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Las estudiantes y activistas de Prodein ven necesario impulsar un tejido social de solidaridad entre los vecinos para la mejora del colectivo ante la falta de respuesta de las instituciones

La figura del ‘educador de calle’, una solución para la adaptación de los Menas

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(Autor: GUERRERO)

El profesor e investigador Sergio Cepero junto a las estudiantes y activistas de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein), Sara Olcina y Rosa García, explicaron ayer la situación a la que se enfrentan los niños que se encuentran en la calle, en especial, la de los Menores Extranjeros no Acompañados. El investigador, que desarrolló su tesis sobre el mismo colectivo pero en Ceuta, apuesta por impulsar la figura del 'educador de calle' con el fin de realizar un trabajo terapéutico que haga que los menores decidan adaptarse "por la mejora de su futuro", frente a la "imposición" de las normas de la administración. El profesor e investigador Sergio Cepero de la Facultad de Educación y Humanidades del Campus de Melilla explicó ayer, durante la charla organizada por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), una visión sobre el fenómeno o "desgracia" como lo calificó el docente de "los niños de la calle", así como pautas y programas para intervenir y ayudar a este colectivo.

Para el docente, uno de los primeros pasos es la "concienciación". Según apuntó hay gente que o "niegan" esta realidad o no son conscientes de que los niños "no son los culpables, sino que es todo parte de unas políticas globalizadas". El perfil de estos niños suelen ser personas procedentes de Marruecos, que tienen un problema para dominar el castellano, que proceden de una cultura musulmana "con todas las costumbres que eso implica" y que deben "adaptarse a una políticas impuestas por los centros que muchas veces no se adaptan a los valores que ellos traen".

La realidad de este colectivo según Cepero es que "hay dos países donde ninguno se quieren hacer cargo de ellos", y se esconden en sitios de difícil acceso con el fin de que no sean detenidos por la policía. Y es que tal y como explicó el docente tras años en el centro "son expulsados".

Por todo ello, el docente apuesta por la figura del 'educador de calle', personas que atienden a los menores dándoles servicios de salud con el fin de iniciar un contacto terapéutico con el fin de "no imponer", sino que "sea el propio menor el que decida abandonar la situación que está viviendo a favor de algo que el ya entiende que es mejor para su vida". Cepero considera que la imposición y la sanción "no funciona" sino que por el contrario sea crea una "distancia mayor" entre lo que propone el Estado y la realidad de los menores.

De la misma manera, el docente apuntó en referencia a las opiniones sobre que este colectivo genera "inseguridad" en la Ciudad, que "no se puede estereotipar", y que cuando se afronta este trabajo con el colectivo "son niños iguales que mis hijos, necesitan atención y cuando confían en ti son personas de lo más cariñosas".

Por un tejido vecinal solidario
Las estudiantes y activistas de Prodein Sara Olcina y Rosa García iniciaron su participación en esta asociación tras trabajar en un proyecto en el Centro de Menores La Purísima donde empezaron a ser conscientes sobre la situación de este colectivo. Según explicaron los "niños de la calle" sufren varios tipos de violencia "policial, documental e institucional", además de la "criminalización por parte de los medios de comunicación que generan una opinión pública de "odio" hacia los menas.

Ambas contaron que en el centro cuando los menores entran en el modulo seis denominado de primera acogida reciben "un trato vejatorio y de violencia psicológica a través de amenazas y extorsiones". Por ello, aseguran que "no se sienten acogidos" y tienden a querer salir del centro.

Otra de las violencias a las que apuntaron es la documental, y es que hay niños que "llegan y no pueden estar más de tres años", debido a que cumplen la mayoría de edad. "Ellos lo saben, porque hacen lo que sea por buscar una vida mejor como cualquier persona", defienden.

Por todo ello, ambas además del trabajo que realizan como educadoras, ven necesario la conformación de un tejido vecinal de solidaridad que permita ayudar a este colectivo además de entre los propios barrios, ya que consideran que las instituciones, en este caso, la Consejería de Bienestar Social y el Centro La Purísima "no funcionan".

Se trata según explicaron de llevar a cabo "un servicio solidario entre los vecinos en base al sentido común y no en base a la profesionalización de los servicios sociales, porque así estamos lucrándonos de la pobreza".

A su vez, apuestan por "no criminalizar" a los menores, ya que al final "no es el niño el problema", sino que es el hecho de que "sea un niño pobre al que te encuentras cuando vas a cenar comiendo en la basura, en una ciudad que se considera española".

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Nerea de Tena Alvarez

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