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Muere un menor extranjero no acompañado tras caer por un acantilado de Melilla La Vieja

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La fatalidad que se veía venir desde hace meses ocurrió ayer. Uno de los muchos menores extranjeros no acompañados que deambulan en la ciudad con el único objetivo de llegar a la península como polizones en alguno de los barcos que enlazan Melilla con la península murió ayer tras precipitarse por los acantilados de Melilla La Vieja. Su cuerpo fue rescatado por la Guardia Civil y trasladado a cementerio para practicarle la autopsia, lo que podría esclarecer la investigación que ha iniciado la unidad de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla. Fuentes policiales informaron a MELILLA HOY de que fue un ciudadano quien sobre las cinco de la tarde llamó a la Guardia Civil para advertirle de lo que había ocurrido. Hasta el lugar se trasladó una patrulla, que comprobó la veracidad de los hechos al observar que en el acantilado situado bajo el faro del Pueblo había un menor tendido sobre las rocas.

Eso obligó a activar el protocolo previsto para estos casos y la Guardia Civil acordonó la zona, que se llenó de curiosos que observaron cómo con dificultades un equipo del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) sacó de entre las rocas el cadáver en una bolsa blanca, y lo trasladó hasta una de sus embarcaciones una vez que la autoridad judicial decretó su levantamiento pasadas las siete de la tarde. Vía marítima, el cuerpo fue llevado hasta el puerto deportivo, desde donde se efectuó el traslado hasta el cementerio municipal.

La Policía Judicial ha abierto una investigación para esclarecer lo ocurrido y determinar la identidad del fallecido. Ayer muchos daban por hecho que se trataba de uno de los muchos menores extranjeros no acompañados que malviven en las escolleras y las inmediaciones del Pueblo para estar más cerca del puerto. Incluso la propia ONG Prodein dijo en las redes sociales que era “un niño” y responsabilizó a las instituciones que decidieron hace unas semanas reforzar las vallas de acceso a la escollera, eliminando huecos por los que pudieran colarse y ubicando en la entrada una garita de la Guardia Civil.

Desde entonces, la realidad es que los menores han seguido colándose en las escolleras, pero asumiendo situaciones de mayor peligro. Uno de los métodos que ahora emplean es descolgarse por el acantilado que en el Faro de Melilla La Vieja y rodearlo para llegar a la Boca del León, para desde ahí acceder a las cuevas y el espaldón del puerto, auténticos dormitorios para estos chicos que no quieren estar en los centros de acogida.

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Redacción

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