Dios se lleva consigo a los mejores, o eso es lo que siempre decimos u oímos cuando algún amigo o conocido nos deja. En algunas ocasiones hemos podido pensar que no es más que una manida frase de consuelo para reconfortar a la familia y allegados del finado; en otras, nuestro corazón nos confirmaba en silencio que nos había dejado un ser especial.
Un ser diferente: educado y correcto en el trato; jovial, nervioso en la actividad, vivaracho e inquieto, queriendo siempre hacer más; preparado profesional y, sobre todo, moralmente; un ser entrañable para con sus allegados y generoso para todos; un ser magnífico. Un ser como tú, Miguel Ángel.
Un ser que nos ha dejado huérfanos de tu siempre agradable compañía, pues has caído combatiendo como sólo tú y otros elegidos sabéis hacer: con la cabeza alta, con el orgullo siempre presente de lo que sois, de lo que elegisteis ser hace ya muchos, pero que muchos años, con el orgullo de ser un Soldado Español.
Ha caído una verdadera torre humana ante el jaque que representa la muerte; jaque que no es jaque mate, si me permites usar este símil ajedrecístico. Y no lo es por varios motivos, querido Miguel Ángel:
Primero, porque aquellos que tenemos fe en que la existencia humana no se resume a nuestro paso por este escenario terrenal, creemos en un Dios, que en el caso de los que profesamos esta religión de hombres honrados, la milicia, no tiene nombre, pues a su cobijo nos resguardamos todos, sin distinción de sexo, raza y religión, con el denominador común de ser Soldados.
En segundo lugar, Miguel Ángel, porque has sido tú el que ha vencido a la muerte; ha sido tu estilo de vida, tu pundonor, tu continua ofrenda personal en pos de tu Servicio a España; tu sacrificio constante, especialmente desde hace ya casi dos años, cuando empezaste este calvario personal que te ha llevado a este lecho eterno arropado por tus seres más queridos; has sido tú, con tu inmarcesible gallardía el que nos ha demostrado una vez más que uno es lo que quiere ser, si tiene arrestos para ello y tú, Miguel Ángel, has sido (y serás siempre), nada más y nada menos que nuestro perfecto EJEMPLO de maneras y modo de ser de un profesional de las armas.
Muy lejos parecen esos primeros días como Caballero Alumno de aquel 1981 cuando en tu querida Academia General Básica de Suboficiales (AGBS), iniciabas la andadura castrense; o ese imborrable 25 de octubre de ese mismo año cuando con un simple beso, con una simple flexión de tu cabeza, rubricabas ante tu (nuestra) bendita Bandera, la Bandera de España, tu compromiso vital de Servicio A España Servir hasta morir, como decía (y dice) el lema de la AGBS y curiosamente también el de tu última unidad, el Batallón de Cuartel General (BCG) de esta COMGEMEL, tu otra familia.
También lejos quedan ya esos primeros años en el Regimiento de artillería Mixto 93, tu primer destino como flamante sargento de Artillería. Ahí quedan esos 13 años en que serviste en filas en la Artillería española de Melilla, en el 32 y que tan buenos recuerdos y tan grandes amigos te dio.
Ha tenido que ser, en tu BCG, donde hayas tenido que Servir hasta morir…; pero, te aseguro, Miguel Ángel, que tu dedicación y esfuerzo continuos, tu exquisito trato con todos, tu magnífica preparación y rendimiento diario no han pasado desapercibidos para nadie de los que hemos tenido el privilegio de formar a tu lado, la suerte de Servir contigo en esta andadura militar.
Y esto no te lo digo, querido amigo, por las numerosas condecoraciones nacionales y extranjeras, así como felicitaciones que te han sido concedidas, no. Te lo digo, porque lo más importante que creo, sé, que te han concedido y por lo que te recordaremos siempre, en nuestra bendita institución, ha sido el tener la oportunidad de Servir como lo has hecho tú, hasta las últimas consecuencias, incluso cuando la enfermedad debilitaba tu cuerpo, pero no tu alma; cuando seguías acercándote por tu despacho trabajando lo que podías, de forma silenciosa y humilde, pero siempre eficaz, ante la admiración y el cariño que no podían sino regalarte tus hermanos de armas. Lo más importante, Miguel Ángel, es que has sido (y serás) nuestro EJEMPLO, por lo que no nos dejas totalmente, nos quedamos con algo, con mucho de lo mejor que tenías.
Nos has dejado tras casi 54 años de vida plena, de vida siempre generosa hacia los demás, desde que un 26 de octubre de1961 veías la luz, la hermosa luz que nos ofrece a diario nuestra amada Melilla. 54 años que has querido compartir con Milagros, tu mujer, con la que has criado y educado a tus hijos Yaiza y Roberto, que a buen seguro se sienten ahora absolutamente desconsolados, pero que el tiempo, el recuerdo y, te aseguro, nuestro cariño y compromiso hacia ellos, les hará pasar de la lógica tristeza y abatimiento al orgullo de haber tenido un marido o un padre tan excepcional como tú.
Creció Alto y fuerte como un recio roble
con su sombra a todos supo cobijar
pues siempre dispuesto estaba a presentar
su hombría de bien y su gesto noble.
La enfermedad que siempre amenaza
elige sus presas con sibilina suerte
tratando de llevar hasta la muerte
precisamente a aquellos de más raza.
Soldado fiero, Soldado valiente
que has vencido a tan duro enemigo
con tu corazón abierto y ardiente
Nos trataste siempre cual buen amigo
nos dejaste tu mirada sonriente
vital regalo, sublime testigo
La Comandancia General de Melilla, muy especialmente su BCG y todos los que formamos en sus filas queremos mandar el más cariñoso de los abrazos a sus familiares y seres más queridos, así como rendir un sencillo homenaje a tan magnífico profesional, mejor persona e inigualable compañero, que supo ser hasta el final lo que había elegido ser, un Soldado de España.
En ese sentido, sus familiares les invitan a acompañarles el próximo jueves 25 de junio a las 19:30 H. en la Iglesia de San Francisco Javier (junto al antiguo Hospital de la Cruz Roja) al funeral por su eterno descanso.
