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Melilla bate récords en peticiones de asilo al rozar las 3.600 en apenas nueve meses

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(Autor: Guerrero)

En un mundo cada vez con más conflictos, que da lugar a tantos desplazados, el sábado se celebró el Día del Refugiado. Una efemérides que este año en Melilla, a diferencia de lo que ocurría en los anteriores, ha significado mucho por la cantidad de peticiones de asilo que se están registrando. Hasta tal punto, que nuestra ciudad es, hoy por hoy, el lugar de España donde mayor número de solicitudes se tramitan, por encima incluso del aeropuerto de Barajas. Buena parte de culpa de este boom que ha experimentado el derecho al asilo en Melilla la tiene la nueva oficina de asilo del paso fronterizo de Beni-Enzar, que acaba de cumplir sus primeros tres meses de vida, en los que ha tramitado unas 2.200 peticiones de asilo. Si además se les unen las que ya se habían formalizado en la frontera desde septiembre, la cifra se dispara hasta rozar las 3.600 en solo 9 meses. Todo un récord que ha provocado cambios drásticos en una ciudad donde hasta hace muy poco tiempo prácticamente toda la inmigración era de color negro. Según los datos que ha facilitado a MELILLA HOY el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), entre el 1 de enero y el 15 de junio de este año habían llegado unos 4.000 sirios a Melilla a través del puesto fronterizo de Beni Enzar, prácticamente la mayoría de todos los extranjeros que llegaron a la ciudad autónoma. Y de ellos, unos 3.000 pidieron asilo.

Esto supone que de cada cuatro sirios que llegan a Melilla, tres ejercen su derecho a solicitar protección internacional, algo insólito hasta hace muy poco tiempo en una ciudad como la nuestra, donde las cifras de petición de asilo eran anecdóticas (41 en todo 2013, por ejemplo). Multitud de ONG denunciaban reiteradamente entonces que eso se debía a que los inmigrantes querían evitar quedarse retenidos durante meses hasta que finalizara la tramitación de su expediente para poder viajar a la península. Exigían la libre circulación por el país al que tienen derecho, también en Melilla.

Hoy en día, quienes piden asilo en Melilla no viajan a suelo europeo hasta que la petición que se tramita aquí recibe el visto bueno en la Oficina de Atención del Refugiado (OAR), ubicada en Madrid. Pero este expediente, a diferencia de lo que ocurría antes, queda formalizado en cuestión de pocos días a pesar del elevado número de solicitudes que se están registrando en toda España, la mayoría procedentes de Melilla.

El tiempo medio de estancia de los solicitantes de asilo antes de poder embarcar a la península es de unos dos meses y rara vez llega a los tres. Según explican a este Periódico desde la oficina de protección internacional, solo se demoran más aquellos casos de familias con niños, ya que casi nunca pasan todos sus miembros juntos, y a veces deben esperar algunas semanas para poder volver a reunirse en este lado de la frontera. Si los niños han pasado solos, deben superar además unas pruebas de ADN que también tardan un tiempo.

Cambios significativos
La inauguración de la nueva oficina de asilo de la frontera de Beni-Enzar el pasado 17 de marzo ha traído consigo un cambio muy significativo en las vías de acceso al territorio: entre marzo y junio de 2015, el 73% de las personas sirias accedieron a Melilla pidiendo asilo. Sin embargo, en el mismo periodo de 2014 todas lo hacían de manera irregular, comprando a las mafias pasaportes de marroquíes que físicamente tuvieran algún parecido.

Algunos siguen utilizando este método, los que tienen más dificultades para llegar al paso fronterizo por encontrarse con impedimentos al otro lado de la valla. Pero son muy pocos, menos de un centenar, ya que casi todos los que han pedido asilo en Melilla lo han hecho en la frontera con su verdadero pasaporte sirio, lleno de sellos aduaneros que dibujan el duro itinerario que han seguido desde que un día decidieron salir huyendo de sus países.

Otro cambio que ha supuesto la nueva oficina se puede palpar en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Esta infraestructura, que desde su construcción en 1999 ha acogido mayoritariamente a extranjeros de origen subsahariano y casi siempre solteros varones, hoy es prácticamente un centro familiar como consecuencia de éxodo sirio.

Actualmente el CETI alberga a cerca de 1.400 inmigrantes, la inmensa mayoría de origen sirio, y 500 de ellos menores de edad. Y ello se traduce en otro dato impactante: más del 80% de los residentes del CETI de Melilla son solicitantes de asilo, algo impensable hace menos de un año.

La causa hay que encontrarla en la decisión del Ministerio del Interior de empezar a tramitar peticiones de asilo en septiembre del año pasado, hace justo nueve meses, por la llegada cada vez más numerosa de personas procedentes de Siria que querían pedir protección internacional en Europa. La Policía Nacional aprovechó entonces un par de oficinas infrautilizadas que había en el paso fronterizo, pero pronto el número de expedientes empezó a crecer, hasta el punto de llevar a Interior a anunciar la apertura de dos nuevas oficinas específicas de petición de asilo en las fronteras de Ceuta y Melilla.

