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El rincón de Aranda

Sobre el desaparecido general Silvestre

melillahoy.cibeles.net fotos 1290 Juan Aranda web

Yo siempre he pensado que cuando se habla, o se escribe, sobre los Héroes y Mártires, se debe hacer con el máximo sentido de la objetividad; y si se siente la Patria hasta las trancas, aún más. En el “Atril Ciudadano”, de la página 3 de este diario, de hoy jueves 30 de julio, leo con sorpresa, y fascinación, lo que alguien escribe sobre la desaparición de nuestro General Silvestre en los fatídicos días del “Desastre de Annual”. Sin datos que acrediten lo que escribe, hace la conjetura más ignominiosa que se haya podido decir sobre aquél heroico militar. Como “su huida del campo de batalla, barajando alcanzar un barco, a lomos de un mulo, ya que se tarda menos de una hora desde Annual hasta la costa. Y una vez a bordo los oficiales al mando se encargaron de hacerlo desaparecer”. A continuación, también con conjetura, dice que “….Silvestre no encajaba en la trama golpista contra la Monarquía, con la misión de provocar el desastre del Ejército Español en Annual, para que las logias de presión y la cúpula castrense dispusieran del argumento infalible ante la opinión pública española para derrocar a Alfonso XIII”.

Ante estas conjeturas, que no tienen fundamento alguno, creo que antes de ponerse a escribir sobre un tema tan delicado, solamente para desprestigiar a un militar, como lo fue el General D. Manuel Fernández Silvestre, habría que informarse, y leer, leer hasta el cansancio, y una vez hecho, volver a leer todo lo referente al tema que nos ocupa, en este caso sobre la muerte de aquél General, que como gran hombre de honor, subestimó la crueldad, y bestialidad, del enemigo, el que una vez rendidos nuestros soldados en las distintas posiciones, enfermos, heridos y sedientos los masacraron con total impunidad; por eso aparte de ser Héroes, también fueron Mártires. Por otra parte hay que decir que cuando ascendió a Brigadier, el 19.06.1913, y nombrado Ayudante de Campo de Alfonso XIII, el 9.07.1915, función que desempeñó hasta julio de 1919.

Existen varias versiones sobre su muerte: Que murió el 22 de julio, en circunstancias no esclarecidas. Mientras otra versión dice que al ver el desastre, se metió en su tienda de campaña y se voló la cabeza. Otra, que fue abatido a tiros por los rifeños junto con el coronel Manella y varios oficiales que trataban de defenderse, lo cual cuadraría más con su carácter. También dicen que rogó a sus inmediatos colaboradores que se marchasen, y lo dejasen solo, para dirigirse a los parapetos, y a pecho descubierto lo vieron situarse junto a una puerta muy batida por el fuego de los rifeños. Allí permaneció durante unos minutos, como ensimismado, increpando a unos soldados indígenas, que cobardemente se pasaban al enemigo.

Otra versión es la del Teniente Coronel Pérez Ortíz, última persona que lo vio con vida, “a pié, firme en su puesto, disparando con su pistola contra los moros, que ya habían comenzado a tomar por asalto la posición”. Otra versión, y esta creo que es la más verosímil, es la del propio Abdelkrím: En marzo de 1954, exiliado éste en Egipto, recibió en su palacio de El Cairo al periodista español Fernando de Cambra; y en un momento de la entrevista, el periodista le preguntó, qué fue del General Silvestre: “¿Cayó luchando, lo asesinaron, murió en cautiverio?”. “No, nada de eso,-respondió el Abdelkrím- si hubiera sido hecho prisionero le habríamos respetado la vida, como hicimos con el General Navarro. El General Fernández Silvestre se suicidó en Annual cuando vio que la posición ya no podía resistir más. Fue un bravo soldado que no admitía la derrota. Tal vez fuera demasiado impulsivo. Tuve entre mis manos su fajín”.
[RTF bookmark start: ]docs-internal-guid-0e92038e-de94-5133-0d[RTF bookmark end: ]docs-internal-guid-0e92038e-de94-5133-0dA este conjeturista de ojana, yo le recomiendo la lectura de los libros siguientes: “Historia Secreta de Annual”, de Juan Pando; “Abdelkrím y el Protectorado”, de José María Campos Martínez; “Abdelkrím y la Guerra del Rif”, de David Woolman; y “El Derrumbamiento”, (La verdad sobre el Desastre del Rif); de Augusto Vivero, publicado en 1922, con el lenguaje de la época. Le hago hincapié sobre estos dos últimos, esperando que sus conjeturas se diluyan en eso: solo en conjeturas. Así que le ruego que la próxima vez, si es que la hay, escriba con objetividad y con el máximo de los respetos hacia un General español, como O´Donnell hizo con Muley Abbas, cuando éste se rindió en Castillejos: “…. En la conferencia fueron sucesivamente aceptadas todas las condiciones. La insistencia con que pedía la paz, su elevada condición de Califa y la dignidad con que soporta su desgraciada suerte me movieron a rebajar a 20 millones de duros la indemnización; no me pareció generoso para mi Patria humillar a su enemigo, que si se reconoce vencido dista mucho de ser despreciable…..”.

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Juan J. Aranda

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