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Manuel Lobato: “Melilla se va al Rocío, se va de Romería porque la Señora le espera”

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"Melilla se va al Rocío, se va de Romería y la Señora la espera", con estas palabras el sanluqueño Manuel Lobato rubricó el compromiso y devoción de la Hermandad del Rocío de Melilla que aún no ha recibido el reconocimiento como hermandad filial aunque, como explicó el pregonero de la festividad de Pentecostés, la agrupación melillense lleva a gala su raíz africana y su amor a la Blanca Paloma, tal como recoge su simpecado. El magnífico pregón, que arrastró al público a vivir emociones a flor de piel, estuvo adobado por la música de dos maestros tamborileros y la intervención del Coro de la Hermandad, que puso el broche perfecto con la interpretación de la salve a la Virgen. La explanada situada junto a la sede de la Hermandad del Rocío de Melilla acogió ayer el acto de proclamación del pregón de exaltación rociera, cometido que recayó en un magnífico orador, Manuel Lobato Reinoso, que logró con la fuerza de su mensaje y su amor a María, arrancar olés y aplausos de un público más que entregado.

Pregón
El acto se inició con la incorporación del simpecado de la Hermandad del Rocío de Melilla, acompañado por las voces del coro de la entidad que preside Juan Eladio Cerrato, para dar paso a la presentación del pregonero a manos de Agustín Lobato Dabaña, hermano de la Junta de Gobierno de la Hermandad, que desde el corazón y la amistad que les une, habló de Manuel Lobato Reinoso, un sanluqueño enamorado de Melilla que llegó a ser hermano mayor de la hermandad del Rocío de Sanlúcar de Barrameda. Sus pregones de exaltación rociera en Pentecostés como de Semana Santa son de reconocido prestigio a lo largo y ancho de la geografía española.

El que fuera pregonero de la Hermandad melillense en 2008 regresó ayer por sus fueros para reforzar su vinculación con la entidad, ofreciendo un pregón que emocionó vivamente a los asistentes, entre ellos, las primeras autoridades de la ciudad. Manuel Lobato estaba así "de vuelta a Melilla, a la Ciudadela escrita en piedra por los sanluqueños que llegaron con Estopiñán, de vuelta a la tierra que antepone patria a familia, de vuelta a esta tierra española, en definitiva, de vuelta al corazón de Melilla y sus gentes".

Según explicó, volvía a ser pregonero de la Virgen del Rocío en Melilla por una promesa y es que según contó, en una triste tarde de invierno fue a la ermita del Rocío a buscar "a la Madre a su casa, a ese refugio de pecadores que se convierte en morada de llanto, y allí, de rodillas, agarrado a la verja, le pedía y pedía por alguien que lo necesitaba, y al quedarme sin palabras se me ocurrió hacerle una promesa, aunque dije en su día que no iba a pronunciar ningún pregón más, si me concedía lo que le pedía nunca me negaría a hablar de ella". Después se levantó y con su teléfono hizo una fotografía de la Puerta de la Reina de las Marismas que envió a la persona por la que oraban.

Seguidamente se dirigió al local donde le esperaba un grupo de melillenses que de forma sorpresiva la pedían que este año fuera pregonero de la Hermandad. Manuel aceptó, sabedor que su petición había llegado y es que las rejas de la ermita del Rocío "son las manos de la Virgen a las que se agarra el que la necesita, porque esa verja bajó con ella del cielo". Agradeció a la Hermandad melillense el poder cumplir su promesa y confiarle esta responsabilidad. También agradeció a Agustín Lobato su amistad y apoyo, y afirmó que su amigo, ahora destinado en la capital hispalense, es sin duda "un silencio en Melilla que ahora suena en Sevilla, pero en Melilla se quedó tu corazón".

Prosiguió su pregón rompiendo una lanza a favor de la Hermandad del Rocío de Melilla y al hecho de que aún no tenga el reconocimiento oficial como hermandad filial, dejando de manifiesto que "los sanluqueños trajeron las piedras con las que se levantó Melilla para decir que es un trocito de España".

Pero a pesar de los pesares, "Melilla se va al Rocío y la Señora le espera. Melilla se viste de rociera y se va de peregrinación. Melilla se va al Rocío". Añadió que la hermandad con más hermanos o con más recursos "no es la más grande, sino que lo es la que más quiere a la Virgen" y la de nuestra ciudad lleva en su simpecado el nombre de Melilla y en su reverso, la palabra amor, porque "sin amor no se puede ser grande y no se puede querer a la Virgen si no se ama al prójimo". El pregonero aseguró orgulloso que en el Rocío se canta y se baila, pero también se reza y "claro que el Rocío es una fiesta, porque vamos a ver a nuestra Madre y no hay mayor alegría". Asegurando que "en el ánfora del alma me llevo a Melilla entera", finalizó su discurso.

Reconocimientos
Como colofón al magnífico pregón, la Hermandad hizo entrega al maestro pregonero de una placa de agradecimiento. En el capítulo de los agradecimientos, se impuso el escudo de oro de la entidad a Antonia Cerrato, que durante dos legislaturas ocupara la presidencia de la Hermandad. Así mismo se felicitó de nuevo a José Manuel Lozano, por su cartel anunciador de las actividades de Pentecostés, que recibirá como premio un billete para viajar junto a su mujer a la peregrinación extraordinaria que la Hermandad melillense realizará en noviembre a Almonte. El finalista del concurso, Manuel Domínguez, recibió una placa. Asimismo se entregó el título de hermana de honor a Patricia Lobato.

El coro de la Hermandad tuvo una significativa actuación en el acto en el rezo cantado del "Ángelus y "la Salve", como también destacaron los dos veteranos tamborileros de la Hermandad del Rocío de Sanlúcar de Barrameda, que consiguieron dar un ambiente rociero distinto: Antonio Vázquez y Marcos Raposo, que recibieron un pin de plata de la Hermandad. Finalmente los asistentes disfrutaron de una copa de vino.

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Jesús Andújar

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