La "decisión tomada" de municipalizar el servicio de transporte urbano supone un verdadero torniquete para frenar la hemorragia que sufre desde hace años la COA, que lleva transportando a los melillenses en sus autobuses desde 1951, pero últimamente con muchas dificultades por las pérdidas económicas que le da un servicio que por sí misma como empresa no puede mejorar Melilla, una ciudad tan acostumbrada al coche, no ha sido posiblemente consciente durante los últimos años de la importancia que el transporte urbano de autobús tiene no sólo para la movilidad de la población, sino para el desarrollo social de la ciudad. Esta consideración no es exagerada si se tiene en cuenta que el autobús es el medio del que dependen aquellos que no tienen vehículo particular, ya sea por convicción (los menos) o por falta de medios económicos para poder costearse los gastos que conlleva tener coche propio. El transporte público colectivo es, por lo tanto, un elemento cohesionador entre los barrios de Melilla para evitar que quienes menos tienen se aíslen aún más en su entorno, con el riesgo de exclusión social que eso conlleva.
Sólo quienes son usuarios del transporte urbano son conscientes del valor que tiene este servicio y lo importante que es que funcione bien. Y no únicamente por su aspecto social, sino también por otras razones de índole económico y medioambiental, y por la pacificación del tráfico. Usar el autobús, lejos de ser un atraso como algunos "cochedependientes" piensan, es el camino hacia una ciudad con mayor bienestar y calidad de vida, como desde hace años nos demuestran grandes ciudades que apuestan de verdad por un modelo de movilidad sostenible.
En Melilla aún estamos en pañales en ese aspecto, pero se han empezado a sentar las bases. Por eso la solución de municipalizar el servicio de transporte urbano, como ayer anunció que hará la Ciudad Autónoma, es un paso muy importante que emula a la gestión de este importante servicio en otras ciudades donde se toman en serio la movilidad urbana sostenible. Esta "decisión tomada", como dijo Imbroda, supone un torniquete para frenar la hemorragia que sufre desde hace años la COA, que lleva transportando a los melillenses en sus autobuses desde 1951, pero últimamente con muchas dificultades por las pérdidas económicas de un servicio que por sí misma como empresa no puede mejorar. Y de esa mejora depende, precisamente, que cada vez más melillenses decidan utilizar el autobús, aun teniendo la opción de coger el coche, porque ven más ventajas en el transporte colectivo que en el individual.
La última palabra la tendrán los cooperativistas de la COA, que la semana que viene se reunirán con Imbroda para analizar la situación. Y aunque a priori pueda parecer que la municipalización supone dejar de ser dueños de la empresa, analizando la situación se puede apreciar como esta opción significa también el final de una incertidumbre para las más de 60 familias melillenses que viven de este servicio por la mala situación económica en la que se encuentra la empresa y por la posibilidad de verse sin un servicio que siempre ha estado en manos de la COA por la competencia que hay en cualquier adjudicación pública. El interés del Gobierno por solucionar este problema es palpable, dado que en los últimos años siempre se ha optado por externalizar los servicios en vez de municipalizarlos. En este caso se ha tomado el camino contrario a lo habitual para evitar entrar en callejón sin salida que habría tenido más consecuencias en Melilla aparte del cierre de una empresa emblemática como es la COA.