La nueva oficina
Cuando el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, vino a inaugurar la nueva oficina el 17 de marzo de este año, en Melilla ya se habían tramitado 1.350 solicitudes de asilo desde septiembre, según los datos que facilitó él mismo aquel día. Desde entonces han pasado apenas tres meses, y la nueva oficina de Melilla acumula cerca de 2.200 peticiones de protección internacional.

En cambio, la oficina de Ceuta, que es exactamente igual que la de Melilla y fue inaugurada un día antes, no ha registrado ninguna petición en estos tres meses. Algunos apuntan a que pasar de Marruecos a España por Ceuta es más difícil que hacerlo por Melilla. Otros señalan la tardanza de los traslados desde la ciudad caballa.

ACNUR y la Policía Nacional aluden, en declaraciones a MELILLA HOY a criterios geográficos. Melilla está más cerca de Siria y de los países que eligen la mayoría de los refugiados en su itinerario, que casi siempre pasa por Turquía, de ahí a Argelia vía aérea, Marruecos y Melilla. Otros, en vez de Turquía, pasan desde Siria al Líbano. Y aunque casi todos los solicitantes de asilo son sirios, también hay algunos iraquíes y palestinos, cada vez más, que llegan desde la Franja de Gaza.

Las diferencias en el recorrido de los sirios muchas veces se explican en los recursos económicos de cada familia. Hasta Melilla han llegado solicitantes de asilo de muy diversos orígenes, desde abogados, médicos e incluso ingenieros, hasta humildes comerciantes y artesanos que tampoco dudaron en malvender sus negocios para huir de la guerra, el miedo y el odio entre unos y otros que invade Siria desde hace demasiado tiempo.

Pero independientemente del dinero con el que vengan en el bolsillo, todos llegan con muchas cosas en común, como es la pena y el trauma que han tenido que soportar primero en sus países y después en el camino hasta llegar a Europa. También el objetivo de poder empezar una nueva vida lejos de su país, al que la mayoría, al ser preguntados si volverán algún día, responden con una negativa. No quieren regresar al país donde ya no les queda nada, ni siquiera familiares que por desgracia murieron víctimas de la barbarie.

Historias marcadas por el trauma
El equipo de 12 policías nacionales que atienden la oficina de asilo de Melilla saben bien cada una de esas más de 2.000 historias que han tenido que escuchar junto a los intérpretes y abogados que los acompañan en la entrevista personal. Los agentes, vestidos de paisano, solo van identificados como policías por un sencillo chaleco como muestra de cercanía hacia los inmigrantes, ya que muchos, casi todos, vienen traumatizados y con cierto sentimiento de miedo y rechazo hacia agentes y soldados por el trato recibido en su país de origen.

Los policías de la oficina de asilo son muchos de ellos de Melilla y ejercen casi siempre como los primeros psicólogos ante personas que llegan destrozadas por dentro después de meses de sufrimiento. Algunos se derrumban, literalmente, en cuanto pasan la frontera, se sienten en Europa, y cuentan por primera vez todas las penurias que han tenido que vivir.

Uno de los policías que atiende la oficina explica a este Periódico que en los 11 años que lleva en el Cuerpo nunca había vivido nada igual. Y reconoce que resulta casi imposible no quedarse impactado con las cosas que llega a oír cada día, aunque procura no llevárselas a casa y despejarse entre entrevista y entrevista, que suelen prolongarse durante una hora y media, ralentizadas por la barrera del idioma.

Los sirios que llegan a Melilla vienen de todas partes de su país, últimamente sobre todo Damasco, pero también de Alepo, Homs, etc. Y todos vienen contando la cantidad de francotiradores que hay en cada esquina en Siria, donde disparan para herir y causar más víctimas entre los que acuden a socorrer. “Muchos cuentan que salían a comprar el pan y no sabían si volverían vivos a sus casas. Vivían cada día como si fuera el último por la angustia”, relata uno de los intérpretes, esenciales en la oficina junto con los abogados. Otros recuerdan, sobre todo, las bombas que les estallaban cerca hasta incluso causarles secuelas físicas.

Todas estas vivencias quedan reflejadas en los expedientes individuales que después se mandan a Madrid por vía telemática. La media es de unas 40 solicitudes diarias en esta época, aunque han llegado a superar las 60, obligando a los agentes a hacer bastantes horas extra para poder atender a todo el mundo. La respuesta llega al cabo de unos días desde la capital, casi siempre en sentido afirmativo. El último paso es el traslado a la península, donde cada semana suelen viajar unos 250 con su expediente bajo el brazo y oficialmente como refugiados. Los ansiados papeles que ya han permitido a miles de personas iniciar la nueva vida en Europa con la que soñaban al salir corriendo, prácticamente con lo puesto, de un país en ruinas.

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Redacción

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