantes, pero tiene la misma columna vertebral de los últimos 12 años en los que ha gobernado con mayoría absoluta. Por eso no se puede hablar de renovación en una lista donde prácticamente todas sus caras nuevas están en los últimos puestos El PP celebra hoy su primer acto multitudinario de precampaña electoral en Melilla con la presentación de su programa político, apenas tres días después de que se despejaran las dudas en la quiniela de la lista. Una candidatura que incluye muchas caras nuevas, casi la mitad de sus 25 integrantes, aunque con la misma columna vertebral de los últimos 12 años en los que el PP ha gobernado con mayoría absoluta. Ya en las anteriores autonómicas, celebradas en 2011, se dio una renovación de la misma proporción que ahora, aunque si se observa la bancada del PP en la Asamblea, los escaños siguen ocupados por prácticamente los mismos que en las dos anteriores legislaturas.
Sin contar con los responsables populares que iban en la lista de 2011 y que ahora se ausentan por estar desempeñando cargos de la Administración Periférica del Estado en Melilla, la realidad es que el único peso pesado que ha caído en la presente candidatura es Simi Chocrón. Y aunque la titular de Cultura llevaba siendo inamovible desde 2003, parece evidente que ha ido perdiendo fuerza en los últimos años hasta el punto de ser prescindible para el PP en la Asamblea. Lo que ocurra con su puesto en el Gobierno si el partido de Imbroda revalida la confianza es otra historia y aclarará, probablemente, las razones por las que ahora ya no va en la lista en la que ha sido fija durante tres elecciones consecutivas como otros de sus compañeros a los que sí se les da la oportunidad de repetir una cuarta. Es el caso, por ejemplo, del propio Juan José Imbroda y otros dirigentes del PP que también tienen mucho peso en el partido y el Gobierno, como es el caso de Miguel Marín, Daniel Conesa, Cristina Rivas, María Antonia Garbín y Antonio Miranda. Ellos, junto a otros que ocupan cargos y puestos de menor relevancia pero que son personas de confianza para Imbroda, forman esa columna vertebral que no varía ni se desvía porque si se hiciera no se hablaría de una renovación de la lista, sino de una revolución de la que el PP prefiere huir para no ver peligrar la mayoría suficiente que ha logrado de manera rotunda en Melilla en todas las elecciones celebradas en este milenio.
Por eso no se puede hablar de renovación en una lista donde prácticamente todas sus caras nuevas están en los últimos puestos, aunque haya una confianza notoria en las nuevas hornadas que llegan desde la organización juvenil del PP. A esta falta de renovación es a la que se refieren algunos de los partidos de la oposición que han criticado la candidatura del Partido Popular, como ayer hizo, por ejemplo, el PSOE. Sin embargo, quienes deben dar su valoración son los melillenses con su voto aunque el resto de partidos se crean con ese derecho por ser los adversarios. Y son los melillenses quienes llevan dando su confianza a esa lista que el PP lleva presentando desde 2003 con la misma columna vertebral. Quizá esa sea la razón de las críticas del resto de partidos, que se saben con menos opciones en las urnas ante una lista plagada de candidatos fuertes.
